Más protagonismo a la Fuerza Aérea en la nueva cúpula de las FF.AA.
Milei nombró al brigadier general Isaac al frente del Estado Mayor Conjunto
Mariano de Vedia
En el último día hábil del año, el presidente Javier Milei firmó los decretos que determinan la nueva conducción de las Fuerzas Armadas. Más allá de los nombres, la novedad es que la Fuerza Aérea tomará el control del Estado Mayor Conjunto, el máximo organismo de la estructura castrense. Así, el brigadier general Xavier Julián Isaac, actual jefe aeronáutico, sucederá al teniente general Juan Martín Paleo. En tiempos de escasez de recursos –“no hay plata”, es la consigna en la Casa Rosada–, tendrá el desafío de responder a la demanda de mejores salarios, especialmente la equiparación de los haberes del personal militar con las fuerzas de seguridad, y la incorporación de unidades para mejorar el equipamiento.
Milei definió la conducción militar en cuatro decretos, refrendados por el ministro de Defensa, Luis Petri, y al frente del Ejército estará el general de brigada Carlos Alberto Presti, de 57 años, quien se desempeña como comandante de la IV Brigada Aerotransportada, con asiento en Córdoba, y fue director del Colegio Militar de la Nación. Formado en el arma de Infantería, pertenece a la promoción 118 del Ejército,
En la Armada asumirá el contralmirante Carlos María Allievi, de 58 años, actual comandante de la Flota de Mar. Entre otras misiones, fue agregado naval en Washington y segundo comandante operacional del Estado Mayor Conjunto.
El nuevo jefe de la Fuerza Aérea será el brigadier mayor Fernando Luis Mengo, de 55 años, actual comandante de Adiestramiento y Alistamiento de la fuerza. Fue secretario general aeronáutico y agregado de Defensa en la embajada argentina en el Reino Unido.
Auditoría militar
Confirmadas las designaciones, el ministro Petri ya tiene una misión del presidente Milei. En el proyecto de ley ómnibus enviado al Congreso se dispone formar una comisión especial para “auditar la totalidad del sistema de defensa nacional, con el fin de determinar su estado de alistamiento y su capacidad para cumplir la misión encomendada”.
De aprobarse la norma, la medida implicará una auditoría sobre las Fuerzas Armadas. Petri deberá presentar en tres meses un informe preliminar ante las comisiones de Defensa del Congreso y tendrá que tener en seis meses el informe definitivo.
La realización de la auditoría está contemplada en el artículo 347 del proyecto de ley de “bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”. No se detalla cómo deberá integrarse esa comisión especial, pero se determina que quedará disuelta al terminar ese plazo de seis meses. La decisión de avanzar con una auditoría sorprendió en el Ministerio de Defensa y no se tiene en claro la forma en que se instrumentará ni sus alcances.
Petri ya tiene militares retirados en su equipo. Entre ellos se destacan el teniente general Claudio Pasqualini, que fue jefe del Estado Mayor General del Ejército entre febrero de 2018 y febrero de 2020, que ocupará la Secretaría de Estrategia y Asuntos Militares, y el teniente coronel Carlos Federico Becker Fioretti, con experiencia en el área de logística internacional y procesos de compra en el Ejército, quien actuará como jefe del gabinete de asesores del ministro.
Sectores castrenses perciben una influencia de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la conformación del gabinete de Petri y estiman muy distante la eventual gravitación de la vicepresidenta Victoria Villarruel. Atribuyen influencia en la definición de la cúpula militar a otra mujer: Karina Milei, la hermana del Presidente y secretaria general de la Presidencia.
La “ley ómnibus” también plantea cambios en el otorgamiento de los permisos de pesca, un tema sensible en el Atlántico Sur, por las persistentes infracciones de pesqueros ilegales en la zona económica exclusiva. El proyecto establece que los permisos de pesca no podrán tener un tratamiento diferencial por el origen de los buques, su antigüedad o la mano de obra que empleen.
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La inflación pegó duro en diciembre y vienen más ajustes
Lideraron los alimentos, pero aún faltan las tarifas y el transporte
Esteban Lafuente
En noviembre, la suba interanual de los alimentos fue de 183,6%
El reciente paquete de medidas del presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, incluyó una suba del dólar oficial de más del 100%; un ajuste del cepo cambiario y de los recargos para el acceso a divisas; un cambio en el blend de cotizaciones al que acceden los exportadores, y el fin de los acuerdos de precios. Con todo, al impacto que esto tuvo en alimentos, ropa y gastronomía aún hay que sumarle otros rubros.
