lunes, 19 de noviembre de 2018

LA PÁGINA DEL MORDAZ,


RENOIR: EL ARTISTA DE LA ALEGRÍA QUE ENFRENTÓ AL DOLOR
Una mañana, uno de nosotros se quedó sin el negro, y fue el nacimiento del impresionismo.
August Renoir

Autorretrato 1875. Colección privada
El impresionismo
Cuando un grupo de artistas decidió que los paisajes no debían inventarse en un atelier como fondo de una figura en primer plano y era preciso salir a buscarlos munidos del caballete, con pinceles y colores, cuando frente a la escena y embriagados por la pintura al aire libre, transformaron en belleza y alegría casi cualquier objeto que salía de sus manos, fue entonces que nació el impresionismo.
Estos artistas captaron que el sol le da al agua, a las flores, a los árboles y a la grama, un brillo determinado. Que según su posición en el cielo, los tonos y los colores variaban y que un mismo motivo pintado después del amanecer cambiaba sustancialmente cuando el sol bajaba en el horizonte.
El crítico de arte Louis Leroy, al observar en una galería el cuadro de Claude Monet: “Impresión, sol naciente”, llamó impresionista a su autor. El nombre se difundió rápidamente antes de que los críticos y la sociedad tomaran conciencia de que había nacido un estilo pictórico revolucionario.
Una característica notable del impresionismo fue la participación simultánea de varios artistas, todos de un mismo lugar: París; que formaron un grupo muy unido y solidario para defender su arte de las críticas de la época. Entre esas personas se encontraba Pierre-Auguste Renoir.
Primeros años
Renoir nació el 25 de febrero de 1841 en Limoges, la ciudad de las famosas porcelanas. A los 13 años se encontró con la pintura, pero no en el lienzo, sino en la porcelana cuando empezó a trabajar en el taller de los hermanos Lévy. Uno de los obreros de la empresa convenció a sus padres que el joven tenía talento para la pintura y estos lo enviaron a la Escuela de Bellas Artes de París.
Después de la Revolución, el Louvre, el palacio de los reyes, fue transformado en museo de arte y Renoir se pasaba horas contemplando las obras que se exponían en los grandes salones. Uno de los artistas que más le interesó y posteriormente influyó en su obra fue Eugene Delacroix quien junto con Jean-Baptiste-Camille Corot y el inglés Joseph Turner fueron los precursores del movimiento impresionista.
En la Escuela de Bellas Artes de París conoció a tres personajes con quienes entabló una estrecha relación que perduraría para siempre. Claude Monet, Frederic Bazille y Alfred Sisley, junto con Renoir, soñaban con un arte próximo a la vida y alejado de los clásicos. Un arte que captase la realidad de los fenómenos de la luz sobre las personas, los objetos y los paisajes.

Retrato de Auguste Renoir por Frederic Bazille. Museo de Orsay
El respeto y cariño que estos cuatro artistas se prodigaban los llevó a pintarse unos a otros. Una de las obras más conocidas de Bazille es Retrato de Auguste Renoir, que lo muestra a la edad de 26 años sentado sobre una silla y con las piernas totalmente recogidas. Renoir le devolvió la atención conRetrato del pintor Bazille, en plena tarea ante el lienzo.

Retrato del pintor Bazille por August Renoir. Museo Fabre, Montpellier
También pintó a Monet y a Sisley. A este se lo ve junto con su esposa en una actitud que refleja la armonía de la pareja. ElPintor Sisley y su esposa, es una obra que muestra la tendencia que seguiría Renoir en todas sus pinturas: rostros que siempre expresan alegría o bienestar, los personajes no tienen conflictos con la vida que les resulta placentera.

El pintor Sisley y su esposa por August Renoir. Museo Wallraf-Richartz, Colonia, Alemania.
En las pinturas de Renoir las personas se tienden la mano, conversan, se abrazan, se tocan, porque siempre buscó la cercanía entre sus modelos. En cuanto a los desnudos se trata de mujeres que, mientras con una mano se ordenan la abundante cabellera, miran al observador, casi provocativamente, como si quisieran invitarlo a formar parte de la despreocupación e indolencia que las rodea. También parecen dejarse tocar las flores y la hierba de sus cuadros.

Desnudo sentada. Por August Renoir. Colección privada.
Los cuatro amigos solían ir en grupos de a dos o de a tres al bosque de Fontainebleau, frente al Sena a la altura del puente de Chatou, donde pintaban una misma escena y después comparaban estilos y tonalidades en largas y amenas conversaciones. Renoir era pobre y no tenía vivienda propia, pernoctaba en las casas de sus amigos y solía recibir ayuda de Bazille quien al encontrarse en mejor posición económica alquiló un taller donde pudieron trabajar todos juntos.
Exposiciones y rechazos
En 1863, Eduard Manet, otro pintor impresionista, llevó al Salón de París lo que podría considerarse su obra cumbre en todos los aspectos, incluso por la popularidad y el rechazo que produjo: Desayuno sobre la hierba (Le déjeneur sur l’herbe). El óleo muestra a una mujer sentada totalmente desnuda mirando indiferente al espectador, junto a ella figuran dos hombres recostados sobre el pasto, platicando entre ellos y completamente vestidos. Este contraste más las dimensiones del lienzo (208 x 264 centímetros), eran demasiado provocativos para la época y la obra terminó exhibiéndose en el llamado Salón de los Rechazados, junto con las pinturas de los demás impresionistas. Estos admiraron el coraje y el estilo de Manet y lo convirtieron en uno de los líderes del movimiento.

