martes, 27 de marzo de 2018

HISTORIAS DEL HORROR


Ocupación: Falsificador de documentos-
El argentino Adolfo Kaminsky salvó la vida de 3.000 personas durante la ocupación nazi en Francia por su habilidad como falsificador de documentos que puso a disposición de la resistencia francesa, revela un libro publicado en Argentina.
Con apenas 17 años, Adolfo se convirtió en un experto de la falsificación gracias a sus labores en una tintorería, sus contactos con un vendedor de químicos y su propia intuición, que le llevó a hacer varios experimentos con éxito.
Su especialidad le permitía hacer desaparecer el rastro de la tinta o registrar nuevos datos de una persona en un documento falso como si fuera original, describe el libro editado en Argentina por Capital Intelectual.
Los conocimientos que acumuló sobre falsificaciones crecieron casi al mismo tiempo que avanzaba el nazismo en Francia, donde aún reside este antiguo miembro de la resistencia.

En 1943, el entonces joven y su familia fueron arrestados para ser trasladados al campo de concentración de Drancy, cerca de París, una «antecámara de la muerte» donde 77.000 prisioneros, principalmente judíos, fueron reagrupados antes de ser llevados a los centros de exterminio nazis
«Adolfo Kaminsky. El falsificador», escrito por la hija del protagonista, Sara Kaminsky, sobre la base de entrevistas a su padre, también ahonda en su trabajo para el Frente de Liberación Nacional (FLN) durante la guerra de independencia de Argelia, su formación de antifranquistas en España y su ayuda a combatientes contra las dictaduras en Guatemala y Grecia.

«Necesité dos años de investigación y una veintena de entrevistas para conocer a Adolfo Kaminsky, yo, que solo conocía a papá. Necesité a veces la mirada de otros sobre él para comprender sus elecciones, su vida de falsificador, de clandestinidad, sus compromisos políticos», relata la autora en el texto.
Para aquel entonces ya hacía varios años que Kaminsky, nacido en Buenos Aires en 1925 e hijo de rusos, residía con su familia en Francia.
Fue la ayuda del Consulado argentino en Francia la que permitió que la familia fuera liberada después de tres meses de detención, en los que descubrió «a los judíos y su diversidad» y «a través de ellos» se sintió judío, una sensación que «nunca más» lo abandonó, cuenta en el libro.
Rápidamente comenzaron los contactos con la resistencia y su incorporación a un pequeño laboratorio con fachada de taller artístico en el que preparaba cientos de documentos que, en muchos casos, se convirtieron en carta de salvación.
«En una hora fabrico 30 documentos. Si duermo una hora, morirán 30 personas»
«Mantenerme despierto. El mayor tiempo posible. Luchar contra el sueño. El cálculo es sencillo. En una hora fabrico 30 documentos vírgenes. Si duermo una hora, morirán 30 personas», pensaba Kaminsky mientras se daba ánimos para falsificar documentos con el fin de salvar a niños judíos de la deportación.
El muchacho también intentaba «mantener la calma», «camuflar» las emociones, «comprimir el miedo, disimular la angustia» cuando se topaba con requisaciones en el metro de París.
Kaminsky, hijo de una judía que murió -según cree- a manos del nazismo, transmite en el relato su desesperación por llegar a tiempo a distribuir los documentos falsos en las casas de quienes, de lo contrario, unas horas más tarde serían deportados.
A una mujer, recuerda, «le expliqué que nuestra red se encargaría de esconder a los niños y que serían puestos a resguardo con gente honesta», pero no le creyó pese a las súplicas.

También conocido como Julien Keller, Georges Vernet o Adrien Leconte, Adolfo trabajó durante más de 30 años en la clandestinidad a favor de los judíos y de perseguidos políticos hasta 1971.
Perseguido por la Policía
«Los servicios de Policía estaban tras las huellas del falsificador de París. Había encontrado un modo de producir una cantidad tal de documentos falsos que, muy rápidamente habían inundado toda la región del norte, hasta Bélgica y los Países Bajos», sostiene la biografía.
Las labores de Kaminsky se extendieron más tarde en beneficio de «los supervivientes de los campos de concentración que se embarcaron clandestinamente hacia Palestina de 1946 a 1948», del servicio del FLN argelino, a los que peleaban en Guatemala contra el general golpista Carlos Castillo Armas y los que en Grecia «combatían a la dictadura de los coroneles».

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.