“Voy a liberar todos los precios que pueda”, dijo el presidente Javier Milei a pocos días de su asunción. “Hay problemas de inflación reprimida”, insistió después ante periodistas, al analizar los efectos de su “plan de shock” y las consecuencias inmediatas de sus primeras medidas y anticipar una aceleración en la suba de los precios que hoy golpea en el bolsillo de los argentinos. Más tarde, Caputo subrayó el mensaje: “Van a ser meses de inflación dura y difícil”, anticipó, al prever las consecuencias de este esquema.
Las medidas sumaron combustible a un alza del costo de vida que venía acelerada y llevarían al IPC de diciembre por encima del 25%. Así lo reflejan las estimaciones de consultoras privadas que monitorean la evolución de los precios, en una tendencia que de corto plazo arroja una paradoja: las mayores remarcaciones se dieron en el rubro alimentos, que en lo que va del año había tenido subas superiores a la inflación promedio.
Según los números del Indec, la categoría alimentos y bebidas acumuló en noviembre una suba interanual del 183,6%, mientras que el IPC se incrementó el 160,9%. Es decir, este rubro, el de mayor ponderación dentro de la canasta del organismo y el más sensible para el bolsillo de los hogares argentinos, tuvo una suba de 22,7 puntos porcentuales por encima del promedio de los precios. Recreación y cultura, restaurantes y hoteles y equipamiento del hogar fueron otros de los rubros “adelantados” frente al promedio de los precios.
La tendencia se replica en una mirada más amplia: durante la gestión de Alberto Fernández, la categoría alimentos y bebidas no alcohólicas subió 16 puntos porcentuales más que la inflación promedio. En esta película, los ganadores fueron la ropa y el calzado, con una suba acumulada que resulta más alta (44%) que la inflación, y los restaurantes (30%), de acuerdo con un informe de la consultora LCG.
Dinámicas del mercado, regulaciones burocráticas y liberalización de precios se combinaron para un contexto de correcciones incompletas: mientras rubros como las tarifas de los servicios públicos o el transporte aún no se movieron (si bien en este último rubro se confirmaron alzas en colectivos y trenes en enero), la dinámica inflacionaria de diciembre refleja un reacomodamiento hacia arriba de segmentos que ya venían subiendo antes del cambio de gobierno y su nuevo enfoque económico.
“Lo que vemos en diciembre sobre alimentos es un doble efecto. En primer lugar, se terminaron los programas de regulación como Precios Justos y muchas empresas tomaron decisiones de ‘blanquear’ precios”, dice el economista Sebastián Menescaldi, director asociado de Eco Go, en referencia a ajustes de listas de precios de firmas que planteaban atrasos en sus valores de venta y registraron remarcaciones del 50% el mes pasado.
“El segundo es la devaluación. Hubo un traslado por el aumento de los costos, como en el caso de la carne, donde el dólar impacta en el costo de la alimentación y los rubros exportables. Eso presiona sobre el precio de los alimentos”, agrega el analista, en referencia al salto del tipo de cambio oficial, que pasó de $400 a $820.
Es un combo de factores el que se combina para la disparada de uno de los segmentos que más pesan en el bolsillo de los argentinos. La ola de remarcaciones tras la caída de los “acuerdos” y controles de precios tras el balotaje se profundizó luego de la devaluación, que en rigor generó una suba del dólar exportador (era de alrededor de $650, en el esquema 50-50 planteado por Massa hasta el final de su gestión, y hoy se ubica por encima de $800 con el modelo 80-20 que implementó Caputo).
El mismo escenario presiona a la inversa sobre las importaciones: la devaluación y el incremento del impuesto PAIS (la alícuota es del 15%) impactaron en el costo de algunos insumos y otros bienes importados. Al mismo tiempo, todavía no se oficializaron las retenciones a las exportaciones que podrían compensar parte de la suba del tipo de cambio sobre los precios del mercado interno.
Según Eco Go, la inflación acumulada en las últimas cuatro semanas en el segmento alimentos y bebidas fue del 37,5%, con especial impacto en carnes (45%), lácteos y huevos (41%) y panificados, cereales y pastas (36,5%).
