jueves, 31 de enero de 2019

INVASIONES INGLESAS RECORRIDO

Habrá un “paseo” sobre las invasiones inglesas en la Ciudad
Una ley establece que expertos deberán señalizar al menos 13 lugares donde ocurrieron hechos clave en 1806 y 1807

Quedaron testimonios materiales. Por ejemplo, sobre la torre izquierda de la Basílica Nuestra Señora del Rosario, en el barrio porteño de Monserrat, se ven las marcas de cañonazos de combates de la segunda invasión inglesa, en 1807. Pero algunos espacios deberán ser evocados, entre ellos, el fuerte de la Ciudad, que estaba donde hoy se encuentra la Casa Rosada.
De un modo u otro, las invasiones inglesas (1806 y 1807) serán eje de un nuevo "Paseo" en la Ciudad . "Un circuito histórico-cultural que tendrá por objeto conmemorar las jornadas de lucha, y referenciarlas en el actual entramado urbano", según establece una reciente ley porteña. Y en el artículo 2 agrega que se identificarán, "a través de la señalética que (se) considere adecuada, los puntos de referencia que conformarán" el itinerario.
Algunos hitos del circuito



Casa del virrey Liniers. En Venezuela 469, conserva parte de la arquitectura colonial.


Plaza Miserere. Allí acampó Liniers. Está en el corazón trajinado de Balvanera

En Monserrat, pleno Casco Histórico porteño, quedan huellas variadas de la época colonial y de las invasiones inglesas. Los dominicos llegaron en 1606 pero la construcción de la iglesia Nuestra Señora del Rosario, de estilo neorrenacentista, comenzó en 1751. Junto con el Convento de Santo Domingo (1805), la actual Basílica fue escenario central en las invasiones. En 1807, se atrincheraron británicos y se libró el Combate de Santo Domingo. De hecho, en la torre de la derecha -la de la izquierda fue realizada después- quedaron marcados los cañonazos. En el frente, se impone en Mausoleo de Manuel Belgrano (1903). Adentro, donde reina el barroco, hay banderas de fuerzas militares inglesas.

El Cabildo. "Desde cuyos arcos Santiago de Liniers dirigió la última batalla antes de la rendición inglesa", según la ley.
La lista de "lugares de interés" que especifica la ley incluye otros espacios y deja abierta la puerta para que expertos, que deberán ser convocados por el Ministerio de Cultura porteño, sumen "hitos" al Paseo. Sí figuran el Coliseo Provisional, un teatro donde el virrey Rafael de Sobremonte recibió la noticia de la primera invasión inglesa el 24 de junio de 1806, que estaba en la actual esquina de Reconquista y Perón. También, el trayecto por las calles Defensa, Reconquista, San Martín y Florida, por el cual las tropas al mando de Santiago de Liniers llegaron al Fuerte de la Ciudad de Buenos Aires el 12 de agosto de 1806. Y el cuartel provisional del Regimiento de Patricios, creado el 15 de septiembre de 1806, en la Manzana de Las Luces.
Además, subraya el "Sitio de la Ranchería, que sirvió de asiento al Regimiento 71° de las Tierras Altas de Escocia, ubicado en la intersección de Alsina y Perú"; la Iglesia la Merced, desde cuyo atrio Santiago de Liniers comandó la recuperación del fuerte, el 12 de agosto de 1806, en Reconquista y Perón, y Plaza Miserere, donde acampó Santiago de Liniers en oportunidad de la primera invasión y el 2 de julio de 1807 se libró la batalla de los Corrales de Miserere, en la que las fuerzas bajo su mando fueron derrotadas.
"Se trata de una ley que se sancionó en diciembre. Aún no está reglamentada. Pero se está estudiando la mejor forma de implementarla, a fin de que dialogue con el paisaje urbano", Informaron desde la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Ministerio de Cultura de la Ciudad.
Otros hitos destacados en la norma son el trayecto de Alsina, San Martín, Bartolomé Mitre, Belgrano, Tacuarí, Suipacha y Sarmiento donde, por orden de Martín de Alzaga, se cavaron las trincheras y zanjas internas y externas que sirvieron de defensa a la Plaza Mayor. Plaza Lorea, donde el 5 de julio de 1807 se produjo la batalla del mismo nombre. Otra iglesia clave, la de la Piedad, que está ubicada en Paraná y Bartolomé Mitre, en cuyas instalaciones terminaron las tropas inglesas derrotadas en la batalla de Lorea. Y la de Iglesia de Santo Domingo, donde Santiago de Liniers entregó los pabellones tomados en 1806 y se refugiaron las columnas inglesas derrotadas por el Regimiento de Patricios el 5 de julio de 1807, que hoy se encuentra en Belgrano y Defensa.
A comienzos del siglo XIX, cuando ocurrieron las invasiones, Buenos Aires era una aldea de casas bajas, muchas iglesias, calles de tierra, 40.000 habitantes, una grupo social acomodado que usaba vajilla inglesa llegada de contrabando y comerciantes preocupados por eludir el monopolio de la corona española, entre otros. En tanto, España se debilitaba ante el avance de Napoleón y de Inglaterra, la potencia marítima, que buscaba puertos nuevos para comerciar.
El 25 de junio de 1806 la flota británica desembarcó, bajo la lluvia, en las playas de Quilmes, al mando del general Beresford. Fueron 46 días de invasión. Beresford mantuvo en sus cargos a los funcionarios, eclesiásticos y militares. Pero expertos señalan que muchos de los que esperaban beneficios por la libertad de comercio y los esclavos que pretendían su propia libertad se decepcionaron ante las medidas que sólo favorecían a los productos ingleses. El 12 de agosto se luchó en las calles.
Existen documentos del final de aquello, que permanecieron por siglos en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario. Llevan una leyenda similar: “Trofeo de la Reconquista de Buenos Aires en 1806”. Una “ondeó en el asta del Retiro”. Otras dos eran del primer y segundo batallón del Regimiento 71 Highlanders. Y la última perteneció a la Infantería de la Guardia de Mar. Las cuatro banderas inglesas son, quizá, el mayor símbolo de un enfrentamiento que no sólo los expulsó sino que, según historiadores, dio el impulso final a la búsqueda de la independencia.
Fue Santiago de Liniers, figura de la Reconquista, quien entregó las banderas el 24 de agosto de 1806, doce días después de la rendición de los ingleses. Es que el 1° de julio de ese año, cuando Buenos Aires estaba bajo dominio inglés, se prohibió la ceremonia del culto al Santísimo Sacramento. Así que Liniers prometió que, si las recuperaba, las ofrendaría a esa virgen.
La Basílica Nuestra Señora del Rosario y el Convento de Santo Domingo, que está en el mismo predio, también tuvieron roles clave en julio de 1807, cuando los ingleses reintentaron tomar Buenos Aires. El área de los mayores combates de resistencia fue justamente la zona que recortan la avenida Belgrano y las calles Balcarce, Venezuela, Perú.
El convento fue efectivamente tomado. El combate, tremendo. Y, como se dijo ya, las marcas de los cañonazos siguen en la torre izquierda de la iglesia.
Así, a la vista, o recordadas por especialistas, con el nuevo Paseo, esas huellas deberán servir -según la nueva ley- para impulsar la difunsión de la historia y valorar el patrimonio porteño.

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