miércoles, 20 de julio de 2016

MEMORIA ENGAÑOSA...MIENTE E INVENTA



Basta que nos convenzamos de algo para que el cerebro lo juzgue verdadero
¿Recuerdan esas lejanas vacaciones de la infancia, con la familia en la playa? ¿Y el primer beso? ¿El vestido de novia, una pelea con los hermanos? Malas noticias: es muy posible que muchas de esas memorias sean inventadas, reconstruidas a partir de fotos o relatos o, simplemente, falsas. Quizá una pista cualquiera -un olor, una mancha, una música- nos lleve a la certeza de algo que ocurrió, y tal vez sea uno de los muchos autoengaños que nos regala el cerebro. Se supone que para un adulto las primeras memorias verdaderas son las que tenemos desde los 8 años, así que hay buenas chances de que todo lo que nos parezca que ocurrió a edades más tempranas sea simplemente una construcción. La memoria, en todo caso, no nos sirve tanto para revisar el pasado, sino más bien para comparar con el presente y prever lo que pueda suceder en el futuro. Ojo, esto no depende de cuán memoriosos seamos: un experimento compara a gente con mucha y poca memoria, y los recuerdos falsos se dan por igual en ambos grupos.



Todo eso es muy conocido por la psicología y las neurociencias, pero hay experimentos recientes que vuelven sobre el tema, incluso aplicándolo a una variedad de la memoria: las confesiones falsas.
Estas memorias de mentira ocurren todo el tiempo: basta con que nos convenzamos de algo para que el cerebro lo juzgue verdadero y sí, esa señora con que nos cruzamos en la verdulería tenía puesto un vestido rojo y no hay nada que discutir. Claro que en algunos casos el asunto se complica, sobre todo si esta memoria falsa tiene aristas traumáticas que nos hagan la vida difícil (síndrome de memoria falsa).
La investigación memoriosa empezó en los 70, con los experimentos clásicos de Elizabeth Loftus. Por ejemplo, le mostraban videos de un choque de autos a un grupo de gente, y dependiendo de cómo les preguntaban sobre el hecho, la gente recordaba que los autos iban más o menos rápido. También podían recordar vidrios rotos u otros detalles que no habían aparecido en los videos, siempre dependiendo del tipo de preguntas que les hicieran. Peor aun: bien planeado, resultaba fácil implantar recuerdos falsos en las personas.

 A veces estas semillas de memorias se plantan durante procesos de hipnosis, e incluso pueden dar lugar a denuncias por hechos supuestamente ocurridos en el pasado; en otras palabras, cuidado con abusar del concepto de memorias reprimidas que, si nos empeñamos, podemos fabricarlas. Hagamos un experimento, recuerden estas palabras: carpeta, lápiz, goma, sacapuntas, pizarrón (seguimos más abajo).
Todo esto tiene consecuencias prácticas. Una de ellas es la de testimonios legales que se basan en la memoria de ciertos hechos. ¿Hasta dónde podemos confiar en estos recuerdos? En un experimento se demostró que si en una escena aparece un arma, es más posible que las personas inventen una historia alrededor. y se la crean. También hay evidencias de que si un grupo de gente nos acusa de algo que no hemos cometido. empezamos a dudar y a sospechar que. bueno, quizá no nos dimos cuenta y sí nos comimos el último chocolate.



Y un estudio de Loftus publicado hace muy poquito agrega otro dato: la deprivación de sueño (no dormir por una noche) nos hace más proclives a confesar crímenes inexistentes, como robarse un sandwichito o apretar una tecla prohibida en un protocolo experimental. Si llevamos esto a la situación de un acusado, mal dormido, nervioso, bajo presión, entonces hay que corroborar con sumo cuidado cualquier confesión que haga.
Para el final, una nueva lista de palabras: arquero, goma, cuaderno, lápiz, banco, sacapuntas, penal. ¿Qué palabras de esta lista estaban en la primera? Si contestaron goma, cuaderno, lápiz, sacapuntas, les implanté una memoria falsa. Ya lo saben: cuidado con esos recuerdos.

D. G. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.