Victoria Ocampo, una humanista en tiempos de deshumanización
Un libro colectivo revisa la figura caleidoscópica de la fundadora de Sur y resalta su antisectarismo; sale también su correspondencia con el filósofo francés Jacques Maritain
L. V.
Intelectuales argentinos presentan una nueva perspectiva sobre la figura de Victoria Ocampo
Hace algunas semanas Joaquín Sabina donó su colección completa de la revista Sur al Instituto Cervantes, en Madrid, un tesoro invaluable para este organismo que custodia joyas y originales de la cultura en lengua española. Este hecho es un claro ejemplo del legado de Victoria Ocampo, fundadora y directora de la revista, y de le editorial homónima, una intelectual cuya huella y luz de un lado y otro del Atlántico, guía y alumbra a generaciones de escritores, artistas, docentes y lectores. Victoria Ocampo, los rostros de una humanista, cuya editora es María Cristina Viñuela, un libro que se presenta hoy a las 18 en Villa Ocampo (Elortondo 1837, Beccar), es otro de los destellos de la vigencia de esta personalidad sin precedentes ni discípulos.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, recibió la donación de Joaquín Sabina: la colección completa de la revista Sur.
“El avance de la tecnología que tantos beneficios y no pocos riesgos ha traído, hace más urgente recuperar el sentido humano de la vida. Resaltar la dimensión humanista de Victoria Ocampo, en este trabajo colectivo, ha sido una gratísima tarea. Como señala María Elena Vigliani de La Rosa en el prólogo citando a Marta Nussbaum un humanista debe exigirse en «la vida examinada», el examen del propio actuar y el cuestionamiento de las ideas que arrastramos por tradición o prejuicio. Un verdadero humanista es el que se interrelaciona con los otros, busca la verdad en compañía. Estos aspectos son tratados por trece autores en las expresiones ocampianas referidas a la arquitectura, la música, el ballet, la literatura, la cultura y las artes visuales”, explica Viñuela.
A cuarenta años de la muerte de esta intelectual argentina, esta publicación oficia no solo como homenaje, sino que brinda nuevas perspectivas con la pluma de destacadas personalidades de las Letras: Pedro Luis Barcia, Rosalie Sitman, Juan Torbidoni, Dolores Bengolea (un magnífico recuerdo de la sobrina nieta de Ocampo), Alejandro Bertolini, Doris Meyer, Cynthia Tompkins, Fishel Szlajen, Paola Scarinci de Delbosco, María Alejandra Rega, María Victoria Streppone, Daniel Varacalli Costas y Mario Satz. En el capítulo de Barcia, “Victoria Ocampo y la cultura argentina”, el ex presidente de la Academia Argentina de Letras y también de Educación, destaca las descalificaciones y ataques que mereció Ocampo como ninguna otra personalidad de la cultura (solo con excepción de Jorge Luis Borges y Leopoldo Lugones). Tildada de afrancesada, su revista era acusada de comunista por los conservadores y de fascista por la izquierda.
“Victoria Ocampo, una voz calidoscópica” es el nombre del capítulo firmado por Viñuela donde destaca el diálogo como motor en la vida y obra de esta intelectual. “Frente al proceso en ciernes de deshumanización del hombre, abrazó este modelo de gran apertura y actitud de diálogo con la cultura de su tiempo”, señala la autora. En este estudio se destaca también el antisectarismo, el vínculo con los jóvenes, su exploración por el género del ensayo de indagación nacional, la espiritualidad y el equilibrio entre una vida contemplativa y de acción, virtudes y rasgos propios de la personalidad de Ocampo. Además, la responsable de esta edición señala que Ocampo era “feminista, pero ajena a feminismos ideologizados”, es decir, que Ocampo “supo dar visibilidad a vocaciones femeninas acalladas, con un discurso afirmativo nada resentido y alejado de enfrentamientos. En sus Testimonios supo dar espacio a figuras como Isadora Duncan, Nancy Astor, Emily Davison, Abigail Smith, Susana Soca”.
