viernes, 27 de marzo de 2020

LOS RECOMENDADOS


Westerns clásicos y modernos para ver en casa

Django sin cadenas, con Dicaprio
Es oficial, viejo amigo: pasé de moda”, se lamenta el Rick Dalton de Leonardo Dicaprio en
Había una vez… en Hollywood, el film de Quentin Tarantino (disponible en Flow). El actor que hacía westerns tiene que enfrentarse al paso del tiempo y a una contracultura que ya no quiere ver a ningún cowboy en la pantalla grande. El western supo ser uno de los géneros más “puros” (no venía de la literatura “consagrada” ni del teatro), y sofisticados, desde el inicio del cine como entretenimiento de masas. El desierto como espacio de tensión constante para el choque entre la civilización y la barbarie, los vaqueros contra los indios, fue algo más que un lugar donde se desarrollaba la aventura. El nacimiento de una nación en todo su esplendor, artificio, juego de revelaciones, violencia y ocultamientos, que permite representar con curiosidad arqueológica (y antropológica) cómo el paso del Estado natural al Estado de Derecho se escribe con más revólveres que disparan en la noche que constituciones en mano. Mitologema no solo de Hollywood, sino de los Estados unidos como metonimia de todo el continente americano, el interés de la audiencia por el western mermó, pero el género pródigo del cine todavía tiene tesoros para ofrecer.

La Diligencia (1933)

“Soy John Ford: hago westerns”: así se presentaba uno de los mejores directores de la historia del cine. Hombre de pocas palabras que no disimulaba sus emociones, canonizó a John Wayne como el héroe de la primera época dorada de Hollywood. Su carta triunfal fue esta película, que relata el viaje de un grupo de desconocidos a través del desierto, enfrentando la otredad que representa el indio Gerónimo. Pero Ford busca problematizar cuáles son los jugadores que constituyen una incipiente comunidad: la diligencia es una sinécdoque. Un banquero, una prostituta, un vendedor de whisky, un jugador, un sheriff y un doctor. Wayne es Ringo y tiene una entrada especial, fuera del resto del grupo, porque es el elemento extraño a ese mundo. ¿Qué es la ley? ¿Qué es la moral? ¿Existe algo como el “contrato social”? Ford no movía casi nunca la cámara: le bastaba saber dónde ubicarla, y cuándo cortar, para acompañar una puesta.
Esa es su clave para hacer de cada escena algo tan emocionante que da lo mismo que sea un alto para comer como una persecución en el desierto. Qubit

Los imperdonables (1992)

Se puede entender, entre tanto disparo y caballo, que el western racionaliza la agresión. El héroe del western no suele ser el sheriff, que es una figura más simbólica que activa (es “la ley”), sino algún forajido con más corazón que odio. El que no teme transgredir para hacer justicia, aun cuando después tenga que cumplir sentencia. En la disputa por extender la frontera entre nosotros y los otros, el sheriff fue quedando cada vez más desdibujado hasta convertirse, ya para la década de 1960, en una suerte de bufón. Distinta es la lectura que hizo Clint Eastwood con esta película, ganadora del Oscar, en que Gene Hackman es el encargado de proteger a la comunidad y representa el brazo duro de la ley. Pero es el villano. El héroe es el propio Eastwood, un hombre mayor que ya no apunta bien y vive de su propia leyenda como el “asesino de mujeres y niños”. Deconstrucción de los mitos del género y de otras películas de la filmografía del actor (Harry el sucio; Lo bueno, lo malo, lo feo; El fugitivo Josey Wales). Los imperdonables es un western crepuscular que estudia de cerca la oscuridad y suciedad con la que se escribe la historia. Qubit y amazon prime Video

Sin nada Que perder (2016)
Dos hermanos golpeados por la crisis económica deciden robar bancos. No transcurre a principios del siglo XX, sino en el siglo XXI, en Texas. Es la historia de las comunidades olvidadas por un mundo que avanzó sin mirar a los cowboys de medianoche. Jeff Bridges es uno de los rangers que persiguen a Chris Pine y Ben Foster. Pero la frontera psicológica monocultural, que supo construir un discurso en el que la conquista del “desierto” (que nunca estuvo desierto), es cuestionada a partir del compañero de Bridges: un ranger nativo americano (Gil Birmingham). Si el “indio” pasó de ser una construcción racista a una idealización en los revolucionarios años 70 como ejemplo de la vida “natural”, comunitaria, solidaria y sincera, hoy los pueblos originarios norteamericanos son víctimas junto al hombre blanco del “sistema”, y la fuente de identidad por oposición es la de los bancos. Son ellos dos los que caminan en un desierto dominado por la melancolía y casinos adornados con estereotipos indígenas que brillan con luces de neón. El director, Taylor Sheridan, siguió explorando el género en Viento salvaje y la serie de televisión Yellowstone. netflix.

