martes, 30 de noviembre de 2021

DEUDORES ETERNOS


¿De qué deuda hablamos?
Gala Díaz Langou y Sergio Kaufman
¿Sabías que de los 45 millones de personas que hoy vivimos en la Argentina, 27 millones nacieron después de diciembre del 83? Cuando comenzamos a pensar en la cercanía de los 40 años de democracia ininterrumpida no pudimos pasar por alto ese dato, porque cada generación tiene con ella una relación diferente. Quienes nacieron después de 1983 no experimentaron un régimen no democrático y lo que saben es por terceros. En cambio, quienes vivieron dictaduras pueden dar testimonio de todo lo vivido y de lo superado para poder elegir a sus gobernantes.
Que haya generaciones enteras que no sepan lo que significa no poder votar es un logro en sí mismo, pero no es suficiente. En estas casi cuatro décadas del retorno de la democracia, todavía tenemos deudas, principalmente en materia de equidad y crecimiento: el producto bruto per cápita sigue siendo el mismo que desde aquel entonces y la pobreza nunca fue inferior al 25%. Quienes experimentan en mayor medida estas deudas son las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, hoy, contemplando los impactos de la pandemia, 51% de quienes nacieron en democracia viven en situación de pobreza, frente al 30% de quienes nacieron antes de 1983.
¿Por qué, a pesar de los múltiples intentos, no hemos logrado saldar estas deudas? Hay tres razones que lo explican: la primera es la anomia. En la Argentina tenemos normas que reflejan muchas buenas intenciones y que podrían ayudarnos a crecer con equidad, pero, en la práctica, pocas se implementan, algunas no son viables y otras no se cumplen. La segunda razón es la baja cooperación. Ponemos primero los intereses sectoriales por sobre las miradas de conjunto. El último factor que nos perjudica es la volatilidad de nuestras políticas públicas. Los cambios de rumbo son tan frecuentes que no logramos establecer acuerdos de largo plazo que garanticen un marco previsible para el desarrollo del país.
Parece un diagnóstico abrumador, pero la realidad es que las soluciones pueden estar más cerca de lo que creemos. Más: que hayamos garantizado una democracia perdurable es una clara demostración de que podemos generar acuerdos que se implementen y perduren en el tiempo, donde los intereses colectivos primen por sobre los sectoriales. El consenso puede ser la llave. Nos debemos un nuevo acuerdo, de la magnitud de nuestro compromiso con el sistema democrático, para garantizar el bienestar de las futuras generaciones. Por eso desde Cippec queremos construir junto a ustedes Democracia 40: una propuesta de diálogo participativo, multiactoral, federal e intergeneracional para desplegar los acuerdos para el desarrollo con equidad y crecimiento de nuestra democracia de los próximos 40 años.
Para eso proponemos cinco ejes temáticos, complementarios entre sí, en torno a los cuales son necesarias discusiones plurales, alianzas y acciones concretas para traccionar el camino del desarrollo argentino.
El primero es alcanzar la justicia educativa. En la Argentina ser estudiantes puede significar cosas muy diferentes. Sin ir más lejos, una mitad termina el tramo educativo obligatorio y la otra mitad no. Las diferencias según el nivel de ingreso de las familias de origen y la zona de residencia son enormes, y esto se ve, por ejemplo, en qué y cuánto aprenden. Incluso entre quienes terminan la escuela secundaria, solo el 27% lo hace a la edad esperada. Solo el 41% de los que llegan al último año de secundaria alcanzan el nivel básico de matemática. ¿Cómo hacemos para que todos los chicos y todas las chicas terminen la secundaria y egresen con los saberes necesarios para definir autónomamente sus trayectos de vida ciudadana? ¿Cómo logramos que esos saberes dialoguen con las demandas de un mercado de trabajo en permanente transformación?
El segundo, reducir la pobreza. Hace más de 30 años que no logramos perforar el piso de la tasa de pobreza: nunca fue menor al 25%. Actualmente, luego de la pandemia, más de 4 de cada 10 personas viven en hogares con ingresos inferiores al costo de una canasta básica de bienes y servicios. La proporción aumenta a casi 6 de cada 10 entre niños, niñas y adolescentes ¿Cómo podemos generar las oportunidades para que los 19 millones de personas que hoy viven en pobreza puedan tener vidas dignas y trabajos que garanticen ingresos suficientes? ¿Cómo lo hacemos, además, en un contexto de envejecimiento poblacional?
El tercero, potenciar nuestra matriz productiva. En los últimos 40 años, el PBI per cápita de la Argentina creció un 10%, frente al 29% del conjunto de países que componen la región de América Latina y el Caribe. Las oportunidades de crecimiento económico dependen de que podamos generar divisas a partir de las exportaciones y también crear empleos de calidad. ¿Podemos volver a crecer de manera sostenida? ¿Cómo hacemos para generar puestos de trabajo y, al mismo tiempo, potenciar nuestra competitividad? Y también, ¿cómo podemos asegurarnos que esa matriz genere exportaciones y asegure el ingreso de divisas?
El cuarto, lograr una transición verde justa. El planeta se sigue calentando y, aunque la Argentina no contribuye mucho a la crisis climática, sin dudas experimentamos sus consecuencias. Las estrategias para combatirla pueden representar una oportunidad para nuestro entramado productivo y nuestro desarrollo. ¿Qué tenemos que hacer para mitigar sus impactos? ¿Cómo hacemos para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero y proteger la biodiversidad de nuestro territorio? ¿Cómo garantizamos la adaptación frente a las consecuencias que no podemos evitar? ¿Qué implicancias tienen estas discusiones para la resiliencia y la equidad urbana? Estas preguntas están hoy muy vigentes gracias especialmente al activismo joven, pero lo estarán todavía más en el futuro.
Por último, pero no por eso menos importante, más, es muy importante: garantizar la estabilidad macroeconómica. En estas cuatro décadas, la macroeconomía argentina tuvo un comportamiento volátil con frecuentes episodios recesivos. Estos coincidieron, frecuentemente, con desequilibrios comerciales: las divisas son una fuente de estabilidad macroeconómica y su insuficiencia genera problemas de orden fiscal. ¿Cómo hacemos para garantizar la estabilidad macroeconómica? ¿Es posible generar los acuerdos intertemporales e intersectoriales que son necesarios para esa garantía? ¿Cómo aseguramos que el camino hacia la estabilidad macroeconómica no perjudique aún más a los sectores más vulnerables?
Tenemos muchas preguntas, pero también una certeza: es necesario trabajar en conjunto. Hace ya casi 40 años demostramos que, como sociedad, podemos generar acuerdos que pongan primero los intereses colectivos. Hoy tenemos un desafío por delante: honrar nuestras deudas. No se trata solamente de las que tenemos con nuestros acreedores, sino las que también hemos contraído con nuestra ciudadanía, especialmente con las generaciones más jóvenes. Con Democracia 40, desde Cippec buscamos abrir, ampliar y profundizar las discusiones para impulsar el desarrollo con equidad y crecimiento. Para eso es fundamental el rol activo y el compromiso de todos los sectores (la política, el empresariado, los sindicatos, los movimientos sociales, los medios de comunicación, la academia, y la sociedad en general, entre otros). Lo que logremos construir de cara a 2023 y los años inmediatamente posteriores puede definir los próximos 40 años de nuestra democracia. No dejemos pasar esta oportunidad.


Díaz Langou es directora ejecutiva de Cippec y Kaufman, presidente

Gala Díaz Langou y Sergio Kaufman

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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