sábado, 23 de julio de 2016

ESCUCHÁ FM 92,7 "LA 2 X 4".......EL TANGO SIEMPRE TE ESPERA


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De Homero a Manzi a Gardel por la ruta del tango
Algunos dicen que el tango inventó a Buenos Aires. Que nació en Boedo y murió en el Abasto. Que pasaron 30 años. Que respira celoso en sus calles también. Que es mentira que murió. Que su voz aún canta por las calles de un barrio. Como la de tantos otros, que dejaron su huella por la ruta del tango. Para que otros tantos, la sigamos después.


Hoy les propongo un recorrido por algunos de los sitios donde a mi entender se respira tango. Que cuentan las historias más tristes de amor y desarraigo. Sus letras evocan las calles y esquinas de un Buenos Aires lejano, que todavía es. La primera cita es en la esquina de San Juan y Boedo, “antigua, y todo el cielo” inmortalizada en el tango “Sur”, que fue remodelada cuidadosamente y funciona todo el día como un bar. El local original construido en la esquina es de 1927, y se convirtió en un símbolo de la cultura urbana en la década del cuarenta. Por sus mesas, pasaron los músicos que hicieron del tango la expresión artística más representativa de la ciudad. Hasta pareciera que Homero Manzi está allí.
Otro sitio que recomiendo visitar es el Museo Carlos Gardel, que está ubicado en pleno barrio del Abasto. La construcción está ambientada con reliquias, antiguos discos y revistas de la época y mantiene todavía viva la sonrisa eterna del “Zorzal criollo”. El patio, la cocina, el piletón para lavar la ropa, y el cuarto de planchado nos remontan a la vida porteña de principios del siglo pasado. Abrió sus puertas al público en marzo de 2003, en la casa donde vivieron Gardel y su madre. La vivienda fue reconstruida por el Gobierno de la Ciudad, para lo que tuvimos que basamos en los documentos que encontramos de la época. Se puede escuchar allí una exposición que recupera las más de 100 grabaciones que Carlos Gardel realizó en 1930. Son de la partida Aguilar, Barbieri y Riverol, y la orquesta típica de Francisco Canaro.
Nos queda por ir al Viejo Almacén (Balcarce e Independencia); al Club Tango Porteño, en el salón del antiguo cine-teatro Metro, a la sombra del Obelisco; al Café de los Angelitos (Rivadavia y Rincón) donde las noches terminan con “Adiós Nonino”; a los fuegos de San Telmo y su Plaza Dorrego; y más al sur, en La Boca, ir a Caminito. Para volver al Abasto al Paseo del Tango, que revive la huella de Tita Merello, de Aníbal Troilo y del “Polaco” Goyeneche, entre otros. Sobre las calles Jean Jaures, Anchorena, Carlos Gardel y Zelaya.
Para muchos el tango no hace otra cosa que expresar desamores. Para mí es la nostalgia de un amor que se fue. Que ya no es. O que dejamos partir para que quiera volver.

E. M. 

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