domingo, 28 de noviembre de 2021

JUGUETES Y PSICOLOGÍA


Regreso con glamour

El Simon, icónico juego que marcó a la generación que creció en los 80, regresa nada más y nada menos que en la recién estrenada La Casa Gucci. Ahí se la ve a Alessandra –hija de Patrizia Reggiani (Lady Gaga) y Maurizio Gucci (Adam Driver)– jugando con su flamante regalo de Navidad. Y aunque este aparato con forma de plato, teclas luminosas en los colores primarios y esa melodía tan característica, haya sido un hito hace cuatro décadas, todavía se consigue y está más vigente que nunca. Desde los 8 años en adelante, ideal para practicar solo o compartir con amigos. Lo importante es observar, memorizar y repetir. Disponible en jugueterías y tiendas ecommerce.

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¿Qué es la inercia pospandémica?


Miguel Espeche

Es verdad que el efecto rebote tras los tiempos de cuarentena brava se ve en los fines de semana turísticos con rutas enloquecidas y lugares llenos de gente que, como burbujas, sale a ponerse al día tras tanto encierro. Pero más allá de que la pandemia sigue todavía vigente y merece la prudencia del caso, digamos que sus efectos son muchos y diversos en lo que se refiere a los estados de ánimo de las personas. Es por eso que no solamente hay que guiarse por los bares llenos y el renovado bullicio de las calles, sino que hay que ver que, de manera paralela, otros fenómenos ligados al encierro hacen lo suyo y afectan a miles.
Uno de esos efectos menos visibles es una suerte de inercia que hace que mucha gente sienta que los movimientos cuestan más que antes, con tendencias a mover menos el cuerpo o alguna dejadez en cuanto a la interacción con los otros y con el mundo mismo.
La inercia que nombramos no es una patología ni mucho menos. Inclusive en no pocos casos esa disminución de los ritmos de intercambio y movimiento pueden ser fruto de la de conciencia de una aceleración que antaño era vista como normal, pero ya no. Algo hace que, tras la cuarentena, muchos valoren más el paso a paso, la pausa, la selectividad mayor a la hora de elegir por qué cosas moverse.
Sin embargo, no siempre la inercia tiene que ver con lo antedicho y sí como el fruto de un estado de subestimulación que puede ayudar a acentuar ciertos malestares físicos o psíquicos que en condiciones normales no aparecerían tan nítidamente.
La inercia pos pandémica, en su faceta negativa, no surge de una pérdida de energía sino de un “atasque” de dicha energía. La vivencia subjetiva puede ser la de desgano y pesadez, pero el peso que se siente en cuerpo y mente es por acumulación de vitalidad retenida más que por desvitalización.
La propuesta no es la de restaurar un estado anterior sino chequear que si uno está muy quieto es porque quiere y no porque quedó atascado en un mecanismo de “encuevamiento”.
La inercia merece atención, pero no alarma. Hay que tratarla con cariño para que vaya adquiriendo nuevas formas. Si la elección es doméstica, que sea por conciencia y no porque quedó puesto el freno de mano psicológico tras el encierro.
Nada volverá a ser exactamente como antes y el nuevo equilibrio requerirá paciencia y lucidez para no intentar ponerse al día a pura aceleración ni, por otro lado, quedarse quieto por una inercia que empobrezca la vida de relación. Es un desafío a nuestra lucidez el ir entendiendo la propia situación. La puerta para salir a jugar se va entreabriendo. Habrá que saber jugar el propio juego y no el de la exigencia enloquecida de la vida moderna, pero lo que no hay que hacer es dejar de jugar… eso nunca.

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