Érase una Vez en el oeste (1969)

De Japón a Italia sin escalas: Sergio Leone fue acusado de plagio por Akira Kurosawa cuando se estrenó su primera película de la llamada “trilogía de los dólares”. No eran pocas las similitudes entre Por un puñado de dólares y Yojimbo. Clint Eastwood era el “hombre sin nombre” que protagonizaba esas películas populares que no gozaban de demasiado prestigio. Hoy se considera a Leone uno los cineastas más influyentes en el cine contemporáneo (con Quentin
Tarantino como principal admirador). El western ya no ocurría en el Oeste ni en los Estados Unidos, sino en España o en locaciones europeas con bajos impuestos para filmar las producciones italianas y se lo llamaba, de manera despectiva, spaghetti western. A primera vista, el film es “pura forma” acompañada por la música de Ennio Morricone y por un ritmo que sentó las bases de buena parte del cine de nuestros días. Las cuestiones de “derecho” dieron lugar a las fábulas sobre el progreso, el cinismo y la avaricia. En este relato operístico, Charles Bronson es otro vengador anónimo que busca venganza. Hay dos villanos: uno es Gabriele Ferzetti, dueño de un tren que significa el “progreso” y se mueve sobre rieles como si fuera un ser vivo más. El otro villano es su mano derecha: Henry Fonda, aquel que en otra época supo ser un héroe indiscutido. telecentro play

Rango (2011)


Después de dirigir la trilogía de Piratas del Caribe, Gore Verbinski hizo esta película animada en que pudo dar rienda suelta a lo que más le gusta: antihéroes en situaciones inverosímiles, realizando acrobacias imposibles, más por accidente que por convicción. El relato es muy consciente de la situación que enfrenta el pobre camaleón Rango para que se desarrolle el conflicto. En el pueblo dominado por animales hay un malo que parece salido de Barrio Chino, y una serpiente cascabel con una ametralladora en la cola. Los animales que acompañan al protagonista son, también, héroes a la fuerza, como alguna vez lo fueron Los siete samuráis y, más tarde, Los siete magníficos. Nada es inocente: en una de las secuencias de acción se escucha la “Cabalgata de las Valquirias”, con murciélagos haciendo las veces de los helicópteros de Apocalypse Now!: subrayando cómo la guerra de Vietnam estuvo influenciada por el recuerdo (hollywoodense) de la conquista sobre “lo salvaje”. amazon prime Video.
Río rojo (1948)

En 1969, John Wayne dijo: “Me dicen que no todo es blanco y negro, pero yo me pregunto: ¿por qué diablos no lo es?”. Casi veinte años antes se estrenaba Río rojo, la película donde interpreta a un ranchero de moral más que cuestionable, que ocupa territorios ajenos y emprender una travesía donde reluce su faceta más tiránica contra sus empleados. John Ford, después de ver esta película, profirió uno de sus mejores elogios para su actor fetiche: “Nunca supe que ese hijo de puta podía actuar”. El primer western de Howard Hawks (y la última película que ven los personajes de, precisamente, La última película, de Peter Bogdanovich) es todavía una de las mejores evidencias del talento de John Wayne. Qubit
A La hora señalada (1952)

Y hablando de Hawks, cuando le preguntaron al cineasta qué le había parecido este western de Fredd Zinnemann, su respuesta fue rutilante: “No puedo creer que un sheriff bueno ande por el pueblo como una gallina, pidiendo ayuda, y encima tenga que ayudarlo una mujer”. En A la hora señalada, el encargado de cuidar al pueblo necesita la solidaridad de los que él debe proteger antes de que llegue una banda despiadada a cobrarse venganza. Pero el tiempo es tirano y encuentra en todas las puertas más egoísmo que empatía. Gary Cooper ganó el Oscar como el desilusionado protagonista que arroja la insignia décadas antes de que lo hiciera Harry Callahan, el sucio, en la película de Don Siegel. La crisis social que arrojaba el senador Mccarthy con sus listas negras fue el principal motor para impulsar a esta historia que critica los valores “liberales”. Zinnemann supo responderle a Hawks: “Admiro sus películas, pero tiene que entender que un sheriff también es una persona y que no hay dos personas iguales. En este caso, mi historia es sobre la conciencia de un hombre”. Qubit.tv

