jueves, 26 de marzo de 2020

CARLOS PAGNI....ODISEA ARGENTINA,


Coronavirus: los desafíos de lo desconocido

Carlos Pagni
Estamos inquietos y angustiados frente a algo desconocido, cuya evolución vamos mirando segundo a segundo y que está reseteando al mundo: el coronavirus.
Se resetea el planeta y, a pesar de eso, hay algunas continuidades, fenómenos y datos que parecen insistir en tendencias ya conocidas. Desde hace no tanto tiempo, por ejemplo, algunos países asiáticos como China, Japón, Singapur y Corea del Sur pudieron ir resolviendo este problema con una eficiencia y un nivel de éxito que vemos que en Europa todavía no está presente de manera tan contundente.
¿Cuál es la explicación? Algunos dicen que están más acostumbrados a problemas masivos que atacan a grandes cantidades de personas, porque viven en sociedades masivas, una diferencia demográfica. Hay quienes piensas que son sistemas menos deliberativos, que tienen un entrenamiento mayor para que el Estado intervenga, discipline y la gente obedezca. Hay un avance de los asiáticos evidente en términos civilizatorios, culturales, y que se ve también en materia de educación. Si uno mira las pruebas PISA, hoy los países asiáticos van por encima del resto de la humanidad, sobre todo en ciencias duras.
Ahí está Asia , dando lecciones en alguna medida. Xi Jinping ha hablado con diversos presidentes, entre otros Alberto Fernández , a quien le mandó una carta y le ofreció ayuda para determinados reactivos. Además, está llegando ayuda sanitaria al país que proviene de China . Esto es un dato central de lo que nos presenta hoy el planeta, frente a una Europa que va reaccionando de manera muy drástica y no del todo coordinada.
España ha entrado en una metodología cercana a la que utilizan los países que han tenido una guerra en su propio territorio, característica que involucra a casi todos los países europeos. Por ejemplo, ese país ha activado lo que se llaman "leyes de movilización", propias de la guerra: una gran intervención del Estado frente a la emergencia. Por ejemplo, si faltara alcohol, el Estado se podría hacer cargo de operar las empresas que fabrican alcohol en gel.
Estas son medidas críticas, dramáticas, que se toman en situaciones límite. España las está tomando. Francia declaró el estado de sitio, el Ejército se va a encargar de trasladar a los enfermos. El Reino Unido , concretamente Boris Johnson aconsejado por un grupo de expertos sanitaristas, intentó otra estrategia que no es la del aislamiento, sino más bien facilitar que los grupos de riesgo estén aislados pero que el resto de la población contraiga el virus y se cure como para que en esa dinámica se genere un cerco de inmunidad. Sin embargo, entre el domingo y el lunes fue para atrás y adoptó una estrategia muy similar a la del resto de los países europeos.
Estados Unidos está convulsionado. Por primera vez, Donald Trump aparece dudando, yendo y viniendo, vulnerable. EE.UU. tiene dos características distintas de Europa para enfrentar este problema. Son factores históricos, que en alguna medida modelan el presente de las sociedades. Primero, nunca tuvo una guerra en su propio territorio, al menos en el siglo XX; segundo, carece de un sistema de salud pública como el que sí tienen algunos países asiáticos y europeos.
En esta línea, Trump está muy afectado porque la discusión sobre el sistema de salud norteamericano por lo general suele ser perdida por los republicanos. Fue, por ejemplo, la bandera de Barack Obama y será posiblemente la bandera de Joe Biden en esta campaña donde la recesión también afecta a la candidatura de Trump. Hay quienes piensan que ya está determinada su derrota desde ahora hasta noviembre. Todavía es muy temprano para ese tipo de pronóstico, pero lo cierto es que el clima público cambió notablemente en los Estados Unidos.
Otro rasgo de esta crisis es que, a diferencia del modo en que los países encaran otros fenómenos u otros riesgos internacionales, por ejemplo el narcotráfico y el terrorismo, acá las naciones se cierran sobre sí mismas. Aparece un sentimiento nacional muy agudizado.
En 1985, en Europa se firmó el acuerdo de Schengen, donde se estableció la liberalización de las fronteras para el tránsito de personas y de bienes. Esto está puesto en tela de juicio hoy, ya que se están cerrando las fronteras de los países. Vamos hacia una Europa que, por razones sanitarias, está más fragmentada. En el Mercosur también está pasando lo mismo. Empiezan a cerrarse fronteras entre países limítrofes. Es un sentimiento nacional que despuntaba, en alguna medida, con los problemas migratorios ligados al trabajo y que ahora se agudiza mucho frente al peligro del que podría entrar contaminado, que es visto como un riesgo.
