jueves, 30 de junio de 2022

PÉRDIDA DE VIDAS...DIOS SALVE A UCRANIA


El impacto de la invasión rusa a Ucrania sobre la seguridad alimentaria mundial
La guerra de Putin, condenada en las Naciones Unidas por la Argentina, viola el derecho internacional y nos daña a todos, ya que agudiza el problema de la interrupción de las cadenas de suministro globales

El siguiente texto fue escrito por los embajadores en la Argentina de los países del G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos, Reino Unido, y la Unión Europea) y los Países Bajos, Australia y Suiza
Nuestros países, junto con la Argentina y la comunidad internacional, lamentan la pérdida de vidas inocentes y el desplazamiento forzado de millones de personas causado por la invasión no provocada, injusta e ilegal de Rusia a Ucrania. La invasión rusa viola el derecho internacional y amenaza al orden mundial basado en normas, que ha contribuido a preservar la estabilidad en Europa y que sentó las bases de una prosperidad creciente en todo el mundo. Al igual que nuestros países, la Argentina ha condenado en las Naciones Unidas la invasión rusa y, como muchos de nosotros, la Argentina está brindando apoyo humanitario a Ucrania.
Si bien el conflicto se desarrolla en Europa del Este, el impacto de la salvaje invasión de Ucrania por parte de Putin se está sintiendo en todo el mundo, incluso en la Argentina. Las consecuencias globales del accionar de Rusia están afectando a todos, puesto que la invasión rusa agudiza el problema de la interrupción de las cadenas de suministro globales y el doloroso aumento del precio de los alimentos y el combustible. Las decisiones de Putin continúan elevando aún más el precio ya muy alto de los alimentos, de los productos agrícolas (en particular los fertilizantes) y de la energía. Y, sin embargo, el gobierno ruso trata de convencer al mundo de que no es responsable de nada de esto.
Pero es Rusia el país que está utilizando el hambre como arma. Es Rusia el país que está bombardeando los campos y las reservas de cereales en Ucrania y que mantiene a los agricultores ucranianos alejados de sus campos, impidiendo que cosechen el trigo y el maíz. Es Rusia el país que está bombardeando ciudades y pueblos, y obligando a millones de personas a abandonar sus hogares. Es Rusia el país que está bloqueando puertos y anulando la capacidad de Ucrania de exportar alimentos, el que saquea las reservas ucranianas de granos y las envía a Rusia, lo que posiblemente desencadene la escasez de alimentos en todo el mundo. Según estimaciones del Programa Mundial de Alimentos, la cantidad de personas que padecen inseguridad alimentaria grave podría elevarse a más de 300 millones como consecuencia de esta guerra.
Poner fin a este conflicto rápidamente beneficia a todos. El accionar de Rusia no solo violó la soberanía de una nación independiente y democrática, causó intencionalmente la muerte de civiles inocentes y dio origen a graves denuncias de violaciones de los derechos humanos perpetradas por fuerzas rusas. Las decisiones de Rusia también representan una amenaza para la economía mundial. Por eso debemos lograr que Rusia detenga sus ataques y retire sus fuerzas de las fronteras ucranianas. Si lo hace, desaparecerán muchos de los problemas de interrupción del suministro de alimentos y bienes esenciales que se están padeciendo en todo el mundo.
Es por ello que nuestros países y nuestros socios de la comunidad internacional están haciendo todo lo posible por ejercer presión sobre Rusia para que ponga fin al conflicto. Las sanciones económicas y las medidas comerciales que hemos adoptado tienen por objeto debilitar la capacidad rusa para sostener su ilícita campaña militar. Estas medidas económicas son necesarias y proporcionales, y están dando resultado. Las sanciones internacionales aplicadas a Rusia no son el motivo por el cual el precio mundial de los alimentos está aumentando y tampoco tienen por finalidad impedir las transacciones habituales que se requieren para la exportación de alimentos y fertilizantes. Nuestras sanciones van dirigidas contra la maquinaria de guerra de Putin. No contra los productos agropecuarios que permiten satisfacer necesidades básicas como el acceso a alimentos. El aumento del precio de los alimentos se debe al accionar de Rusia, que ha provocado la destrucción indiscriminada de infraestructura civil e impedido a Ucrania exportar su producción, además de imposibilitarle cosechar a futuro.
