lunes, 24 de agosto de 2020

ENTREMOS PARA APRENDER Y NO OLVIDAR


Visita virtual al Museo del Holocausto
Está disponible un recorrido por ese horroroso tramo de la historia.
Con tecnología Street View y en la página del museo, el visitante puede detenerse en cada detalle
Ingresar al Museo del Holocausto, recorrer sus salas, observar sus objetos y conocer en profundidad la historia del genocidio judío es ahora posible desde casa, a través de un recorrido virtual en 360º que permite múltiples inmersiones a través de imágenes, audios y videos informativos y testimoniales.
La sensación de poder caminar por las tres plantas del remodelado edificio de la Compañía Ítalo-argentina de Electricidad, que alberga al museo, y de acercarse a sus vitrinas con un solo clic o de forma táctil –según el tipo de dispositivo desde el que se acceda– para observar con detenimiento la riqueza de su vasta exhibición permanente, se recrea con una propuesta digital atrapante.
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Para iniciar el recorrido, solo basta con pulsar una ventana de entrada libre desde la cual el visitante se sitúa en el espacio con la posibilidad de comenzar la experiencia. Un mensaje de bienvenida recuerda la misión del museo de mantener viva la memoria de la Shoá, pero puede obviarse para ir directo a otros contenidos.
La vida judía en la Europa de comienzos del siglo XX, en la antesala al exterminio, se presenta como área introductoria. Detenerse allí permite familiarizarse con rostros reales a través de un valioso registro documental audiovisual en blanco y negro con nítidas imágenes de época. Pequeños íconos de cámaras fotográficas indican que una imagen de lo exhibido en formato físico está disponible, por lo que, al pulsar, estas se amplían para descubrir objetos de uso cotidiano propios de la cultura judía, vajilla y otros enseres diarios. Por la pantalla se distribuyen, asimismo, íconos indicadores de la posibilidad de activar audios narrativos sobre lo que está a la vista, desde una aproximación al momento histórico y las circunstancias que se relatan en cada espacio.
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La aventura por el museo, como en la experiencia real, permite desplazarse de forma intuitiva para saltar de contenido en contenido profundizando a cada paso en la magnitud del genocidio. Al pie de cada sala, una veintena de recuadros se despliegan de una lengüeta que permite el acceso directo a cada temática de interés.
Con la indicación de las correspondientes fechas históricas, se pueden visitar secciones como la referente al ascenso del nazismo o navegar a ritmo propio por documentos, infografías, imágenes, ilustraciones, esquemas o bienes patrimoniales como un brazalete rojo con esvástica de las SS, billetes de la hiperinflación de la República de Weimar del año 23 o un ejemplar de la obra Mi lucha, de Adolf Hitler, con postal del dictador y publicado en 1925, que estaba a la venta por aquel entonces en Buenos Aires en la librería Wilkening. “¿Cómo un tirano que orquestó uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad llegó al poder en un país democrático?”, lanza la pregunta un interlocutor al inicio de un video.
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La propuesta inmersiva continúa por lo que vino después: el terror como política; la ideología y la propaganda; las emigraciones, huidas y expulsiones; la destrucción del Estado polaco; los símbolos de la discriminación; el avance sobre Europa occidental y los guetos en la región oriental; las unidades móviles de exterminio, la solución final, la resistencia armada y las condiciones de vida en los campos. A esto se suman espacios donde el museo aborda las repercusiones del nazismo en la Argentina y el tratamiento de lo referente al régimen nazi en la prensa nacional; y las secciones del tramo final de la muestra: los sobrevivientes, el juicio de Núremberg y la captura de Eichmann.
Como cierre hay una reflexión a través de las salas de la memoria o de los “rescatadores”, personas que ayudaron a salvar vidas y recuperar la memoria, además de enseñar otros objetos como el Sefer Torá de Rodas que sobrevivió al Holocausto –previamente también a la Inquisición– gracias al accionar de representantes de distintos credos, y que se considera un símbolo de confraternidad entre pueblos dentro de los fondos del museo.
Esta visita remota al Museo del Holocausto se desarrolló gracias a un proceso de toma de fotografías con cámaras réflex de body full frame y lentes de gran angular de 18 mm. Se utilizaron en promedio 35 imágenes por cada uno de los 360° que componen la visita virtual. Suman 45 espacios inmersivos en total. Para lograr las imágenes, se realizó un stitching, “cosido de imágenes” procesado para brindar una experiencia fluida tanto en navegadores de escritorio como en dispositivos mobile.
Museo del Holocausto de Buenos Aires – LND Noticias
Además de la navegación libre por su nuevo formato virtual, el Museo ofrece una visita guiada vía Zoom para el público en general y otra para las instituciones educativas que así lo requieran guiadas por especialistas. Para eso, hay que registrarse en la web de la institución.
C. M.

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