“La inercia, la especulación, el salto en el tipo de cambio suenan como grandes protagonistas de los aumentos de diciembre”, suma la economista Florencia Iragui, analista de la consultora LCG. Según sus relevamientos, la categoría Alimentos y bebidas concentró en las últimas cuatro semanas las mayores subas del año: 7,4%, 6,1%, 11,5% y 7,1%, respectivamente. La firma comparte otro dato que ilustra la aceleración inflacionaria: cuatro de cada 10 precios de la canasta relevada tuvieron subas semanales.
Según Menescaldi, esta dinámica de aceleración inflacionaria en alimentos podría tener retrocesos en el corto plazo. “Probablemente, hay rubros que se pasaron de rosca y empiecen a volver”, dice sobre algo que ya se ve, por ejemplo, en el precio de la carne y la hacienda en pie. “Tuvo un movimiento claro: una suba muy fuerte y después retrajeron porque la demanda no lo convalidó”, explica.
A su vez, advierte sobre el impacto de la suba de precios en el consumo y en la actividad de empresas y comercios. “Quizás haya empresas que estos meses venderán menos. Se verá que cae la demanda, bajan la producción y las importaciones, y muchas empresas van a empezar a usar stocks y a desacumular”, advierte.
Mientras tanto, el fogonazo inflacionario de diciembre, que también incluyó remarcaciones en rubros sensibles al tipo de cambio como los combustibles o los precios de los pasajes aéreos, no comprende la totalidad de los “reacomodamientos” sobre los que advirtió Milei antes de su asunción, como el transporte de pasajeros o las tarifas de servicios públicos (electricidad, gas).
Según el informe de LCG, la categoría transporte subió, entre diciembre de 2022 y noviembre de 2023, 24 puntos menos que la inflación general, y el segmento tarifas (vivienda, agua, electricidad y otros) acumuló un retraso de 19%.
Son los “perdedores” de 2023, en una tendencia similar a lo que dejó el gobierno de Alberto Fernández. En ese período, los rubros comunicaciones y tarifas aumentaron un 42% menos que la inflación promedio. Transporte, en tanto, se atrasó un 21%, al igual que educación (14%) y salud (11%). Sin embargo, este mes subirán 45% los pasajes de colectivos y trenes del AMBA (ver aparte).
“Los precios relativos se ajustan de a poco, y no se puede hacer todo de repente. Salud recompone en enero; educación, en marzo. Y en tarifas hay cierta normativa y demora”, explica Menescaldi. En este último punto, el Gobierno ya dio el primer paso, con la convocatoria a audiencias públicas para el 8 de este mes, en un calendario que presionará aún más sobre la inflación en los meses que vienen. Y golpeará otro precio que, según Menescaldi, también quedó atrasado: el salario.
Se demoran los nuevos valores del boleto de colectivo
Una cuestión técnica podría demorar la puesta en marcha del ajuste en las tarifas del transporte de colectivos anunciado por la Secretaría de transporte el viernes pasado y que debía entrar en vigor ayer. la primera alerta la dio la asociaciónargentina de empresarios del transporte automotor (aaeta), al escribir lo siguiente en la red social X: “es posible que el ajuste al nuevo cuadro tarifario, que lleva el boleto mínimo a $77, demore algunos días, ya que aún no han sido cargados los nuevos cuadros tarifarios SUBe en las validadoras de los colectivos. No tenemos precisiones todavía”. ante la consulta de la nacion, empresarios del sector y fuentes oficiales confirmaron que, efectivamente, la implementación del nuevo cuadro tarifario está demorada. “Sí, es así, ya que aún no fueron ejecutadas desde Nación Servicios las tareas que actualizan los sistemas de la tarjeta SUBe, por lo cual se activará en los próximos días”, señalaron. asimismo, explicaron que la Secretaría de transporte tiene que dar la orden a Nación Servicios para que se carguen los nuevos cuadros tarifarios. “estimamos que el miércoles [por mañana] habrá novedades”, indicaron en el sector empresarial. tal como informó el jueves la nacion pasado, el gobierno decidió que desde ayer la tarifa mínima de transporte urbano automotor deberá pasar de $52,96 a $76,92, es decir, un 45% de incremento.
