miércoles, 9 de agosto de 2023

LA VIDA DE JUAN GRABOIS


ELECCIONES
2023
Juan Grabois
Los dilemas del piquetero del Papa

Astrid Pikielny
Juan Grabois podría acreditar dos partidas de nacimiento. La que certifica que acaba de cumplir 40 años, el 23 de mayo, tantos como la recuperada democracia argentina. Y la otra, intangible y simbólica, que refleja su alumbramiento como dirigente social. Sucedió con el Big Bang de 2001, cuando comenzó a asistir y organizar a los cartoneros que la crisis había expulsado del sistema. Todavía estaba muy lejos de recibirse de abogado, pero se presentaba como “defensor” de los detenidos en comisarías con los carros confiscados, en tiempos en que el cartoneo era una actividad ilegal. Dejó su casa familiar tempranamente. Tenía 18 años. Quería hacer la suya y se fue a trabajar a un call center. Resignó un pasar acomodado, que incluía también una vida social en San Isidro. Su trayectoria escolar había sido accidentada: cursó en varios colegios, pero completó la secundaria en el colegio privado, católico y bilingüe Godspell. Rebelde, irreverente, con problemas de adaptación y atención, con un historial de sanciones por mal comportamiento y discusiones con docentes y directivos, Grabois no se destacó como alumno en la secundaria, pero luego obtuvo una Licenciatura en Ciencias Sociales por la Universidad de Quilmes y otra de Derecho en la Universidad de Buenos Aires. Como abogado hizo divorcios y ganó “buena plata”; también se dedicó al derecho laboral, le contó a Santiago Siri en una entrevista.PRIMERAS PROTESTAS. Con la crisis de 2001 salió a la calle en defensa de los expulsados y luego encarnó los más diversos reclamos
“Escribir, publicar y traducir”, dice, es lo que más le gusta. Estudió traductorado de inglés y escribió varios libros editados por multinacionales; el último se titula Los peores (Sudamericana). En 2021 estudió psicología criminal. Quiso hacerlo para “entender más a los políticos”, según argumentó. Desde que se fue de la casa de sus padres tuvo varios trabajos, en blanco y en negro, como empleado y como autónomo. Fue profesor particular para alumnos de la ORT, telemarketer, vendedor técnico y analista funcional de software de administración documental para una empresa nacional de IT. La informática lo apasionaba. Cuando tenía 14 años empezó a programar en C. En esos años se hizo amigo de un argentino que terminó hackeando el Pentágono y, después de firmar un acuerdo de colaboración con el FBI, se convirtió en un importante empresario de seguridad informática. Tanto le gustaba la tecnología que trató de hackear el Correo Central para conocer anticipadamente el resultado de las elecciones de 1999, en las que finalmente se impuso la Alianza. “Quise ingresar al sistema del Correo Central para ver el cómputo antes y me cortaron internet porque lo hice mal. Detectaron el intento de ingreso y me cortaron el acceso. No llegué a cometer ningún delito”, contó. No sería la última de sus rebeldías inconclusas. Su interés por las mujeres, señala, desplazó la obsesión por los sistemas. Tenía 15 años cuando se enamoró. Ese amor de la adolescencia perduró: es su esposa y la madre de sus tres hijos. Es tan reservado con su vida privada y familiar que hace lo imposible porque no se conozcan fotos de su círculo íntimo. Tampoco hace mención a sus padres, separados desde hace años: Olga Isabel Gismondi, médica pediatra, y Roberto “Pajarito” Grabois, un histórico dirigente peronista que en los 70 lideró la Federación Estudiantil Nacional (FEN) y en los 90 trabajó para Carlos Menem. De su madre heredó la devoción religiosa como católico practicante. De su padre, el activismo político.