Todo esto convive con un gran temor económico , que empieza a ser el segundo gran riesgo después del riesgo sanitario . Posiblemente esta preocupación esté detrás del método heterodoxo que intentó Boris Johnson: ¿Cómo equilibrar las medidas drásticas sanitarias con el funcionamiento de la economía? El cuidado absoluto frente al coronavirus puede traer problemas económicos muy delicados.
El 50% de los americanos, según encuestas, cree que va a quebrar y entrar en bancarrota. Opentable, una aplicación para conseguir mesas en los restaurantes, tuvo una caída en la demanda del 50%. Los sistemas que controlan el tráfico de vehículos en el norte de Italia detectaron una caída del 60%. Hoy, el riesgo crediticio de Apple, una compañía aparentemente invencible, tuvo una disparada en Estados Unidos por comunicar que cerrará sus tiendas en todo el mundo fuera de China, por lo menos hasta mayo, para prevenir el contacto social. La aglomeración de gente que en esos locales es muy marcada. Apple hoy es, desde el punto de vista del crédito, vulnerable.
Esto fue registrado por la Reserva Federal, que adoptó una conducta muy inusual. Realizó una baja dramática de la tasa de interés un domingo, anticipándose a la apertura de los mercados, por fuera de una de las reuniones que están pautadas para fijar el movimiento de la tasa de interés. Además, tomó una cantidad de medidas que obligan a los bancos a prestar dinero porque aparece un problema central de crédito. Las empresas de turismo, de logística, de aeronavegación, el mundo de la gastronomía que empieza a tener esta retracción, van a tener problemas para pagar sus créditos a escala global, también en la Argentina.
Aparece un sistema de auxilio entre bancos centrales, similar y mucho más temprano de lo que ocurrió en la crisis de 2008; en este caso, entre países desarrollados, pero, a diferencia de 12 años atrás, sin México ni Brasil. Y en esa liga no está China, que es un actor muy importante en esta crisis.
En las últimas horas se registraron unas 20 consultas de países al Fondo Monetario Internacional para ver qué tipo de asistencia puede prestar frente a esta escasez de dinero.
Si ponemos ahora el foco en la Argentina, el Gobierno está abocado de manera casi exclusiva a esta crisis. El Presidente se ha puesto al frente de ella y ha tomado el timón sobre todo en materia de comunicación. Tuvo una reunión con los principales editores del país, les agradeció la cooperación que interpreta que están prestando los medios, les aclaró en qué está el Gobierno, les pidió más cooperación en lo que tiene que ver con la didáctica de esta crisis y les anunció que el miércoles se reunirá con los líderes parlamentarios de la oposición. Un gran consenso para enfrentar un problema complejo.
Es un cambio de contexto muy dramático. Un Gobierno que tenía el mandato de reactivar la economía se va a encontrar con una recesión que es inevitable y cuya dimensión todavía no conocemos. Hay una caída, como en el resto del mundo, de los servicios, del turismo y de la gastronomía. Dificultades de todos esos sectores a la larga para pagar créditos y, eventualmente, para pagar salarios.
Hay que mirar bien qué hará el Banco Central en este campo. En 2003, cuando la Argentina todavía estaba viviendo el último tramo de una larga recesión, Alfonso Prat-Gay al frente del BCRA tomó una cantidad de medidas que tuvieron que ver con estos problemas que estamos enfrentando ahora: cambiar los rangos de categorías crediticias para los que son sujetos de crédito, para las empresas endeudadas y, sobre todo, para las pymes; y establecer distintos montos de capital como base para otorgar créditos y tener asistencia financiera. La pregunta central que se hace el mundo y la Argentina también es: ¿cuál es la capacidad que tiene el sistema financiero para absorber algo de esta crisis sin poner en tela de juicio el sistema bancario y generar una crisis mayor?
Hay un problema adicional, que es el problema fiscal. Porque es obvio que con una caída en el nivel de actividad se pagan menos impuestos y el Estado tiene menos ingresos. Hay que pagar anticipo de Ganancias, pero ¿de qué ganancias? ¿Qué ganancias va a haber?
En el curso de esta crisis donde el nivel de actividad va a caer, el cuadro que la Argentina esperaba revertir, se va a comportar al revés y el problema se va a profundizar. El Gobierno, que apostaba a la palanca del consumo para reactivar la economía, ve caer el consumo.
