El agua cruda, de Marcos Crotto Vila
F. F.
Horacio, radicado en Holanda, viaja a la Argentina para visitar a su padre Manuel, que ha perdido la memoria: no recuerda nada de su vida y ni siquiera puede reconocer a su hijo. Este es el punto de partida de El agua cruda, de Marcos Crotto Vila (Buenos Aires, 1980).
La narración, que alterna la tercera persona con la primera, ofrece mayormente el punto de vista de Horacio. Manuel es un médico que se especializó en cirugía reconstructiva, pero que también trabajó en una cárcel-neuropsiquiátrico de La Plata. De este lugar proceden varias historias como la de un preso apodado “el Vasco” (despachado allí desde el penal de Mercedes donde organizó una quema de colchones), la de otro que mató a su madre o la pelea de boxeo entre un guardia de la institución y Ringo Bonavena.
A estas historias se suman los recuerdos de Horacio: la construcción de una balsa con unos amigos, una ida a un camping con su padre y una visita con él a la Torre de Pisa son algunos de ellos.
El agua cruda va del pasado al presente, anudando todos estos elementos de una manera fluida, gracias a un montaje bien hilvanado y a una escritura que sabe manejar los matices y las pausas.
Crotto Vila prescinde de un diagnóstico concreto que explique la “memoria desarticulada” de Manuel y se concentra en mostrar esta nueva forma de relacionarse entre él y Horacio, que sugiere la posibilidad de reconstruir un vínculo afectivo en un contexto inusitado en el cual el padre ya no es el padre y el hijo ya no es el hijo.
El agua cruda
Por Marcos Crotto Vila
Obloshka
157 páginas, $ 1100
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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