El tren de Las 3.10 a yuma (2007)

En 1974, la influyente crítica Pauline Kael sentenció: “El western ha muerto”. Ese año una de las películas más taquilleras era una parodia del género, Locuras en el Oeste, de Mel Brooks. No solo era algo anacrónico y demodé: cualquier intento de hacer un western serio era ignorado en la taquilla. Michael Cimino lo intentó y fracasó, en 1980, con la épica La puerta del cielo. Pero ninguna puerta se cierra del todo. Las dos últimas películas del director James Mangold (Logan, Contra lo imposible) pueden definirse como neowesterns o, al menos, como aventuras con claras reminiscencias de las películas de aventuras de vaqueros. Aunque ambas fueron exitosas, también cobijaron otros géneros (las franquicias de superhéroes y los dramas automovilísticos). Pero en 2007 Mangold dirigió un western “como los de antes”: con Christian Bale como un ranchero noble que lucha contra un villano carismático, Russell Crowe, en una carrera contra el tiempo. La historia es simple. Como la definió Roger Ebert: “Restaura el corazón debilitado del western, donde los valores humanistas penetraban el desamparo anarquista de la frontera. Se siente como algo novedoso aunque sea una remake de una película de 50 años atrás”. El tren de las 3.10 a Yuma es, hasta la fecha, el último gran éxito comercial del género. Qubit, netflix y amazon prime Video.
Django sin cadenas (2012)

Quentin Tarantino es un cineasta que, a su modo, siempre que pudo introdujo algo del western en sus películas. Ya sea la música de Ennio Morricone o los “planos americanos” que se cuelan en su filmografía, el Oeste está presente. Django sin cadenas fue su primera incursión “pura” dentro del género. La intertextualidad furiosa del director de Tiempos violentos le permite ir y venir con otros géneros cinematográficos y llenar de referencias cómplices a una historia sobre la venganza. En este caso es Django (Jamie Foxx), el esclavo que debe convertirse en cazar recompensas con ayuda del dentista King Schultz (Christoph Waltz). No extraña que el que está enfrente, el villano, tenga los dientes podridos, y viva en Candyland (Leonardo Dicaprio, dueño de una mansión sureña). La música del spaghetti western paródico Me llaman Trinity se mezcla con el hip hop y de alguna manera el producto final sale victorioso, menos acartonado y más fresco. El western puede ser cool para una nueva generación. Con grandes “valores de producción”, Django sin cadenas también funciona como una forma menos solemne para denunciar la institucionaliza ciónd el racismo en los Estados Unidos. flow.

Temple de acero (2010)

Borges sostenía que la épica se había trasladado de la literatura al cine. Que hollywood, con el western, había devuelto ese sentido al hombre: el de la alabanza del coraje. “Porque está el jinete, está la valentía, está la llanura, esas cosas que nos acercan a todos y, en especial, a los argentinos”. Temple de acero es otra remake de un western clásico. El primero, protagonizado por John “The Duke” Wayne. Ahora es Jeff “The Dude” Bridges quien interpreta al U.S. Marshall tuerto y con “temple de acero” (true grit, en inglés ), richardcogburn. un hombre mayor de dudosa habilidad con las armas y con las palabras. La presentación del personaje en el juzgado es inolvidable por el juego de luces (del inefable director de fotografía Roger Deakins) y la puesta en escena. Cogburn es un “chanta”, un arquetipo del western clásico que parece venido a menos. La que es capaz de verlo (y también juzgarlo, reactivarlo) es la verdadera heroína de la historia: Mattie Ross, la verborrágica Hailee Steinfeld. Ella eselco razón de un relato que es más que un“cuento moral” sobre la venganza. Los hermanos Coen retratan este mundo sin recurrir tanto a las excentricidades (y el cinismo) que recorre buena parte de sus obras. La hazaña está en lograr lo que señalaba Borges: el encanto, sacrificio, y el coraje de una cabalgata bajo la luz de las estrellas. Con cierta atmósfera de melancolía. En palabras de su heroína: “El tiempo se nos escapa”. flow.
S. P.

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