Detrás está la renegociación de la deuda . Hoy, todos los números cambiaron. Lo que es más importante de entender es que hoy los activos financieros, las acciones y los títulos (entre ellos los que la Argentina tiene que canjear) no tienen precio. El nivel de volatilidad es tan grande que es muy difícil saber, en el supuesto caso de que uno canjee un bono por otro, cuál es el precio de ese nuevo bono. Cómo lo tiene que contabilizar. Si hizo un negocio o dejó de hacerlo.
Por esta razón, aquellos que están al frente de una cartera de bonos en una reestructuración de deuda y que tienen que ir al canje, dependen de comités de inversión que hay en los fondos, a los cuales tienen que explicar la lógica de la transacción. Sin precios es muy difícil. Por lo tanto, empieza a encenderse la luz amarilla de una Argentina que va inevitablemente hacia un default , por lo menos en los vencimientos inmediatos que el país tiene en el mes de abril.
El cronograma que tenía el Gobierno para la deuda se ha complicado notoriamente. Algunos calculan que Guzmán va a tener que hacer una oferta muy dura, que probablemente el mercado no la acepte. Ahí se va a encontrar el Gobierno y la Argentina en una encrucijada importante en materia de deuda y de acceso al dólar.
El problema central es la falta de dólares , lo que los economistas llaman déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos. Es decir, la economía argentina no produce los dólares que necesita para funcionar. Por eso hay un cepo que no deja comprar más de US$200 por mes.
Los dólares se consiguen exportando. El problema es que, en el marco de una recesión global , el precio de las materias primas que vende el país cae. La falta de dólares es otro virus en el país. Y la solución que tenemos para este virus es problemática.
Teniendo en consideración que las exportaciones están en dificultades, se agrega ahora el precio de las commodities y la crisis en el mundo del petróleo. Esto le produce un trauma a la Argentina en otro negocio, que iba a ser un gran productor de dólares: Vaca Muerta y todo el sector de hidrocarburos , que hoy también está dañado.
Agregamos otra cuestión adicional: la inflación . En ausencia de un pacto económico y social sólido y potente, como había prometido el Gobierno y no llevó adelante, la inflación está dominada básicamente porque el dólar está quieto y porque las tarifas están congeladas.
Ese dólar quieto empieza a ser cada vez menos competitivo respecto a países que están o muy integrados comercialmente con la Argentina o que compiten con el país, como Brasil. Un real que en diciembre valía US$4, hoy vale US$5, mientras que el peso no se movió. El real se vuelve cada vez más competitivo respecto del peso.
Esto es una trama de problemas que afecta especialmente a la economía y que se ven agudizados por la recesión que seguramente vamos a vivir. La coyuntura económica requiere de mucha inteligencia, de consenso político, de ideas muy claras y seguramente de una operación muy coordinada dentro del Gobierno para encarar toda esta agenda de la vida material.
Teniendo en cuenta el contexto dificultoso, quiero terminar con otro problema que me parece crucial. Hemos visto cómo se comportó el virus en países con características distintas a las nuestras y a las de los países de nuestra región: Europa, Corea, China, Japón y Estados Unidos. A diferencia de ellos, Brasil, la Argentina, México, Venezuela, tenemos un problema adicional: somos países con muchos pobres , con muchos ciudadanos que tienen un riesgo adicional que es el ambiente en el que viven.
Miles de personas que no tienen agua y que viven hacinados. En el partido de Presidente Perón casi un 10% vive hacinado; en Ezeiza y Esteban Echeverría, más del 7%; en San Vicente, José C. Paz y Marcos Paz hay un 6% de la población que vive en esas condiciones. Es decir, cuatro o más personas ocupan una misma habitación.
El Estado tiene que atender estos problemas: falta de agua y hacinamiento en poblaciones que ya están afectadas por el dengue. Un gran signo de interrogación: ¿los funcionarios que están destinados a asistir a esas poblaciones van a estar activos o se los retira como a otros empleados del sector público?
Horacio Rodriguez Larreta, Axel Kicillof y los intendentes del conurbano tienen un desafío principal.
Hay enigmas habituales frente a lo conocido, como sucede con la inflación o con una gripe común. Ahora, tenemos otro tipo de interrogantes sobre algo que nunca vimos, algo desconocido. Ahí está el coronavirus y detrás de él, la recesión.

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