El reciente paquete de medidas del presidente Javier Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, incluyó una suba del dólar oficial de más del 100%; un ajuste del cepo cambiario y de los recargos para el acceso a divisas; un cambio en el blend de cotizaciones al que acceden los exportadores, y el fin de los acuerdos de precios. Con todo, al impacto que esto tuvo en alimentos, ropa y gastronomía aún hay que sumarle otros rubros.
“Voy a liberar todos los precios que pueda”, dijo el presidente Javier Milei a pocos días de su asunción. “Hay problemas de inflación reprimida”, insistió después ante periodistas, al analizar los efectos de su “plan de shock” y las consecuencias inmediatas de sus primeras medidas y anticipar una aceleración en la suba de los precios que hoy golpea en el bolsillo de los argentinos. Más tarde, Caputo subrayó el mensaje: “Van a ser meses de inflación dura y difícil”, anticipó, al prever las consecuencias de este esquema.
Las medidas sumaron combustible a un alza del costo de vida que venía acelerada y llevarían al IPC de diciembre por encima del 25%. Así lo reflejan las estimaciones de consultoras privadas que monitorean la evolución de los precios, en una tendencia que de corto plazo arroja una paradoja: las mayores remarcaciones se dieron en el rubro alimentos, que en lo que va del año había tenido subas superiores a la inflación promedio.
Según los números del Indec, la categoría alimentos y bebidas acumuló en noviembre una suba interanual del 183,6%, mientras que el IPC se incrementó el 160,9%. Es decir, este rubro, el de mayor ponderación dentro de la canasta del organismo y el más sensible para el bolsillo de los hogares argentinos, tuvo una suba de 22,7 puntos porcentuales por encima del promedio de los precios. Recreación y cultura, restaurantes y hoteles y equipamiento del hogar fueron otros de los rubros “adelantados” frente al promedio de los precios.
La tendencia se replica en una mirada más amplia: durante la gestión de Alberto Fernández, la categoría alimentos y bebidas no alcohólicas subió 16 puntos porcentuales más que la inflación promedio. En esta película, los ganadores fueron la ropa y el calzado, con una suba acumulada que resulta más alta (44%) que la inflación, y los restaurantes (30%), de acuerdo con un informe de la consultora LCG.
Dinámicas del mercado, regulaciones burocráticas y liberalización de precios se combinaron para un contexto de correcciones incompletas: mientras rubros como las tarifas de los servicios públicos o el transporte aún no se movieron (si bien en este último rubro se confirmaron alzas en colectivos y trenes en enero), la dinámica inflacionaria de diciembre refleja un reacomodamiento hacia arriba de segmentos que ya venían subiendo antes del cambio de gobierno y su nuevo enfoque económico.
“Lo que vemos en diciembre sobre alimentos es un doble efecto. En primer lugar, se terminaron los programas de regulación como Precios Justos y muchas empresas tomaron decisiones de ‘blanquear’ precios”, dice el economista Sebastián Menescaldi, director asociado de Eco Go, en referencia a ajustes de listas de precios de firmas que planteaban atrasos en sus valores de venta y registraron remarcaciones del 50% el mes pasado.
“El segundo es la devaluación. Hubo un traslado por el aumento de los costos, como en el caso de la carne, donde el dólar impacta en el costo de la alimentación y los rubros exportables. Eso presiona sobre el precio de los alimentos”, agrega el analista, en referencia al salto del tipo de cambio oficial, que pasó de $400 a $820.
Es un combo de factores el que se combina para la disparada de uno de los segmentos que más pesan en el bolsillo de los argentinos. La ola de remarcaciones tras la caída de los “acuerdos” y controles de precios tras el balotaje se profundizó luego de la devaluación, que en rigor generó una suba del dólar exportador (era de alrededor de $650, en el esquema 50-50 planteado por Massa hasta el final de su gestión, y hoy se ubica por encima de $800 con el modelo 80-20 que implementó Caputo).
El mismo escenario presiona a la inversa sobre las importaciones: la devaluación y el incremento del impuesto PAIS (la alícuota es del 15%) impactaron en el costo de algunos insumos y otros bienes importados. Al mismo tiempo, todavía no se oficializaron las retenciones a las exportaciones que podrían compensar parte de la suba del tipo de cambio sobre los precios del mercado interno.
