viernes, 21 de septiembre de 2018

OPINA JAVIER LINDENBOIM


Apuntes para evaluar la situación sociolaboral
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Javier Lindenboim

Hay más puestos laborales que ocupados; cómo varían los ingresos
No pocas veces suelen mezclarse conceptos oscureciendo algunos análisis sociolaborales. Una de las confusiones surge cuando se habla de puestos de trabajo y de personas ocupadas. ¿Es lo mismo? De ninguna manera. Solo si cada persona desarrolla una actividad económica a lo largo de su jornada laboral podrían ser sinónimos. En la Argentina es incierto el registro del pluriempleo pese a que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) incluye en su formulario la pregunta respectiva. Uno de los casos más conocidos es el del servicio doméstico: allí predomina el trabajo para más de un empleador. Otros ocupados tienen una actividad en relación de dependencia y otra de forma autónoma, caso típico en ciertas profesiones, como las vinculadas con la medicina.
Las estadísticas que provienen de la EPH indagan sobre la ocupación de las personas y la Cuenta de Generación del Ingreso de Cuentas Nacionales se preocupa del número de puestos. La expansión al total del país de los datos de la encuesta en 2017 proyecta unas 18 millones de personas ocupadas, que trabajarían en los 20 millones de puestos que computa la cuenta de generación del ingreso.
Otra cuestión para analizar a partir de los datos que se conocen es el comportamiento de los ingresos. En la evolución de esta variable se ve que pueden tener un comportamiento diferente los ingresos individuales respecto de los familiares.
Los ingresos individuales y, dentro de ellos, los provenientes de la ocupación principal se fueron recuperando paulatinamente luego de 2002. Pero cuando se observa el ingreso per cápita de los hogares se aprecia que en el período esos ingresos familiares se incrementaron mucho más velozmente, debido a que aumentaba sin pausa el número miembros del hogar que accedían a una ocupación. Además, los miembros del hogar con o sin empleo pueden percibir otros ingresos como los originados en el sistema previsional. Así, respecto del primer trimestre de 2004, a comienzos de 2018 los ingresos de la ocupación principal crecieron 40% y el per cápita familiar, 80%.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el salario real y la participación de la masa salarial en el producto no indican lo mismo. No solo eso, sino que ambos indicadores pueden variar en dirección contraria. La participación salarial depende del nivel de ingresos salariales multiplicado por el número de ocupados. Por tanto puede haber mayor masa salarial por una o por ambas de estas variables.
Pero, además, ese resultado debe relativizarse por el volumen de riqueza generada (el producto o el valor agregado). Un aumento de la masa salarial de menor intensidad que el que pueda registrar el producto arrojaría un descenso de la participación salarial. Eso pasó, por ejemplo, en 2003 respecto de 2002.

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