
El mate, símbolo de unión
Un mate que se comparte, símbolo de unión y amistad.Afortunadamente, no son pocos los usos y costumbres que, provenientes de lo más remoto de nuestra historia, aún perviven entre los argentinos y nos conectan con nuestra identidad más acendrada. Sin duda, hay particularmente uno que se alza por sobre el resto y que adquiere la condición de símbolo: el mate.
Su origen lo encontramos entre los aborígenes guaraníes que no sólo bebían la infusión de la yerba mate, sino que también la utilizaban como moneda de cambio y objeto de culto. Al finalizar el siglo XVI, era una suerte de distintivo de la estirpe. Así lo consignaba con preocupación un miembro del Cabildo de Asunción del Paraguay al gobernador Hernando Arias de Saavedra, primer mandatario de ese rango nacido en nuestro suelo: "El vicio y mal hábito de tomar mate se ha extendido tanto entre los españoles, sus mujeres y niños, que a diferencia de los indios que se contentan con beber una vez al día la toman de forma continua".
Nacía por entonces una tradición que perdura con vitalidad hasta nuestros días, pero también un recurso económico extremadamente valioso. La Argentina es el principal productor mundial de yerba mate concentrándose su cultivo, por razones climáticas y de composición del suelo, exclusivamente en Misiones y el noreste de Corrientes, con una cadena productiva integrada por pequeños productores, secaderos y molinos.
Los jesuitas, que tanto aportaron a la cultura de estas regiones, supieron extender de un modo altamente beneficioso el insumo.
Su expulsión, acaecida en 1767, no alcanzó para impedir que la costumbre se propagara tanto al campo como a las ciudades; en los fogones, de civiles o de militares, entre parientes o amigos, en las casas de familia y en los despachos de gobierno para sellar pactos y acordar soluciones que parecían difíciles amparados en el marco de una ceremonia compartida y distendida.
Es ése uno de sus rasgos fundamentales, la profunda connotación de sociabilidad y camaradería a lo que se une el hábito, no sólo entre los habitantes de nuestro actual territorio sino de buena parte del Cono Sur, destacándose sobre todo entre los rioplatenses.


Asociada al uso de la yerba mate surgió una polifacética y variada actividad artesanal destinada a producir los elementos necesarios para el consumo: mates, bombillas, recipientes para calentar el agua, etcétera, en el que cada región demostró sus particulares habilidades.
Acertadamente, bien dice Pedro Luis Barcia en su Léxico del Mate, que hoy "se matea en el hogar, en el despacho del profesional, en la mesa del estudiante, en la oficina administrativa, en la calle, en el tren y en el colectivo, en la playa y en la sierra, en el auto y en el picnic, en los asados y en los velorios. Lo frecuentan todos los niveles sociales. En este sentido es probadamente democrático. Es bebida de todos, de casi todos, y bienvenida para casi todas las ocasiones".En el Bicentenario de la celebración de la Independencia, cabe recordar aquellas históricas jornadas del Congreso de Tucumán en las que corrió el mate como símbolo de amistad y concordia para acompañar las prolongadas sesiones y celebrar encuentros en las casas donde vivían o se reunían los diputados.
Prenda de unión, los argentinos debiéramos aprender a compartir más buenos momentos en torno a la cálida ceremonia del mate que nos sirvan para distender y superar enconos, para abrir el diálogo y cerrar las grietas abiertas. Cada uno según su preferencia, amargo o dulce, pero asociados en el mínimo común denominador que activa el sentimiento que nos une y nos augura un futuro venturoso como nación
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.