Es claro que Putin está utilizando la seguridad alimentaria mundial como arma, sobre todo a través del saqueo de cereales en las zonas ocupadas en Ucrania y el bloqueo de los puertos ucranianos, además de exacerbar la inseguridad alimentaria a largo plazo, al bombardear silos y puertos de granos y dañar la infraestructura agrícola de Ucrania.
Las consecuencias de la agresión rusa profundizan las tendencias generadas por el impacto económico de la pandemia de Covid-19, que incluyen, entre otras cosas, una caída del abastecimiento y presiones de índole fiscal. Ucrania y Rusia juntas dan cuenta de casi un tercio de las exportaciones mundiales de trigo y tres cuartas partes de las exportaciones mundiales de aceite de girasol. Como ha señalado el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres: “Rusia está bombardeando el granero del mundo”. Mientras continúe la guerra que Putin eligió desatar, los efectos en las cadenas de suministro agrícolas y la seguridad alimentaria a nivel mundial se intensificarán, ya que se verán interrumpidas la actual y las futuras temporadas de cultivo en Ucrania y en la región.
Tenemos como compromiso trabajar con nuestros socios de todo el mundo con el fin de mitigar y reducir el impacto del conflicto en nuestras economías. Este es el momento de mostrar una mayor solidaridad global. Mientras el conflicto continúe, será fundamental mantener el flujo del comercio para garantizar que no se agrave el panorama económico mundial. Como socios de pensamiento afín, hacemos un llamado a todos los países para que mantengan el flujo del comercio de alimentos básicos y productos agrícolas. Junto con más de 50 miembros de la Organización Mundial del Comercio nos hemos comprometido a mantener la apertura, previsibilidad y transparencia de los mercados mundiales de alimentos para limitar el impacto económico de la invasión rusa a Ucrania. Además, estamos trabajando con instituciones financieras internacionales (IFI), tales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, con el objeto de abordar la crisis de seguridad alimentaria y contar con cadenas de suministro globales más resilientes. Recibimos con agrado el plan de acción que las IFI publicaron el mes pasado para abordar la inseguridad alimentaria. Asimismo, nuestros países han aportado miles de millones de dólares en asistencia alimentaria directa de emergencia para países que sufren inseguridad alimentaria desde que Rusia invadió Ucrania, y hemos reforzado nuestra ayuda a través del Programa Mundial de Alimentos, la Alianza Global para la Seguridad Alimentaria (GAFS) y la Misión de Resiliencia Alimentaria y Agrícola (FARM), iniciativa lanzada por Francia en ejercicio de la presidencia de la Unión Europea. Por ser uno de los más importantes países productores y exportadores de productos agrícolas, la Argentina también tiene un papel fundamental para desempeñar en este escenario.
Mejorar la seguridad alimentaria será uno de los principales objetivos de la agenda de los países del G-7, así como foco de atención en la Cumbre del G-7 que está teniendo lugar en Alemania esta semana, a la cual asiste la Argentina como país invitado. Nos complace enormemente que la Argentina haya participado también de la conferencia titulada “Unidos por la seguridad alimentaria mundial”, que se llevó a cabo el viernes en Berlín, la cual congregó a numerosos países donantes de ayuda, a los países más vulnerables y afectados, a actores importantes del sistema de las Naciones Unidas, a filántropos y a miembros de la sociedad civil para evaluar acciones conjuntas.
Además de provocar la devastación de Ucrania, la guerra de Putin amenaza con llevar al hambre a millones de personas en todo el mundo. Los intentos de Rusia de culpar a otros por las consecuencias económicas de su agresión deben ser condenados. Está claro quién tiene la culpa. Cuanto antes se ponga fin a esta innecesaria guerra de Putin, mayores serán las posibilidades de que el mundo pueda controlar esta peligrosa amenaza a la seguridad alimentaria global.

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