viernes, 29 de abril de 2016

TECNOLOGÍA....UN VIVALDI QUE NO ES MÚSICO


Se basa en el mismo código fuente de Chrome y, pese a que el mercado está saturado de browsers, tiene virtudes atractivas para los usuarios que trabajan con la Web
Contra todo posible pronóstico, tenemos un nuevo navegador Web en el barrio. No, no te caíste por una fractura temporal y aterrizaste en 1998. Ni en 2008. Estamos en 2016, es abril, y el Chrome se quedó con la parte del león (casi 70% de participación de mercado), con Firefox, mi favorito, bien atrás (18%), y el Internet Explorer, alguna vez el rey y hoy discontinuado, casi último (6%). Estas estadísticas están sujetas a un número de variaciones, observaciones y problemas, pero indican, grosso modo, el mapa de situación de los browsers. ¿Y quién está último? Opera, por supuesto, con poco más del 1% del mercado.
Pues bien, el cofundador y ex director ejecutivo de Opera, el islandés Jon Stephenson von Tetzchner, acaba de lanzar Vivaldi, que llamó la atención más que nada porque si hay algo que no hace falta en este momento es otro navegador. Pero lo mismo se dijo de Chrome, y ahí lo tienen, liderando la manada. Hay una diferencia crucial, sin embargo. De la misma forma que en los '90 el Internet Explorer creció sin parar porque venía (y viene) instalado con Windows, el Chrome medró de la mano de la dominación que Google ejerce sobre la Web y sobre los móviles, con Android. Es un milagro que la Fundación Mozilla todavía mantenga cerca del 20% de participación. En realidad, no es un milagro. Firefox es, según mi experiencia diaria, un mejor browser en casi todos los aspectos.
La página de inicio de Vivaldi; arriba a la izquierda, varias pestañas agrupadas.
Vivaldi se basa en Chromium, el código fuente que también está detrás de Chrome, y se encuentra disponible para Windows, Mac y Linux en 32 y 64 bits. Bajo Linux, no es capaz de reproducir Netflix, lo mismo que ocurre con Chromium y Firefox; es menester seguir usando Chrome, en ese caso. Dicho esto, no parece que haya muchos argumentos para apostar por el nuevo navegador. Pero Vivaldi viene con una serie de características muy interesantes para los usuarios intensivos de la Web. Es decir, la mayoría de nosotros.
De memoria
Pero primero, las malas noticias. Los navegadores no son lo que solían ser. Porque la Web no es lo que solía ser. Un browser ya no funciona como otra aplicación de Escritorio. Ahora se parece más a un sistema operativo; no lo es, estrictamente hablando, y no debe confundírselo con proyectos como Chromium OS o Firefox OS, que usan además un núcleo de Linux. Pero un navegador acumula en la actualidad capacidades que lo colocan cerca de dicha categoría. Por eso, no sólo podemos ver texto e imágenes, como al principio, sino también ejecutar aplicaciones en la Nube (como las redes sociales y el correo Web, entre muchas otras). Así, y por mucha optimización que los muchachos le incorporen, un browser en ralentí devora casi 100 megabytes de RAM. En cuanto empezamos a abrir páginas en pestañas, esa cifra escala a 300, 500, 800 o más MB.
Medir el consumo de memoria de un programa es un asunto espinoso, pero, de forma sistemática, Vivaldi consumió más memoria que Chrome y Firefox (en todos los casos, sin temas ni extensiones), aunque no por mucho. Con todo, hay que decir que este ránking varía con cada nueva versión de los navegadores y a estas alturas, salvo que alguien haga un descubrimiento revolucionario, los browsers seguirán siendo los principales consumidores de RAM, al menos entre las aplicaciones convencionales. Lo vengo diciendo desde hace más de 2 décadas: si vas a comprar una PC, una notebook, una ultrabook, un smartphone o una tablet, lo primero que tenés que mirar es que tenga una cantidad generosa de memoria. En el caso de un smartphone, no menos de 2 GB. En una PC, no menos de 8. En una notebook, no menos de 6. Parece mucho. Pero me lo vas a agradecer.