Desayuno sobre la hierba (Le déjeneur sur l’herbe), por Eduard Manet. Museo de Orsay.
Renoir tenía pasión por la figura femenina y por las mujeres. Su primera musa, y también su primer modelo, fue Lise Trehot quien llegó a erigirse como el canon de belleza femenina para el joven artista que la pintó vestida, desnuda o con ropas de odalisca. Este romance de amor y arte duró siete años hasta que Lise dejó el atelier y las privaciones para casarse con un hombre de mejor posición económica.
Ante la persistencia de los rechazos en las grandes exhibiciones, de las pinturas de Renoir y sus amigos, el reconocido fotógrafo Gaspard- Félix Tournachon les facilitó sin cargo un amplio salón en el Boulevard de las Capuchinas. En ese lugar comenzó la primera exposición impresionista y se exhibieron 165 obras, que fueron duramente descalificadas por los críticos de arte, pero no faltaron quienes se percataron del surgimiento de un nuevo estilo, merecedor de un espacio en el mundo de la pintura.
Renoir redujo la producción de temas campestres y se orientó hacia las personas, la fascinante vida parisién la volcó en dos hermosas obras: Baile en el Moulin de la Galette y Almuerzo de remeros. Siempre los personajes son alegres y joviales y sugieren estar pasando momentos de placer, porque así era como Renoir enfocaba la vida. Aquellos años en Montmartre fueron para él los más gratificantes, poseía amantes, amigos sinceros y empezaba a ser reconocido.
Baile en el Moulin de la Galette (1876) Museo de Orsay
La enfermedad invalidante
Las dolencias de Renoir salieron a la luz cuando su nieto Paul, reveló todos sus detalles en el XIII Congreso Europeo de Reumatología (Ámsterdam, 1995). El informe fue acompañado con cartas personales y fotografías. Aparentemente el inicio de su enfermedad ocurrió un día de lluvia del verano de 1889, cuando cayó de su bicicleta y se fracturó el brazo derecho. Tiempo atrás había tenido una fractura similar y aprendió a desarrollar la habilidad de pintar con la mano izquierda, pero en esta ocasión surgieron dolores que le dificultaron sostener y manejar los pinceles.
Se le diagnosticó reumatismo avanzado desencadenado por el accidente. Renoir tenía por entonces 48 años y estaba convencido que todavía tenía unos cuantos más por delante. Como prueba de ello, al año siguiente se casó con su última esposa Aline, que le dio tres hijos.
Los dolores de las manos fueron en aumento, al principio logró soportarlos y aunque tenía cierta limitación en los movimientos de los dedos, se las ingenió para seguir trabajando. Para él la vida sin la pintura carecía de sentido.
Fotografías de cuando tenía 55 años, muestran la hinchazón de las articulaciones de los dedos y otras tomadas 12 años más tarde se lo ve caminando con dos bastones, debido a que el proceso de su enfermedad se había extendido a las rodillas. Pocos años después quedó confinado en forma definitiva a desplazarse en silla de ruedas.
Decidido a no rendirse ante la enfermedad, hizo que le fijaran la paleta a uno de los brazos de la silla y con el pincel atado a la muñeca pintaba sobre grandes lienzos desplazando la tela montada en un caballete con un sistema de poleas que había diseñado. En los últimos años se interesó más que nunca en el desnudo femenino y para ello contaba con varias modelos. Llama la atención que pese a las enormes limitaciones físicas que enfrentaba, las obras de ese período conservan la calidad técnica y sobre todo el gesto de placer y alegría de los rostros que jamás fueron empañados por la enfermedad.
Su última pintura, una cesta con manzanas que le trajo su hijo, la terminó el día anterior a su muerte. El 3 de diciembre de 1919 se detuvo definitivamente el pincel de la luz y la alegría de vivir.

Alberto Martini. L’impressionismo. Editorial Fratelli Fabbri. Milán 1967.
José Ángel González. El pintor palpable, Pierre-Auguste Renoir en el Thyssen. 20 minutos, 03,02,2017.http://www.20minutos.es/noticia/2864348/0/pierre-auguste-renoir-intimidad-exposicion-thyssen/
Isabel Espiño. Augusto Renoir: artritis en las manos del pintor.Elmundo.es/Salud. 16/09/2004.
Renoir. Encyclopaedia Britannica, tomo 9, pag 1028-1030. Chicago 1995.
Kowalski E, Chung KC. Impairment and disability: Renoir's adaptive coping strategies against rheumatoid arthritis. Hand (N Y) 2012;7:357-63.

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