SU PADRE. El piquetero no hace referencias a Roberto “Pajarito” Grabois, un histórico dirigente peronista que en los 70 lideró la Federación Estudiantil Nacional y en los 90 trabajó para Menem
Durante años circuló la información falsa de que Grabois es hijo de Matilde Svatetz, presidenta del PAMI durante la gestión menemista. La exfuncionaria estuvo casada con Grabois padre, en efecto, pero una década antes de que naciera Juan. Desde sus redes sociales, Grabois padre difunde las actividades de su hijo, ahora en plena campaña política, a quien menciona como “Juan 23” o “Juan XXIII”, en un juego de sentidos que remiten también al “Papa Bueno”: el Pontífice progresista que renovó la Iglesia Católica y fue canonizado por Jorge Bergoglio. Su pontificado fue breve, pero cambió el curso de la historia. La sombra del Papa Hay que rastrear en el vínculo con Bergoglio el germen de Grabois como dirigente político de cierta relevancia. Se conocieron cuando el actual Papa era arzobispo de Buenos Aires y se interesó por el trabajo de los dirigentes sociales que trabajaban en asentamientos de la ciudad. Grabois era un activista de raíces peronistas que estaba lejos de integrar el círculo militante del kirchnerismo. Su defensa de los cartoneros le había dado un suceso personal en 2005 cuando batalló para incluir en la ley porteña de Basura Cero un artículo que le daba estatus legal a la actividad. Pero fue el cónclave cardenalicio de 2013 que convirtió a Bergoglio en Francisco el parteaguas en la carrera pública del joven dirigente. Empezó a viajar con regularidad a Roma y a participar en los encuentros de juventudes que organizaba el Vaticano bajo los aires de renovación provenientes del “fin del mundo”. En 2015 Grabois fue nombrado consultor del Pontificio Consejo de Justicia y Paz. La figura de ese hombre de apenas 32 años empezó a resaltar y se magnificó con la asunción de Mauricio Macri. Para entonces ya había fundado el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
CERCA DE FRANCISCO. El actual Papa se interesó por el trabajo de los dirigentes sociales cuando era arzobispo de Buenos Aires; el piquetero viajó a Roma en diversas oportunidades
El gobierno de Cambiemos lo identificó como un posible interlocutor amigable en el mundo de los piqueteros. El menos contaminado del kirchnerismo, creían. De paso, lo suponían un canal válido para limar la aspereza con que el Papa argentino dio la bienvenida a la administración macrista. Era habitual en aquellos días verlo reunido amablemente con los ministros Marcos Peña, Carolina Stanley o Jorge Triaca, a quien lo unía sus lazos con la Iglesia. También con el influyente vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. Quienes mantuvieron reuniones con él en aquellos días trazan un retrato. A diferencia de los piqueteros que “usaban los temas sociales para negociar cuestiones políticas partidarias y ocupar cargos públicos” -como Emilio Pérsico o Fernando “Chino” Navarro- consideran que Grabois “intentaba guardar coherencia entre su prédica y sus posturas prácticas”. Explica uno de esos funcionarios: “Me daba una sensación de mayor franqueza en la defensa de lo que él creía, pero en su afán por hacer crecer la Confederación de Trabajadores a veces había un rejunte de personas que no guardaban esta fidelidad y coherencia entre lo que decían defender y cómo se comportaban”. Otros lo retratan como “una persona errática, una personalidad vulnerable y volátil”. Esa imprevisibilidad, dicen, hacía que se pudiera compartir con él una charla profunda y en armonía a pesar de las muchísimas diferencias, “pero también podía haber escalada de gritos y discusiones irascibles”.
DIÁLOGO CON DIRIGENTES DE PRO. Cuando Cambiemos llegó al poder, era habitual ver a Grabois reunido amablemente con funcionarios de Macri
El camino hacia Cristina Un quiebre en la etapa macrista fue la multitudinaria marcha “Paz, Pan, Tierra, Techo y Trabajo", que lideró el 7 de agosto desde San Cayetano hacia la Plaza de Mayo. Ese día nació el denominado Triunvirato Cayetano, que Grabois integró junto a Daniel Menéndez (Barrios de Pie) y Carlos Alderete (CCC). Precuela del sindicato de la informalidad bautizado en 2019 Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Desde esa plataforma impulsó de manera recurrente la instauración de un salario universal. Nunca encontró agua en esa pileta. Mientras, las organizaciones ganaban poder en la intermediación de los fondos millonarios que el Estado reparte en materia de ayuda social. La siguiente encarnación de Grabois ocurriría casi dos años después, el 13 de agosto de 2018, cuando sorpresivamente apareció en Comodoro Py, al lado de Cristina Kirchner, el día en que el juez Claudio Bonadio la citó a declarar por el caso de los cuadernos de las coimas. Fue el cruce de un Rubicón: su conversión al kirchnerismo fue un proceso sin retorno. Grabois se reconoce atravesado por dos corrientes: el humanismo y el catolicismo. Se opuso a la ley de aborto legal y gratuito, sancionada en 2020, mientras los principales referentes de su espacio Frente Patria Grande dieron su apoyo. En Twitter (o X), Grabois solo sigue a una persona, el papa Francisco, el mismo que lo menciona por su nombre de pila, con el que tiene un trato cariñoso y que en 2021 lo designó miembro del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. Una suerte de “ministerio” social de la Santa Sede, que lleva a la distancia y ad honorem.