Fuera del consumo de memoria, Vivaldi tuvo también problemas para recuperar descargas fallidas, cosa que Firefox no sólo hace sin fisuras, sino que puede retomarlas incluso cuando se cuelga todo y se cierra el browser. Cierto, el browser no debería colgarse; en otro universo, tal vez.
Entorno de trabajo
Dejando de lado estos (pocos) inconvenientes y el hecho de que no hubo tiempo todavía de juzgar su robustez, Vivaldi tiene características pensadas para el que trabaja dentro del browser la mayor parte del día. La primera, y posiblemente la más importante, es que permite agrupar pestañas. Firefox supo ofrecer eso, pero lo discontinuó. Ahora lo hace por medio de una extensión, lo mismo que Chrome. Pero acumular extensiones aumenta el consumo de recursos del navegador y nos expone a fallas de seguridad potenciales; no lo recomiendo. Vivaldi, en cambio, permite agrupar las pestañas similares (es decir, las que se originan en el mismo dominio de forma nativa. Para los que solemos tener de 30 a 50 pestañas abiertas (¿me estoy quedando corto?) es una bendición.
El procedimiento para agrupar pestañas es así: hay que elegir cualquier página de un grupo con el mismo dominio, hacer clic sobre la pestaña y elegir Apilar grupo de pestañas similares. Colocando el cursor sobre el título de la pestaña se desplegarán en un mosaico todas las páginas de ese grupo, y con un clic elegiremos a cuál acceder. De forma predeterminada, con un clic sobre el grupo se abre la última que accedimos. En la versión que estuve probando, sin embargo, no siempre se veían todas las miniaturas; las de Twitter y WhatsApp, por ejemplo, quedaban en blanco. Otra cosa: para que el agrupamiento por dominio funcione las páginas tienen que haber empezado a cargar (lógico), cosa que lleva, a veces, varios segundos, si de pronto se te fue la mano y abriste 20 links uno detrás del otro.
OK, ¿qué pasa si necesitás agrupar pestañas que no pertenecen al mismo dominio? No hay problema. Es menester apretar Ctrl y darle clic a todas las pestañas que vayamos a agrupar. Luego, en el menú de las pestañas -que se despliega con el botón secundario del mouse-, elegir Nueva pestaña apilada con selección. Dato: si hacés Mayúsculas+clic en la primera pestaña abierta (la que está a la izquierda) y luego otra vez Mayúsculas+clic en la última de la derecha, quedarán seleccionadas también todas las intermedias. Y lo mismo viceversa.
Los atajos de teclado usuales en Firefox y Chrome son también estándar aquí: Ctrl+T para una nueva pestaña; Ctrl+W para cerrar la pestaña actual; Mayúsculas+Crtl+T para volver a abrir las últimas pestañas cerradas. Eventualmente, todos esos atajos pueden editarse desde la configuración de Vivaldi. Los que tienen cierres ajustados y el reloj parece siempre ir más rápido que lo que debería, agradecerán esta característica. El teclado es como 5 veces más rápido que el ratón. De nuevo, la edición de atajos en Firefox y Chrome requiere extensiones.
En Vivaldi hay un énfasis muy fuerte (y efectivo) en la distribución de elementos. Con más éxito que los otros navegadores, consigue convertir esa superpoblada ventana en un entorno de trabajo limpio y claro. Se pueden añadir notas mediante el ícono correspondiente en la barra de la izquierda, las páginas cerradas se despliegan al hacer clic en el tachito de basura (arriba a la derecha), y los demás elementos importantes, desde la configuración hasta los marcadores, se encuentran en lugares visibles, pero sin confundir ni molestar. No es que los otros browsers sean malos en esto, pero Vivaldi lo hace mucho mejor. En este sentido, el nombre que le eligieron, supuestamente porque es fácil de reconocer y recordar en todas partes, aparece bastante fuera de lugar. Si hay algo que no tiene Vivaldi, el browser, es un aspecto barroco.
En total, se siente de verdad muy raro volver a reseñar un navegador, pero Vivaldi me encantó, y sus pequeñas fallas son fáciles de subsanar. A fin de cuentas va por la versión 1.0. Es cierto que tiene pocas posibilidades de prosperar, porque le toca lidiar con gigantes, pero le deseo la mejor de las suertes. Y le pongo una ficha.

A. T. 

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