martes, 20 de septiembre de 2016

VIRUELA.....POR EL DR. RICARDO "EL MORDAZ"

INVESTIGADOR DR. RICARDO "EL MORDAZ"

JENNER Y LAS ORDEÑADORAS


Edward Jenner (1749-1823)
Edward Jenner era un médico muy observador, le encantaba la naturaleza, había escrito tratados sobre las aves y también escribía poesía. Amaba el campo y su gente, con la cual solía conversar especialmente con las ordeñadoras, mujeres sencillas y cordiales. Ahora se encontraba frente a Sarah Nelms, una joven campesina del condado de Berkeley en Inglaterra. Pero en esta ocasión, su presencia en la granja estaba motivada por la curiosidad científica. Se sabía, y él lo había escuchado en varias oportunidades, que la mayoría de las ordeñadoras de vacas no sufrían la viruela. No era este un dato menor, la viruela que había venido de Asia hacía estragos en Europa y las epidemias de la enfermedad mataban a cerca de medio millón de personas por año en el continente. Un tercio de los que sobrevivían quedaban ciegos o con el rostro deformado por las pústulas de la enfermedad y en los niños, la mortalidad era mucho más alta.
Sarah Nelms tenía en las manos las mismas lesiones que cubrían el cuerpo de los enfermos de viruela, pero en ella eran pequeñas y pronto desaparecerían y jamás se enfermaría del terrible flagelo que azotaba a Europa. Jenner recogió material de una de las lesiones de la ordeñadora y se lo inoculó en el brazo a un niño de ocho años, quién sólo registró un fugaz episodio febril. En el siguiente paso Jenner fue más audaz, le inoculó al niño material de un enfermo de viruela, un procedimiento que hoy en día violaría los principios de la ética médica, pero que en 1796, con gente muriendo diariamente por la enfermedad, el hecho era intrascendente. Para tranquilidad y alegría de Jenner el niño no experimentó ningún síntoma.
El 14 de mayo de aquél año acababa de nacer la vacuna, el método de prevención más importante contra las enfermedades y un verdadero punto de inflexión en la historia de la medicina. Cuatro años más tarde, ya eran más de cien mil las personas en diversas partes de Europa y de Aisa que recibieron la vacuna. No se tenía conocimiento de la existencia de los virus y siglos después, se comprobó que el virus de la enfermedad de las vacas estaba genéticamente vinculado con el de la viruela y por lo tanto se producía una inmunidad cruzada.
Una enfermedad muy antigua

Momia de Ramsés V en la que se aprecia claramente las secuelas de la viruela
Existen registros de que la viruela era conocida en el antiguo Egipto y el rostro de la momia del faraón Ramsés V, conserva huellas de la enfermedad. Los mercaderes egipcios llevaron el virus a la India y la China y en Europa ingresó en el año 700 aproximadamente. Las cruzadas y el incremento del comercio diseminaron la enfermedad en mayor grado. Aún permanecía intacto el continente americano, pero con el segundo viaje de Colón la viruela se diseminó en forma violenta causando estragos en las poblaciones primitivas de América.

En su campaña hacia la India, las tropas de Alejandro el Grande fueron diezmadas por la viruela. En esta pintura clásica se lo ve a Alejandro conduciendo a su ejército .
El arma letal de Francisco Pizarro

Pintura inca que muestra indios enfermos de viruela
En el alto Perú a los oídos del inca Huaina Capac, padre de Huascar y de Atahualpa, llegaron noticias inquietantes. Un reducido grupo de hombres barbudos con trajes y cascos de metal que resplandecían al sol y montados en bestias desconocidas, se acercaban lentamente a las puertas del imperio.
Los mensajeros arrodillados y temblorosos con la mirada clavada en el suelo porque mirar el rostro del emperador era un sacrilegio, seguían entregando más detalles. Dijeron que esos hombres de otro mundo eran despiadados, robaban y mataban a su paso, pero también había una buena noticia, los extranjeros eran pocos y podrían ser eliminados fácilmente.
El emperador casi no escuchaba, su mirada borrosa por el delirio y la fiebre apenas alcanzaba a ver a los mensajeros, postrado en el lecho sabía que pronto moriría. Su rostro lleno de pústulas señalaba la terrible enfermedad que había diezmado a miles de sus súbditos.
La enfermedad del Viejo Mundo había llegado al Caribe en 1494, montada en la ropa y el cuerpo de los tripulantes del segundo viaje de Colón. Porque el virus de la viruela, es uno de los pocos que tiene la capacidad de sobrevivir fuera del organismo durante semanas. La enfermedad se extendió rápidamente entre los indígenas de Centroamérica, totalmente vírgenes de inmunidad natural. De la misma forma una plaga de viruela siguió a la expedición de Hernán Cortés, contra los aztecas, quienes llamaron huey zahuatk, gran sarpullido al espantoso mal. Así lo relataba el cronista Francisco López de Gomara en el siglo XVI:
“Era una enfermedad letal y mucha gente murió de ella. Nadie podía caminar, sólo yacían en sus camas. Nadie podía moverse, ni siquiera girar la cabeza. No se podían tumbar boca abajo ni ponerse de costado y si se movían gritaban de dolor”.
Después de arrasar a los aztecas, ayudando a Cortés a conquistar su imperio, la plaga de viruela entró en América del Sur y llegó al imperio inca antes que Francisco Pizarro. Él no lo sabía, ignoraba que la viruela le había allanado el camino para dominar un imperio de millones de habitantes. Los incas tampoco imaginaban que ese puñado de barbudos con armaduras iba a ser mucho más mortífero que la peor de las enfermedades.
Heather Brannon. The history of smallpox. About.Com Dermatology, 2004. http://dermatology.about.com/cs/smallpox/a/smallpoxhx.htm
Colette Flight. Smalpox: eradicating the scourge. BBC. History, 2011. http://www.bbc.co.uk/history/british/empire_seapower/smallpox_01.shtml
Riedel S. Edward Jenner and the history of smallpox and vaccination. BUMC Proceedings 2005;18:21–25.
Kim Macquarrie. Los últimos días de los incas. Inkaterra 2013, Lima, Perú.
Publicado por Ricardo en 17:50 17 comentarios: Enlaces a esta entrada
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