jueves, 13 de junio de 2019

HISTORIAS DEL CRIMEN,


Crónicas del crimen. Graciela Hammes: asesinó a su marido para cobrar un seguro
El 8 de junio de 1998, desmayó a su esposo de un golpe en la cabeza, lo cargó en un auto y le prendió fuego, en Tigre; lo hizo para poder cobrar US$100.000 de un seguro de vida que había sacado a nombre de la víctima; condenada a perpetua, se fugó cinco años después y estuvo prófuga 14 años, hasta que en enero pasado fue recapturada
Graciela Hammes: asesinó a su marido para cobrar un seguro
Cuando el 8 de junio de 1998 el juez Ernesto García Maañón le pidió a Graciela Hammes que se quitara los guantes para firmar la denuncia por la averiguación de paradero de su esposo quedaron al descubierto las heridas, recientes, de quemaduras en manos y antebrazos. La mujer explicó que se había quemado al prender una estufa a querosene. En ese momento, el jefe de la comisaría de Tigre le mostró al magistrado el acta de la intervención de los bomberos por el incendio de un Fiat 600 blanco en el cruce de ruta 8 y Los Andes, en Benavídez. Al revisar el vehículo, los bomberos hallaron el cuerpo de un hombre en el asiento trasero. Estaba carbonizado.
Dos horas antes, al salir de su despacho, el jefe de la dependencia policial había escuchado cómo la mujer que, en la oficina de guardia, denunciaba la desaparición de su esposo, Alberto Ortega, y detallaba que el marido había salido de su casa en un Fiat 600 blanco con la intención de venderlo. El comisario, que llevaba en sus manos el parte urgente del incendio del vehículo y el hallazgo del cuerpo calcinado en su interior, relacionó ambos hechos y llamó al juez para contarle de su pálpito.
Luego de advertir que las heridas por quemaduras que la mujer tenía en las manos eran recientes, García Maañón ordenó un allanamiento en la casa de Enrico Fermi 4798, donde vivía la pareja. Al revisar la vivienda, los policías hallaron una póliza de seguro de vida a nombre de Ortega; la única beneficiaria era Hammes. La póliza había sido autorizada cuatro días antes de la muerte del hombre.
El primer trámite que ella debía realizar para reclamar la indemnización por la muerte de su esposo era la radicación de la denuncia por averiguación de paradero del cónyuge. En su apuro por cobrar los 100.000 dólares del seguro de vida de su marido, Hammes fue a la seccional sin pensar que el comisario escucharía su relato del Fiat 600 blanco y relacionaría el hallazgo del coche y el cuerpo carbonizado con la declaración.
Según explicaron fuentes judiciales  de no haber mediado esta circunstancia, esa deducción detectivesca, a los investigadores les hubiese costado mucho tiempo vincular ambos episodios, pues el cuerpo carbonizado dentro del auto quemado estaba irreconocible y habría quedado en una morgue como NN.
Desde el principio, el caso deparó detalles horrorosos. En la autopsia se determinó que Ortega estaba vivo cuando lo prendieron fuego. Los forenses llegaron a esa conclusión a partir del hallazgo de humo en los pulmones de la víctima.
Graciela Hammes: asesinó a su marido para cobrar un seguro
Dos años después, Hammes fue condenada a prisión perpetua por el homicidio de su esposo, a quien mató para cobrar los US$100.000 del seguro de vida. Durante la etapa de instrucción de la causa los peritajes caligráficos confirmaron que la firma en la póliza que se le atribuía a Ortega había sido falsificada.
Otro estudio caligráfico realizado para comparar esa firma apócrifa con los trazos ascendentes y descendentes de la escritura de la acusada determinó que aquella rúbrica en la póliza había sido realizada por Hammes.
Para la Justicia quedó probado que el 8 de junio de 1998 Hammes golpeó a su marido en la cabeza con un objeto contundente y luego lo introdujo, inconsciente, al Fiat 600, que abandonó y quemó en Benavídez, partido de Tigre, a 30 cuadras de la casa en la que vivía con su marido.
Aunque los investigadores sopesaron la hipótesis de que Hammes hubiera contado con la asistencia de un cómplice, esta eventualidad nunca pudo ser probada. Uno de los elementos en los que se sustentaba esta pista fue el hallazgo de una gorra de hombre a metros del auto incendiado. Los detectives del caso creían que podía pertenecer a un joven del entorno de la imputada.
"Señores jueces, por favor, no se equivoquen", dijo ella a la hora de decir sus últimas palabras en la audiencia final del juicio, antes de la decisión del tribunal que la juzgaba por el homicidio, según publicó el diario Página 12 en su nota sobre la sentencia.
El 3 de julio de 2000, los jueces Juan Carlos Fugaretta, Fernando Maroto y Roberto Borserini, de la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías de San Isidro, le aplicaron la pena máxima por homicidio calificado por el vínculo y alevosía, según publicó la agencia de noticias Télam en una de sus notas destacadas del día.
