Regreso vintage
Si se piensa en el entretenimiento playero más visto de la costa argentina, el tejo es histórico, marca indiscutida de varias generaciones. Los doce discos ideados para lanzarlos y alcanzar “el bochín”, solían hacerse en madera pero ahora, en su versión renovada, vienen en goma o en un material sintético que soporta los embates del sol y el agua. Todos están pintados en dos colores para diferenciar cada equipo. Los de la Asociación Internacional de Tejo son blancos y celestes o verdes y amarillos, pero también están los más modernos que vienen en fucsia y negro, entre otras variantes, ¿El precio? Depende de si es un tejo profesional o para aficionados
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Miguel Espeche
El consejo es tomar prestada la mirada de los niños para ver las cosas con inocencia
Quizás esta Navidad se parezca a las anteriores… o tal vez no. Si bien la pandemia sigue vigente habrá muchos reencuentros y la celebración será oportunidad para ponerse al día con los seres queridos en clave de celebración.
Igualmente, con o sin “efecto rebote” tras la cuarentena, la logística, las internas de familia, las comidas que hay que preparar y cuestiones similares forman parte de aquello que se repite año a año, como bien lo saben aquellos que han acumulado una respetable cantidad de navidades. A veces pareciera que los ojos se gastan por ver siempre lo mismo. Es como mirar una película repetida, una secuencia mil veces transitada que se conoce desde el principio al fin, como probar el vitel toné de la hermana o escuchar los mismos relatos de la parentela. Ojos y oídos ya conocen lo que pasa y pasará, y es habitual que los recuerdos de las navidades se fusionen en una suerte de ceremonia única que se apelmaza en el recuerdo.
Pero los que no tienen los ojos gastados son los chicos. Ellos ven todo por primera vez, y se nota en su mirada, que brilla ante una maravilla que no entienden pero vislumbran en el ambiente festivo. Luces, comidas, decoraciones y vestimentas distintas, todo para ellos es preámbulo del iluminado momento de los regalos que abrirán con una excitación inolvidable.
Proust decía que “el único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”. No es mala la idea de pensar que todo es un viaje de descubrimiento, como “des-cubre” su regalo un chico que abre el paquete para encontrar aquello que contiene y le es ofrecido desde un lugar misterioso.
Algunos lo ven tan solo como una cuestión materialista, pero más allá del “secuestro” de la fecha que ha llevado a cabo el mercado, en la génesis del asunto está el honrar lo nuevo, lo que nace. Aquella bienvenida que se le ofreció a un chico que nació hace mucho, de cierta forma hoy se continúa en el homenaje a esos chicos que hoy miran al cielo buscando lo extraordinario que les traerá el “presente”.
La propuesta es tomar prestada la mirada de los chicos, al menos un rato. Sólo un momentito, no más que eso, para ver todo con ojos nuevos. Suspender la mirada gastada para poder semblantear por un instante eso que nace todo el tiempo, que es la vida misma. Con un ratito basta, nada con ponerse emocionalistas, no hay que exagerar. Sirve tener en cuenta que esa mirada maravillada de los chicos no se debe a que no ven todavía lo “real” sino que, por el contrario, ellos sí ven que en el fondo todo es un regalo que se nos ofrece, y lo aprecian asombrados.
La realidad parece repetirse, pero no, siempre es nueva, como la respiración. Una vez al año por acá se recuerda esa verdad que resiste todo el barullo que la rodea. Claro, hay que saberlo ver. Por eso aquello de los ojos.
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