CONVERSIÓN. Su construcción social y el acercamiento al kirchnerismo derivaron en la fundación del Frente Patria Grande, el espacio que lidera
La gran crisis 2001. Desde las ventanas de su departamento en Barrio Norte, Grabois observa las oleadas de hombres y mujeres, metidos en la basura, en busca de cartones para sobrevivir. Suele decir que esa visión le cambió la vida. Comenzó a asistir a los cartoneros con algo caliente para tomar o comer y terminó organizándolos en cooperativas. Convivió siempre con esa dualidad de chico de familia acomodada y defensor de los desvalidos. Hasta con episodios casi risibles, como cuando despotricó en público contra las condiciones laborales de la empresa Nike y poco después se viralizaron fotos de él usando zapatillas con el símbolo de la pipa. Su construcción social y el acercamiento al kirchnerismo derivaron en la fundación del Frente Patria Grande, un partido integra el actual oficialismo y que tiene representación en el Congreso de la Nación con tres diputados: Itai Hagman, coordinador de la campaña presidencial de Grabois, y los referentes sociales Federico Fagioli y Natalia Zaracho, quien empezó a cartonear a los 9 años. También promovió políticamente a Ofelia Fernández, quien terminó ocupando una banca en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires a los 19 años. Grabois mostró capacidad de presión y movilización. Las marchas pueden ser multitudinarias. Como otros movimientos sociales, tienen la capacidad de ganar la calle y trastocarlo todo. Son la pesadilla de todos los gobiernos. Nunca fue funcionario público, pero en la gestión de Alberto Fernández ha logrado introducir funcionarios leales a él en distintos ministerios. Ha tenido trato frecuente con presidentes, ministros, gobernadores e intendentes. Reivindica los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y considera fracasado al de Fernández. Son varias las acciones que lo colocaron en el centro de la agenda mediática, entre ellas, la ocupación de la estancia Casa Nueva, de la familia de Luis Miguel Etchevehere, expresidente de la Sociedad Rural y exministro de Agroindustria durante el gobierno de Macri, ubicada en la provincia de Entre Ríos. Con las tierras en litigio familiar, una de sus herederas, Dolores Etchevehere ingresó en la estancia con Grabois y otros militantes y activistas del Proyecto Artigas para promover “el desarrollo de una experiencia agroecológica que produzca alimentos sanos a precios justos”. Los hermanos y la madre de Dolores lo acusaron por usurpación y denunciaron también la participación de funcionarios nacionales en la toma. La disputa familiar por los derechos sucesorios escaló y el acampe concentró la atención nacional. Luego de varios días y una intervención de la Justicia, los ocupantes se retiraron de la estancia. En diciembre de 2020, una delegación encabezada por Grabois irrumpió en la estancia del magnate británico Joe Lewis, en Lago Escondido, cerca de Bariloche. "El objetivo de la intervención es denunciar que la mansión del empresario funciona como sede de un estado paralelo donde se llevan adelante negociados espurios entre altos funcionarios del Poder Judicial, político y mediático, como quedó demostrado tras la filtración de chats en el que pedían dádivas, incitaban a falsificar facturas y a realizar operaciones mediáticas para explicar su viaje al Sur", afirmaron desde el Frente Patria Grande. También se retiró a los pocos días, después de acampar a la orilla del lago y quedar empapado por el agua de los aspersores que regaban el jardín.
