lunes, 19 de septiembre de 2016

NUESTRO ETERNO AGRADECIMIENTO...POREL DR. RICARDO "EL MORDAZ"

INVESTIGADOR DR. RICARDO "EL MORDAZ"

LOS GALLEGUITOS Y LA VACUNA
La aguda observación de Edward Jenner

Edward Jenner (1749-1823)
Es curioso que uno de los episodios más importantes en la historia de la medicina haya quedado totalmente en el olvido. Para describir esta epopeya debemos retroceder unos años en el tiempo hasta ubicarnos en 1796, fecha en que el inglés Edward Jenner, inventó la vacuna antivariólica a partir de unas pústulas en las ubres de las vacas.
Estas lesiones son causadas por un virus genéticamente emparentado con el de la viruela que producía en las manos de los ordeñadores una infección cutánea benigna y transitoria. El concepto de virus no existía en los tiempos de Jenner, pero él observó que los granjeros quedaban inmunizados contra la viruela que hacía estragos en Europa a razón de 400.000 muertes anuales.
Jenner recogió material de las lesiones de una ordeñadora y se lo inoculó en el brazo a un niño de ocho años, quién sólo registró un fugaz episodio febril. Había nacido la vacuna.
La viruela en América en el siglo XVI
En el nuevo continente la viruela introducida por los conquistadores fue devastadora en las poblaciones de América, totalmente carentes de defensas inmunitarias. Los muertos por esta enfermedad es probable que hayan superado a las masacres realizadas por los españoles en ese territorio.
Se cree que la enfermedad ingresó en América en 1520 por un esclavo negro de Pánfilo Narváez cuando perseguía a las tropas de Hernán Cortés. Cien años más tarde, la viruela se había extendido por toda América convirtiéndose en una auténtica enfermedad social, particularmente en las zonas de mayor actividad comercial como el Caribe.

Figuras de la época de indios con viruela
En España la vacuna antivariólica ingresó siete años después de que Edward Jenner la descubriera. La corte del rey Carlos IV que recibía continuamente noticias de este flagelo, decidió tomar medidas para controlarlo y con este fin se organizó una expedición para introducir la vacunación en las colonias americanas.
Los galleguitos
No sabemos cuánto hubo de filantropía y cuánto de interés comercial, porque la muerte de los esclavos, tanto los nativos como los negros traídos de África estaba afectando gravemente las economías españolas en el nuevo mundo. Además, una de las hijas del monarca fue víctima de la viruela y esto pudo haber sido una razón más para organizar el operativo. Lo que sigue es el relato de esta empresa que prácticamente dio la vuelta al mundo para distribuir la vacuna.

Xavier Balmis (1753-1819)
El seis de junio de 1803, se publicó una Real Orden que disponía la organización de una expedición a cargo del doctor Xavier Balmis. La elección fue acertada ya que difícilmente hubiera podido encontrarse otra persona como él que reuniera dotes de mando, sólida formación científica y particularmente, su conocimiento sobre el tema, puesto que había traducido del francés el Tratado histórico y práctico de la Vacuna de Jacques Louis Moreau de la Sarthe. Este libro sirvió de guía general para la vacunación y entre el material cargado en la expedición figuraba un buen número de ejemplares para su distribución en las distintas Juntas de Vacunación que se fueron organizando por tierras americanas.
A todas estas cualidades había que agregar que Balmis había estado en América y conocía el terreno, los habitantes y a los jefes españoles de las distintas colonias y había presenciado en México los estragos de la epidemia de viruelas de 1779, principalmente entre los nativos.
Como subdirector de la expedición es nombrado Josep Salvany también de sólida formación científica, pero cuyo principal atributo era una abnegación incondicional para con los enfermos, virtud por la cual terminaría entregando su vida.
El resto de la tripulación estaba formada por varios médicos, practicantes de medicina y enfermeros, pero faltaba un detalle: la vacuna. Transportar vacas infectadas quedó fuera de consideración, los viajes a través del Atlántico oscilaban entre 30 y 50 días, dependiendo de los vientos y otras condiciones meteorológicas. En consecuencia, una persona vacunada al partir, ya habría desarrollado toda la enfermedad durante la travesía y no serviría como fuente para obtener linfa vacunal. Se tomó la decisión de reclutar niños para ir vacunándolos progresivamente. Como ninguna familia iba a entregar sus hijos para una expedición de esas características, se recurrió a los orfelinatos. De la Casa de Expósitos de la Coruña se obtuvieron 23 niños. Los “galleguitos”, que así los llamó la gente, fueron embarcados en la corbeta María Pita junto con la rectora del hospicio doña Isabel López Gandalla.
Inicio del proyecto de vacunación en las colonias españolas
Finalmente, el 30 de noviembre de 1803 zarpó la expedición bajo el pomposo nombre de “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”. Al partir fueron vacunados dos niños que a lo largo de una semana desarrollaron las vesículas características de la enfermedad vacuna. De estas vesículas frescas se obtuvo linfa con la que se vacunaron otros dos niños y así sucesivamente. Las linfas de las vesículas más frescas se conservaron al vacío en ampollas de cristal especiales. De esta forma se llegó a las distintas etapas de la expedición con vacunas en perfecto estado.
La travesía estuvo lejos de ser un viaje de placer, fue muy difícil mantener en regla a los galleguitos que nunca conocieron padres o fueron abandonados por ellos, y que antes de haber ingresado en el orfelinato padecieron hambre, frío, persecuciones, palizas y la mayoría vivió del robo para poder subsistir. Algunos marineros manifestaron que preferían luchar contra piratas ingleses antes que lidiar con aquellos mocosos.

