martes, 11 de junio de 2019

EL PULSO DEL CONSUMO


Los argentinos empiezan a cambiar temor por deseo
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Guillermo Oliveto
Así como el capital financiero se mueve entre el pánico y la codicia, el consumo vive tensionado entre el temor y el deseo. Ocultas detrás de una catarata de datos negativos que siguen evidenciando la magnitud de la crisis desatada en abril de 2018, emergen algunas señales, aún incipientes y frágiles, que estarían augurando una anhelada noticia: los consumidores comienzan a salir de su prolongado y forzado letargo. Hace más de un año que fueron dominados por el miedo. Pocas cosas conmueven y asustan más a nuestra sociedad que un dólar sin precio ni techo.
Durante 12 meses convivimos con ese gran inhibidor de la tentación. Los números que miran hacia atrás son contundentes: los grandes bienes durables, como inmuebles, autos y motos, hace ocho meses que presentan caídas del orden del 50% interanual. Los bienes durables de valor intermedio, como electrodomésticos y tecnología, caen en el orden del 30%. Los bienes de consumo cotidiano, como alimentos y bebidas, tuvieron una retracción del 9% medida en volúmenes en el primer cuatrimestre de este año, según Kantar.
Los números que miran hacia adelante empiezan, contra lo que muchos suponen, a tener nuevos matices. No llegan todavía a adquirir otro color, pero sí están cambiando de tono.
Naturalmente esto no es fruto de la casualidad. La teoría macroeconómica indica que todas las recesiones algún día terminan, pero lo que no permite prever con precisión es cuándo será ese día. El dólar volvió a estabilizarse recién el 25 de abril de este año. Ese día cerró a $45,90. El pasado viernes 7, su cotización minorista fue idéntica: $45,90.
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Tranquilidad cambiaria
Llevamos ahora casi 7 semanas de tranquilidad cambiaria. Y eso está empezando a modificar el estado de ánimo de los compradores. El índice de confianza de los consumidores que elabora la Universidad Torcuato Di Tella volvió a subir en abril después de derrumbarse durante meses. En noviembre de 2018 llegó a su mínimo valor en años: 32 puntos. En noviembre de 2017 medía 51 puntos. Una violenta caída de 19 puntos. Hoy mide 36,5 puntos y subiendo.
Lo mismo ocurrió con la devaluación de comienzos de 2014, que fue menor -el dólar subió 32% en el año-, pero también impactó fuerte en la confianza: el índice pasó de medir 52 puntos en octubre de 2013 a 33 puntos en febrero de 2014. Exactamente la misma caída: 19 puntos.
Vale la pena la referencia histórica por varios motivos. Primero, para poner en contexto y perspectiva que lo que acabamos de vivir no es un hecho inédito, sino, por el contrario, bastante recurrente en la economía argentina. Segundo, para comprender cabalmente de qué manera una corrida cambiaria atenta contra la confianza de los consumidores. Directamente la aniquila. Tercero, para tomar dimensión de que finalmente, al comparar los datos anuales, 2018 se terminó pareciendo mucho a 2014. De hecho, el PBI cayó en ambos casos 2,5%, y el consumo masivo, un 2%. Incluso las ventas de bienes durables, como autos, se contrajeron más en 2014 que en 2018: -28% vs. -11%. La gran diferencia que alteró la percepción fue la pendiente de la caída, que resultó mucho más marcada el año pasado.
Y por último, para recordar que también en esa instancia parecía que los consumidores no "despertarían" nunca. Y lo hicieron. En abril de 2014, el índice de confianza ya medía 36,5 puntos -exactamente lo mismo que en abril pasado- y en octubre alcanzaría los 44 puntos, para estabilizarse y concluir el año con ese valor.
Cuando las variables se normalizan, la gente vuelve a confiar. Y cuando vuelve a confiar, deja de ser refractaria a la seducción, que es la llave del deseo.