Según Eco Go, la inflación acumulada en las últimas cuatro semanas en el segmento alimentos y bebidas fue del 37,5%, con especial impacto en carnes (45%), lácteos y huevos (41%) y panificados, cereales y pastas (36,5%).
“La inercia, la especulación, el salto en el tipo de cambio suenan como grandes protagonistas de los aumentos de diciembre”, suma la economista Florencia Iragui, analista de la consultora LCG. Según sus relevamientos, la categoría Alimentos y bebidas concentró en las últimas cuatro semanas las mayores subas del año: 7,4%, 6,1%, 11,5% y 7,1%, respectivamente. La firma comparte otro dato que ilustra la aceleración inflacionaria: cuatro de cada 10 precios de la canasta relevada tuvieron subas semanales.
Según Menescaldi, esta dinámica de aceleración inflacionaria en alimentos podría tener retrocesos en el corto plazo. “Probablemente, hay rubros que se pasaron de rosca y empiecen a volver”, dice sobre algo que ya se ve, por ejemplo, en el precio de la carne y la hacienda en pie. “Tuvo un movimiento claro: una suba muy fuerte y después retrajeron porque la demanda no lo convalidó”, explica.
A su vez, advierte sobre el impacto de la suba de precios en el consumo y en la actividad de empresas y comercios. “Quizás haya empresas que estos meses venderán menos. Se verá que cae la demanda, bajan la producción y las importaciones, y muchas empresas van a empezar a usar stocks y a desacumular”, advierte.
Mientras tanto, el fogonazo inflacionario de diciembre, que también incluyó remarcaciones en rubros sensibles al tipo de cambio como los combustibles o los precios de los pasajes aéreos, no comprende la totalidad de los “reacomodamientos” sobre los que advirtió Milei antes de su asunción, como el transporte de pasajeros o las tarifas de servicios públicos (electricidad, gas).
Según el informe de LCG, la categoría transporte subió, entre diciembre de 2022 y noviembre de 2023, 24 puntos menos que la inflación general, y el segmento tarifas (vivienda, agua, electricidad y otros) acumuló un retraso de 19%.
Son los “perdedores” de 2023, en una tendencia similar a lo que dejó el gobierno de Alberto Fernández. En ese período, los rubros comunicaciones y tarifas aumentaron un 42% menos que la inflación promedio. Transporte, en tanto, se atrasó un 21%, al igual que educación (14%) y salud (11%). Sin embargo, este mes subirán 45% los pasajes de colectivos y trenes del AMBA (ver aparte).
“Los precios relativos se ajustan de a poco, y no se puede hacer todo de repente. Salud recompone en enero; educación, en marzo. Y en tarifas hay cierta normativa y demora”, explica Menescaldi. En este último punto, el Gobierno ya dio el primer paso, con la convocatoria a audiencias públicas para el 8 de este mes, en un calendario que presionará aún más sobre la inflación en los meses que vienen. Y golpeará otro precio que, según Menescaldi, también quedó atrasado: el salario.
Se demoran los nuevos valores del boleto de colectivo
Una cuestión técnica podría demorar la puesta en marcha del ajuste en las tarifas del transporte de colectivos anunciado por la Secretaría de transporte el viernes pasado y que debía entrar en vigor ayer. la primera alerta la dio la asociaciónargentina de empresarios del transporte automotor (aaeta), al escribir lo siguiente en la red social X: “es posible que el ajuste al nuevo cuadro tarifario, que lleva el boleto mínimo a $77, demore algunos días, ya que aún no han sido cargados los nuevos cuadros tarifarios SUBe en las validadoras de los colectivos. No tenemos precisiones todavía”. ante la consulta de la nacion, empresarios del sector y fuentes oficiales confirmaron que, efectivamente, la implementación del nuevo cuadro tarifario está demorada. “Sí, es así, ya que aún no fueron ejecutadas desde Nación Servicios las tareas que actualizan los sistemas de la tarjeta SUBe, por lo cual se activará en los próximos días”, señalaron. asimismo, explicaron que la Secretaría de transporte tiene que dar la orden a Nación Servicios para que se carguen los nuevos cuadros tarifarios. “estimamos que el miércoles [por mañana] habrá novedades”, indicaron en el sector empresarial. tal como informó el jueves la nacion pasado, el gobierno decidió que desde ayer la tarifa mínima de transporte urbano automotor deberá pasar de $52,96 a $76,92, es decir, un 45% de incremento.
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