Monumento en el Puerto de la Coruña en homenaje a los niños huérfanos que partieron con la expedición
La primera etapa fue Santa Cruz de Tenerife y durante un mes la nave permaneció en puerto mientras su tripulación se dedicó febrilmente a vacunar a los pobladores. Levaron anclas después de establecer un centro de vacunación para completar el operativo en el resto de las islas Canarias.
La siguiente etapa fue Puerto Rico, pero allí ya se había difundido la vacuna desde las colonias inglesas y no se encontraron niños en condiciones de dar continuidad a los pases virales. Después de una tormentosa travesía, la María Pita recaló en Puerto Cabello, Venezuela y la tripulación se desplazó por tierra hasta Caracas donde recibió una acogida entusiasta. Allí se fundó la primera “Junta de Vacuna” del continente que serviría de modelo para las restantes que se instauraron a lo largo de la expedición.
En Caracas el grupo se fraccionó en dos, uno bajo la dirección de Balmis, que se trasladó por mar, nuevamente a bordo de la corbeta María Pita con proa hacia México. El segundo bajo la dirección de Salvany se dirigió por tierra hasta Santa Fe y desde allí a muchos otros territorios de América del Sur. Por lo tanto, aquí se bifurca el relato.
La expedición de Balmy
Este grupo llegó a La Habana donde comprobó que ya se practicaba la vacuna. Ante la imposibilidad de conseguir niños aptos para continuar con su tarea preventiva, Balmy engrosó la tripulación con tres esclavas. Después de recalar en varios puertos de Centroamérica repartiendo la vacuna, llegó a la ciudad de México donde la viruela estaba haciendo estragos entre los nativos y los españoles. En tierras mexicanas estableció varias Juntas de Vacunas que difundieron el procedimiento por todo el amplio territorio del Virreinato.
Desde el puerto de Acapulco la expedición se embarcó en la nave Santa Bárbara que cubría la línea regular a Manila. Balmy consiguió incorporar a 26 niños mexicanos, quienes debido al larguísimo viaje entre las costas de América y las Filipinas tuvieron que soportar penurias mucho peores que las de los galleguitos en el viaje inicial. Después de dejar en Manila una nueva Junta de Vacuna, el grupo sanitario se dirigió a China esta vez en la fragata Diligencia que estuvo a punto de zozobrar a causa de un violento tifón.
A partir de Macao se realizaron diversas expediciones en territorio chino distribuyendo la vacuna. Balmis totalmente agotado y con la salud quebrantada cedió la dirección de la expedición a su ayudante Antonio Gutiérrez y regresó a Europa a bordo del navío portugués Bon Jesús de Alem con destino Lisboa. Desde esa ciudad se trasladó en carruaje a Madrid donde el rey Carlos IV lo recibió con todos los honores el 7 de septiembre de 1806. Habían pasado casi tres años desde que zarpó de España con su cargamento de galleguitos.
Expedición de Salvany
Salvany partió de Caracas con el objetivo de vacunar a la población de los distintos pueblos de la costa del Pacífico. En el cruce del río Magdalena, en Colombia, como consecuencia de una infección perdió la visión de un ojo y al atravesar la cordillera de los Andes se le luxó una muñeca que le invalidó la mano.
Pese a estos accidentes y su salud deteriorada por una tuberculosis pulmonar, Salvany persistió en su tarea.
Finalmente alcanzó a llegar hasta Cochabamba, con escasísimos medios económicos. Después de vacunar cerca de veinte mil personas, sus fuerzas y su salud lo abandonan definitivamente y falleció el 21 de julio de 1810. Habían pasado 7 años desde que salió de España, tiempo que dedicó por completo a preservar la salud de los demás.
Se puede afirmar sin caer en la exageración que esta gesta épica realizada por estos dos sanitaristas Balmis y Salvany, fue uno de los episodios más trascendentes en toda la historia de la medicina y llama la atención que haya sido tan poco recordada.
La Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806). Palabras leídas en la Mesa Redonda “El Bicentenario de la Vacunación en Cuba”. III Congreso de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina. Noviembre 18 de 2004. http://bvs.sld.cu/revistas/his/his_99/his1399.htm
Francesc Asensi Botet. La real expedición filantrópica de la vacuna (Xavier de Balmis/Josep Salvany). 1803-1806. Rev Chil Infect 2009; 26 (6): 562-567
Susana Ramírez Martín, José Tuells. Revindicando a Salvany. Vacunas.org. http://www.vacunas.org/es/info-profesionales/temas-del-mes/1382-reivindicando-a-salvany

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