Algo de eso vimos en esta última semana. El Gobierno "movió la rueda" al acordar con los bancos una fuerte reducción de la tasa de interés del programa Ahora 12. Las empresas pusieron su parte y lo "impensable" sucedió: volvieron las cuotas sin interés. Lo hicieron en el momento justo: los consumidores nuevamente tenían escucha. Estaban dispuestos a ser seducidos. Y de pronto volvieron a aparecer por los locales y los shoppings. De acuerdo con lo que expresan las propias empresas, las ventas crecieron en una semana 40% o 50% e incluso más en algunos casos. El sábado pasado podían verse avisos de Frávega, Garbarino, Sodimac, Easy, Falabella, Sommier Center, Bedtime, Coto, Rodó y Vital provocando la tentación con 12 y hasta 18 cuotas sin interés.
En Acara (la cámara de los concesionarios de autos) afirmaron que algo similar estaría sucediendo con el nuevo plan de incentivos a la venta de autos. Nuevamente, el Estado subsidió una parte del precio y entre las concesionarias y los fabricantes potenciaron el efecto. Descuentos que iban a ser de $50.000 a $90.000 terminaron llegando hasta los $235.000, como en el caso del Cruze de General Motors.
Un efecto similar se está produciendo en los shoppings con los descuentos de varios bancos, que llegan hasta el 35%. Esos días se vende.
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En su libro Las arquitecturas del deseo, el filósofo español José Antonio Marina describe a esta poderosa fuerza como el gran motor del ser humano. Lo define como "una etapa de transición, entre la pulsión -presente en todo el reino animal- y el proyecto, que es cosa del todo nuestra". Señala que "todos los organismos están lanzados hacia el futuro, pero lo ignoran. Es el ser humano el único que puede anticipar imaginativa o conceptualmente las cosas". Solo nosotros podemos vernos en el futuro e ir hacia él. Por supuesto, el deseo va mucho más allá del consumo. Pero en el mundo actual el consumo no va mucho más allá del deseo. Si se apaga esa llama, se vuelve frágil.
Señales de inflexión
La macroeconomía también está enviando señales sobre un potencial punto de inflexión. El Índice General de Actividad que elabora el estudio de Orlando Ferreres mostró en abril un crecimiento del PBI con respecto a marzo del 1,2%. Se prevé que en mayo, con la llegada plena de la excelente e histórica cosecha de granos y oleaginosas, crezca contra abril. Estaría comenzando así el ciclo ascendente para ir saliendo lentamente de la larga y dificultosa recesión.
Los despachos de cemento crecieron un 4,7% en mayo comparando con el mismo mes de 2018 y 7,1% si la comparación es con abril 2019. Se despacharon casi 974.000 toneladas. En diciembre del año pasado habían sido 819.600. El nivel de actividad está hoy 19% arriba de ese piso. El Indec ya mostraba que en marzo pasado había 20.876 empleados más en el sector de la construcción que en diciembre último, llegando a 449.500, el número más alto de puestos de trabajo registrados desde mayo de 2018. Los metros cuadrados autorizados para construir tuvieron un salto muy fuerte en abril: 36%, llegando a los 735.000 metros cuadrados. El valor más alto en los últimos 7 meses. El índice Construya, que mide la evolución de los insumos para el sector, tuvo en abril el cuarto mes de crecimiento consecutivo. Contra diciembre, ya estaba 23% arriba. Siempre es relevante analizar lo que sucede con la construcción. Por sus características de planificación a largo plazo, es un sector que anticipa el ciclo económico.
Plantea Marina que "el placer es proporcional a la intensidad del deseo, que crece con el tiempo de la privación" y que "forma parte del circuito de la acción. Su papel -como el del dolor- es orientar la conducta".
Los consumidores argentinos vienen de vivir tiempos de fuerte privación y dolor. Algunos parecerían estar dándose, muy de a poco, permiso para volver al deseo.

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