Descuido y desaparición
En 2005, cuando llevaba cinco años presa, protagonizó una cinematográfica fuga. Se escapó de los guardias que la custodiaban luego de pedirles que la dejaran ir al baño en la terminal de ómnibus de Retiro, durante un traslado.
Fue el 26 de enero de 2005. Hammes, que entonces tenía 43 años, había logrado que la Justicia la autorizara a salir de la cárcel de Los Hornos para viajar a Neuquén a ver a su padre, que estaba hospitalizado en grave estado.
Aprovechó el descuido del personal del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) y se esfumó. Una década después, ante la falta de novedades, el Ministerio de Seguridad bonaerense ofreció una recompensa de hasta 150.000 pesos para quien aportara datos sobre el paradero de la homicida.
Graciela Hammes: asesinó a su marido para cobrar un seguro
Hammes estuvo prófuga 14 años. Durante ese tiempo, la imagen de su rostro apareció en el listado de los delincuentes más buscados por la policía bonaerense.
Con un DNI falso, regresó a la ciudad de Buenos Aires y comenzó una nueva vida. Empezó una relación con un hombre de 55 años y se dedicó a cuidar a abuelos internados en hospitales. Por realizar esa tarea cobraba entre $4000 y $5000 por noche.
Consciente del riesgo que representaba movilizarse por el conurbano, ante la posibilidad de que algún policía bonaerense pudiera reconocerla, rechazaba cualquier ofrecimiento de trabajo en establecimientos del Gran Buenos Aires.
Pero a mediados de enero pasado aceptó la propuesta de ir a cuidar a una mujer internada en el Hospital Italiano de Olivos. Hammes no lo sabía, pero esa decisión marcaría el final de sus años como fugitiva.
El 14 de enero pasado, minutos después de las 20, siete efectivos de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro, que habían montado un operativo de vigilancia, la vieron llegar. Caminaba por la calle Córdoba en dirección a Ricardo Gutiérrez cuando la interceptaron.
Los investigadores de la policía bonaerense llegaron al lugar después de que una mujer, para cobrar la recompensa ofrecida, les dio información precisa y un ultimátum: "Es hoy o nunca".
Al ser detenida, Hammes negó ser la persona que los policías buscaban. Se identificó como Marcela R. y presentó un DNI que empezaba en 18 millones. La mentira le duró cuatro horas. Los detectives accedieron a la foto original de ese documento y comprobaron que los rasgos de la sospechosa no se parecían en nada a los que se veían en la imagen de la titular del DNI. Cuando se completó la comparación de la ficha con sus huellas dactilares reales, a Hammes se le cerraron todas las vías de escape.
Graciela Hammes: asesinó a su marido para cobrar un seguro
De nada le sirvieron los 5000 dólares, 40.000 pesos en billetes de mil y la moneda de oro que llevaba encima para usar en caso de contingencia como, justamente, ese que vivía, a solo 12 días del aniversario 14 de su sonada fuga.
Había acondicionado una toalla femenina para ocultar el dinero y llevarlo entre sus prendas íntimas sin llamar la atención. El monto en efectivo que portaba superaba ampliamente los 150.000 pesos que las autoridades provinciales ofrecían como recompensa por su captura.
Ahora, Hammes pasa sus días alojada en un pabellón del Complejo Penitenciario Federal IV de Mujeres, en Ezeiza. Se adaptó bien y rápido a la vida intramuros. Solo recibe las visitas de su compañero. Hasta ahora, ni su madre y ni sus hermanos fueron a verla.
Desde fines de marzo trabaja en el taller de muñequería del penal. Con 58 años, tiene buena conducta y se integró bien a "las actividades propuestas", y tampoco "tiene problemas con sus pares", según explicaron fuentes del Servicio Penitenciario Federal (SPF).
Su caso llegó a la pantalla chica. Fue uno de los capítulos de Mujeres asesinas, el premiado unitario de la productora Pol-ka basado en el libro homónimo de Marisa Grinstein. La serie de ficción se emitió en la pantalla de Canal 13 en septiembre de 2005, ocho meses después de que Hammes huyera durante un traslado. La entrega llevó por título Graciela Hammes, incendiaria. Fue interpretada por Mercedes Morán.
De no haber sido por la constancia de un funcionario judicial que la buscó desde el día que huyó y por una mujer que vio el rostro de la fugitiva cuando un canal de televisión realizó un informe noticioso sobre los prófugos más buscados del país, Hammes no hubiera regresado a la cárcel.
Le faltó un año para que la causa prescribiera. Si la testigo que pretendía cobrar la recompensa no llamaba, la mujer que mató al marido para cobrar el seguro de vida e incineró su cuerpo para que no lo reconocieran hubiera logrado su objetivo de caminar por la calle libremente sin que la policía pudiera meterla presa.

