La diplomática, la nueva serie de Netflix en la que Keri Russell pelea contra un complot iraní y un marido prepotente
Trailer de La diplomática (Netflix) - clipped version
La ficción de ocho episodios se estrena el viernes y está protagonizada por la actriz norteamericana, recordada por su papel de espía soviética en The Americans, ahora como la embajadora de su país en Londres
Natalia Trzenko
“¡Malditos rusos!”, dice Keri Russell en una escena de La diplomática, la serie de Netflix que trae a la actriz de The Americans de regreso en la ficción televisiva y al centro de la escena de los conflictos sociopolíticos globales. Claro que esta vez la quien fuera Elizabeth Jennings, espía soviética viviendo en secreto en los Estados Unidos, ahora es Kate Wyler, embajadora norteamericana en Londres luego de un atentado contra un buque de guerra británico. Del otro lado del escritorio de la Guerra Fría modelo siglo XXI, Russell volvió a encontrar una serie en la que desplegar su notable carisma y capacidad interpretativa: un programa de ocho episodios -disponibles en la plataforma desde el viernes 20-, en el que la paz mundial está en una situación tan precaria como el matrimonio de la protagonista. La ficción construida a la medida de sus estrella cuenta con unos guiones que desarrollan con el justo equilibrio entre el drama y la comedia lo que sucede cuando la posibilidad de un conflicto global armado acecha y la guerra privada está a la vuelta de la esquina.
1. La historia. La trama comienza con el atentado al buque británico, que pone en marcha un reacomodamiento de la política internacional de los Estados Unidos y su “relación especial” con Gran Bretaña. Con la sospecha de que Irán podría estar detrás del ataque, el presidente decide enviar como embajadora al Reino Unido a una diplomática con años de experiencia en Medio Oriente. El hecho de que ella, Kate Wyler, estuviera a punto de asumir el mismo puesto pero en Kabul, la capital de Afganistán donde desarrolló gran parte de su carrera y que el destacamento en Londres requiere más pompa y circunstancia de lo que está acostumbrada a tolerar es apenas el principio de los problemas que enfrentará el personaje en el transcurso de la divertida narrativa. El relato combina con maestría los sucesos en el caótico mundo privado de la protagonista con sus habilidades profesionales puestas al servicio de mediar entre potencias mundiales siempre listas para tirar la primera piedra.
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2. La producción. Detrás del vertiginoso ritmo de la serie está Deborah Cahn, guionista y productora cuyo nombre tal vez no sea demasiado conocido aunque sí lo sean sus programas: The West Wing, Homeland, Fosse/Verdon y Grey’s Anatomy. De todos ellos se pueden rastrear indicios en La diplomática: de la ficción sobre las idas y vueltas de la Casa Blanca creada por Aaron Sorkin -que sigue brillando por su ausencia en las plataformas de streaming y las señales de cable locales-, por ejemplo, Cahn recuperó la atractiva receta que combina ingredientes del drama personal con los elementos del thriller político. Mientras tanto se puede reconocer algunos de los conflictos presentes en las protagonistas femeninas de Homeland, Fosse/Verdon y Grey’s Anatomy en los atraviesan los personajes de La diplomática, aunque la nueva serie se tome temas como las desigualdades de género con más profundidad y mucho más humor que las anteriores.
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3. Keri Russell. La carrera de la actriz de 47 años comenzó cuando era adolescente y fue seleccionada para aparecer en el programa infantil The Mickey Mouse Club, momento en que su futuro como bailarina clásica quedó de lado. Con los años, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, Russell logró hacer el salto de intérprete juvenil a protagonista adulta sin muchos tropiezos en gran parte gracias al drama universitario Felicity, creado por J.J. Abrams. Aun después de ese papel protagónico, Hollywood todavía confundía su belleza con falta de profundidad actoral, hasta que se convirtió en la enigmática Elizabeth Jennings en The Americans. En el caso de La diplomática, Russell vuelve a confirmar su capacidad para llevar adelante una trama compleja, a la que ahora le agrega la habilidad de pasar del drama al humor y una fortaleza en pantalla que hace que todas las miradas estén dirigidas a ella.
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4. El elenco. Más allá del poder de atracción de Russell y su personaje, la ficción cuenta con unos cuantos intérpretes destacados que ayudan a sostener y enriquecer la trama. En primer lugar aparece el actor británico Rufus Sewell en el papel de Hal Wyler, el marido de la protagonista, otro diplomático de carrera reconocido tanto por sus logros como por su falta de disciplina y su aversión a la autoridad. Desplazado del centro de la escena por sus desplantes, Hal aparenta estar satisfecho con el rol de consejero y consorte de Kate. Sin embargo, resulta evidente que sus modos intrigantes y manipulatorios que llevaron su matrimonio a la ruina y también podrían costarle al mundo un nuevo conflicto armado. Más allá de las tormentas que aporta Hal, el círculo de Kate se completa con Stuart (Ato Essandoh), un estratega que reconoce la capacidad de su jefa y sus posibilidades de ascender en la cadena de mando. Y también el jefe de todos ellos, el presidente norteamericano, interpretado por el actor Michael McKean (This is Spinal Tap, Better Call Saul y muchísimas más), que pone toda su considerable trayectoria en la comedia al servicio del rol, y el británico Rory Kinnear (Years & Years), como el fascistoide primer ministro inglés.
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5. La batalla de los géneros. Uno de los puntos más entretenidos y ricos de la narración reside en las diferencias que establece entre las capacidades profesionales de su protagonista y en las enormes responsabilidades que le toca llevar adelante y el desastre en el que se convirtió su vida personal. Por un lado están sus logros como experta en diplomacia en el marco del agitado y cambiante ecosistema de la política internacional y por el otro, sus fracasos en la negociación cuando se trata de su matrimonio, en el que siempre apela a la furia y la respuesta armada. La serie desarrolla la trama de suspenso con la seriedad que ese tema requiere pero se divierte mucho con todo lo que queda al margen. El vestido que la hace transpirar, la bandolera que sus asesores de etiqueta quisieran desterrar y los kilómetros que Kate debe recorrer entre una oficina y otra a bordo de unos tacos que siempre que puede deja de lado. Todos los detalles forman parte de un personaje y una trama que logra mantener el equilibrio entre géneros como el thriller de espionaje, el drama político y la comedia dramática, herramientas de la narración combinadas con maestría en La diplomática.
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