jueves, 14 de junio de 2018

DAR ES AMOR Y AMISTAD

Imagen relacionada

Cada vez que nos vemos, un amigo llega con regalos. Pero son regalos de un tipo particular: libros que estaban en su biblioteca, discos de su discoteca, un viejo programa de concierto que fue decisivo para su manera de entender el arte -y posiblemente lo que no es el arte, es decir, el mundo- y que con razón cree que también pueden serlo para mí.
No es un privilegio particular. A otros de sus amigos les da otros objetos. Sabe elegir y esa elección discreta es una variedad pudorosa del cariño y de la amistad más sincera, esa amistad que no hace falta declarar con palabras. No es una cuestión de edad. Otro amigo más joven -amigo a su vez del amigo anterior- también lo hace.
No conocí al poeta Alberto Girri, que sin proponérselo me reveló las posibilidades de una poesía moderna en castellano al margen de lo que sabíamos de T. S. Eliot o Wallace Stevens, a quienes él, por lo demás, tradujo mejor que nadie. No lo conocí a Girri, decía, pero leí mucho de y sobre él. Tras su muerte, la editorial Fraterna (que ya no existe) publicó un volumen de homenaje con testimonios de varios de sus conocidos más cercanos, entre ellos Arturo Carrera, a quien, para felicitarlo por un cumpleaños, le dijo aproximativamente (cito de memoria): "A su edad T. S. Eliot ya había escrito La tierra yerma. ¿Usted qué piensa hacer?". Un saludo inolvidable, realmente.
Resultado de imagen para REGALAR LIBROS Y DISCOS
Como sea, poco antes, o poco después, de saber que estaba enfermo con la enfermedad definitiva, Girri empezó a regalar cosas. Pero no eran ya libros o discos sino directamente mobiliario o artefactos de la casa. Alguien (¿quién?) contó que Girri llegó un día a un bar (su bar) de la avenida Córdoba con una lámpara, poco importa si era un velador o una lámpara de pie.
La anécdota tiene para mí un punto que pide generalizarse. Me gusta ese desprendimiento paulatino por dos razones. Por un lado, es una manera secreta de la despedida, aun cuando no sepamos exactamente cuándo terminaremos de despedirnos, ni importa mucho, porque en verdad siempre estamos despidiéndonos. Por otro lado, que es en el fondo el mismo, porque en ese gesto mismo de desprendimiento hay una alegoría de lo que nos va pasando incluso cuando estamos muy lejos de la inminencia de la muerte.
La vida entera es un continuo devenir de donación. También el envejecimiento lo es. Vamos de a poco donando fuerzas, pericias ( skills, como les decimos ahora). Vemos menos, oímos menos y mengua también la resistencia física. No habría nada que lamentar. La consumación trae consigo la extinción. Por eso, la música, esa forma del arte que transcurre en el tiempo, puede enseñarnos algunas cosas. La primera de todas es que está llamada a realizarse mientras se consume. Dicho de otra manera: sin extenuación no hay cumplimiento.
Resultado de imagen para REGALAR LIBROS Y DISCOS

Aparte de la música, también los Evangelios nos enseñan algo mucho más profundo acerca de este punto.
Toda la vida de Jesús fue una continua donación, hasta el final. Pero un momento antes de su muerte de cruz, según el Evangelio de Juan, sucede lo siguiente: "Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa". Él se despojó de todo y donó también a su madre, a María. San Francisco se guio por la imitación y decidió morir completamente desnudo. Cuenta Tomás de Celano que el santo pidió ser "enterrado desnudo en la tierra desnuda", despojado incluso de su túnica.
Resultado de imagen para REGALAR LIBROS Y DISCOS
No deja de sorprenderme que en los gestos de estos amigos haya más que una simple evidencia de cariño y que, si se los sabe leer, esos gestos nos señalen también el camino que tenemos que caminar.

P. G.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.