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Perpetua: veinticuatro puñaladas en el corazón de su amante
Alevosía. Los jueces entendieron que Paula Romano atacó a Julio César Vitoria en el momento en que este se encontraba indefenso, luego de ser atado durante un encuentro sexual.
La Cámara Nacional de Casación en lo Criminal y Correccional confirmó la prisión perpetua para una mujer que asesinó de 24 puñaladas a su amante, a quien le robó dinero y dos celulares en julio de 2014 en una casa del barrio porteño de Flores. Según informaron fuentes judiciales, la decisión de la Sala II de la Cámara recayó sobre Paula Romano, de 36 años, que había sido condenada en 2017 por los delitos de "homicidio criminis causae cometido con alevosía" y "robo con armas" en perjuicio de Julio César Vitoria, de 62.
Según el fallo de primera instancia del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°10 porteño, el 29 de julio de 2014 Romano apuñaló a Vitoria 24 veces. El ataque ocurrió entre las 20.48 y las 21.16, dentro de la casa de la víctima, ubicada en la calle Bacacay 2467, Flores, donde la mujer se apoderó, además, de unos 20.000 pesos, una elevada suma de dólares y dos celulares, según consignó la agencia de noticias Télam.
Los investigadores determinaron que Romano había conocido a Vitoria en 2003, cuando comenzó a trabajar para él en un bar de Palermo, tras lo cual iniciaron una relación de amantes que duró 11 años.
La defensa de Romano apeló la condena de primera instancia por considerar, entre otras cuestiones, que no se fundamentó adecuadamente el rechazo al pedido de inimputabilidad realizado.
Al analizar este planteo, los camaristas Eugenio Sarrabayrouse y Daniel Morin recordaron que en su momento el tribunal analizó varios informes médicos en los que "no se evidenció ningún tipo de alteración mental" de la imputada, según indicó el Ministerio Público Fiscal de la Nación.
En la resolución fue consignada la opinión de un perito del Cuerpo Médico Forense sobre la salud mental de la acusada: "No había evidencia de que en forma previa a su comisión Romano hubiese tenido pérdida de la conciencia prolongada ni automatismos motores, ni de que fueran sucedidos por amnesia, confusión o desorientación poscrítica".
La Cámara de Casación sostuvo que el fallo de primera instancia fue sólidamente fundado: "La conducta desplegada por Romano el día del hecho fue correctamente relevada en la sentencia, lo cual, sumado a los dictámenes e informes médicos, permite concluir válidamente que aquella comprendía la criminalidad del acto y podía dirigir sus acciones".
En su resolución, los camaristas también confirmaron el agravante de la alevosía al recordar que Vitoria "se encontraba atado cuando fue atacado y que si bien se puede cuestionar si estaba fuertemente sujetado, se debe tomar en cuenta que el ataque fue inesperado, oculto y a traición".
Agregaron: "Para la configuración de la alevosía es innecesario que la víctima se haya defendido, sino que el aspecto central reside en que no haya tenido posibilidades de oponer una defensa eficaz en atención a su situación de indefensión, provocada por la sorpresa". Para los camaristas quedó acreditado que la víctima había retirado una importante cantidad de dinero de uno de sus comercios y que esa suma no fue encontrada en la escena del crimen.
Alberto Ortega, víctima del crimen
Víctima
Su cuerpo fue encontrado el 8 de junio de 1998 carbonizado en el interior de un Fiat 600 blanco. Estaba irreconocible. Tenía 46 años
Los forenses que hicieron la autopsia determinaron que estaba vivo cuando lo prendieron fuego. Se encontró humo en los pulmones de la víctima
Cuando allanaron la casa de la víctima, los policías encontraron una póliza de seguro de vida a su nombre por US$100.000, cuya única beneficiaria era Graciela Hammes, su mujer. Esa póliza había sido autorizada cuatro días antes de la muerte de Ortega. Después se estableció que su firma había sido falsificada
El crimen, en tres momentos
Duda atroz
Los indicios que vio un policía: Hammes reportó la desaparición de su marido, Alberto Ortega, pero el comisario le vio quemaduras en las manos y ligó eso con el caso de un Fiat 600 quemado con un cadáver adentro
Estafa en marcha
La rúbrica reveladora: Los peritajes caligráficos revelaron que la firma en la póliza de seguro de vida no la había hecho la víctima, sino que la acusada había falsificado el trazo usual de su marido
Segunda vida
Clandestina, pero ocupada: Al tiempo de su evasión, en 2005, se instaló en la Capital. Conoció a un hombre y se dedicó a cuidar abuelos por la noche; cayó cuando fue a atender a un paciente en Olivos

G. C. y G. D. N.

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