EN EL CENTRO DE LA ESCENA. Del reclamo por un salario básico universal al Proyecto Artigas, Grabois muestra capacidad de presión y movilización
El candidato El nacimiento de Grabois candidato lo obligó a adaptarse a la lógica de la política profesional, que incluye marchas, contramarchas, traiciones y lealtades. “Si no van Wado o Cristina, juego”, decía. Por eso, primero apoyó a Eduardo “Wado” de Pedro en una candidatura de una lista única que parecía confirmada. Hacía un año que venían recorriendo juntos el país, con encuentros y debates para delinear el “Plan de Desarrollo Humano Integral”. Con la candidatura de De Pedro, el referente social desistió de la competencia electoral. Duró un suspiro: hasta que en Unión por la Patria se oficializó la fórmula que encabeza Sergio Massa. Lo rechazó airadamente y en pocas horas consiguió -con una oportuna ayuda del kirchnerismo- los avales necesarios para oficializar su candidatura y competir en las PASO presidenciales. ¿Rival a cara de perro o cómplice de una jugada para evitar fugas de voto kirchnerista hacia la izquierda? Para desmentir lo segundo activó un cronograma vertiginoso que incluye recorridos en barriadas, cooperativas y escuelas, reuniones con dirigentes políticos y la cúpula de la CGT y un raid de entrevistas con periodistas e influencers. La cuenta regresiva de las PASO así lo impone.FIEL. Grabois, quien suele participar de la tradicional procesión de San Cayetano para llevar sus pedidos, se consolidó como un referente de demandas sociales
Grabois sabe que no asumirá como presidente el 10 de diciembre, pero busca condicionar a su contrincante en la interna. Compañeros de militancia de Grabois insisten en que la suya no es una candidatura testimonial. Por el contrario, en su fórmula con Paula Abal Medina, Grabois busca devolverle a una “fuerza popular sus banderas históricas”. El peronismo extravió su camino y él, dice, quiere recordarle su sentido y orientación. El kirchnerismo lo bendijo para competir. Una fuente que entra y sale del Instituto Patria sin anunciarse confirmó que fue la propia Cristina Kirchner la que dio luz verde a su candidatura, por mucho que haya evitado fotografiarse con él durante la campaña. “Díganle a Grabuá que compita”, fue el mensaje. Una manera, también, de recordarle al ministro de Economía que no encarna el espíritu de toda la fuerza.
Sabe que sus votos terminarán desembocando en Massa, a quien llamó “vendepatria”, aquel que selló un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que él abomina, quien se mueve como pez en el agua en el “círculo rojo y el capital concentrado”, quien, considera, se somete a todos los rituales de “sumisión frente a los poderosos”. Él quiere mostrarse distinto. Como cuando se negó a visitar al embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, en su palacio. Pronto matizó el gesto: lo recibió en sus propias oficinas y con fotógrafos que retrataron la escena.”VENDEPATRIA”. Así llamó Grabois a Massa, con quien compartió escenario en el último acto del 25 de mayo
Si la fórmula encabezada por Massa es la que “representa al capitalismo de amigos y los mercados, al 1 por ciento privilegiado y a los poderes externos”, la de Grabois y Abal Medina aspira a ser la voz de “pibes, pibas, gente del pueblo sencillo que la pelea desde el subsuelo de la Patria, los laburantes, las barriadas, las comunidades, el campo pobre y las organizaciones libres del pueblo”. Busca representar a los “miles de disconformes dentro Unión por la Patria con la fórmula que encabeza Massa”. Así lo dice en la carta pública en la que reivindica los 12 años de kirchnerismo -los períodos de Néstor y Cristina Kirchner- y marca sus diferencias con el gobierno de Alberto Fernández, al que considera una claudicación. El marcador de la cuenta regresiva se acerca a cero. En cinco días, las PASO revelarán el misterio: Grabois sabrá cuántas personas quieren, como él, salir “de la resignación y el pragmatismo y recuperar la esperanza”. Se prepara, eso sí, para arriar sus banderas, al menos en octubre, cuando tenga que votar a Massa, porque, como decía el general Perón, primero está el movimiento y después los hombres.

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