Victoria Ocampo, una de las intelectuales más destacadas del siglo XX
“Como humanista, el primer movimiento del alma de Victoria será siempre el discernimiento de sus propias inclinaciones y el cotejo de los convencionalismos familiares, sociales, estéticos y sociopolíticos, con las íntimas convicciones, vocaciones y responsabilidades que la animaron”, escribe Vigliani de la Rosa. Esta publicación, Victoria Ocampo, los rostros de una humanista, es la primera del Instituto de cultura del Centro Universitario de Estudios Superiores (CUDES) y de su programa la Diplomatura en Cultura Argentina. A este valioso estudio se le debería sumar otro reciente homenaje que es la nueva antología de la serie Testimonios, seleccionada y prologada por Irene Chikiar Bauer.
“El haber abierto camino a la mujer en todas sus expresiones y de hacerlo en un alto nivel de calidad es uno de los legados de Ocampo. Siempre me emociona releer lo que le escribió a Virginia Woolf, en 1924, cuando le confiaba lo que era estar en una etapa de desbroce: «Creo que nuestra generación, y la que sigue, y aun la que está por nacer, están destinadas a no realizar este milagro, sino a prepararlo y a volverlo inminente. Creo que nuestro trabajo será doloroso y se lo desconocerá. Creo que debemos resignarnos a ello con humildad, pero con fe profunda en su grandeza, en su fecundidad (…) Nuestros sacrificios están pagando lo que ha de florecer dentro de muchos años, quizá siglos.»”, señala Viñuela. Pero, nuevamente, la necesidad de acudir al diálogo, el valor que le otorga a esta herramienta en desuso, es la mayor enseñanza que le transmite Ocampo a las generaciones posteriores: “El dicho que le gustaba repetir, let´s agree to differ, tiene hoy una inusitada vigencia”, concluye la editora.
Intelectuales argentinos presentan una nueva perspectiva sobre la figura de Victoria Ocampo
Hace algunas semanas Joaquín Sabina donó su colección completa de la revista Sur al Instituto Cervantes, en Madrid, un tesoro invaluable para este organismo que custodia joyas y originales de la cultura en lengua española. Este hecho es un claro ejemplo del legado de Victoria Ocampo, fundadora y directora de la revista, y de le editorial homónima, una intelectual cuya huella y luz de un lado y otro del Atlántico, guía y alumbra a generaciones de escritores, artistas, docentes y lectores. Victoria Ocampo, los rostros de una humanista, cuya editora es María Cristina Viñuela, un libro que se presenta hoy a las 18 en Villa Ocampo (Elortondo 1837, Beccar), es otro de los destellos de la vigencia de esta personalidad sin precedentes ni discípulos.
El director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, recibió la donación de Joaquín Sabina: la colección completa de la revista Sur.
“El avance de la tecnología que tantos beneficios y no pocos riesgos ha traído, hace más urgente recuperar el sentido humano de la vida. Resaltar la dimensión humanista de Victoria Ocampo, en este trabajo colectivo, ha sido una gratísima tarea. Como señala María Elena Vigliani de La Rosa en el prólogo citando a Marta Nussbaum un humanista debe exigirse en «la vida examinada», el examen del propio actuar y el cuestionamiento de las ideas que arrastramos por tradición o prejuicio. Un verdadero humanista es el que se interrelaciona con los otros, busca la verdad en compañía. Estos aspectos son tratados por trece autores en las expresiones ocampianas referidas a la arquitectura, la música, el ballet, la literatura, la cultura y las artes visuales”, explica Viñuela.
A cuarenta años de la muerte de esta intelectual argentina, esta publicación oficia no solo como homenaje, sino que brinda nuevas perspectivas con la pluma de destacadas personalidades de las Letras: Pedro Luis Barcia, Rosalie Sitman, Juan Torbidoni, Dolores Bengolea (un magnífico recuerdo de la sobrina nieta de Ocampo), Alejandro Bertolini, Doris Meyer, Cynthia Tompkins, Fishel Szlajen, Paola Scarinci de Delbosco, María Alejandra Rega, María Victoria Streppone, Daniel Varacalli Costas y Mario Satz. En el capítulo de Barcia, “Victoria Ocampo y la cultura argentina”, el ex presidente de la Academia Argentina de Letras y también de Educación, destaca las descalificaciones y ataques que mereció Ocampo como ninguna otra personalidad de la cultura (solo con excepción de Jorge Luis Borges y Leopoldo Lugones). Tildada de afrancesada, su revista era acusada de comunista por los conservadores y de fascista por la izquierda.
“Victoria Ocampo, una voz calidoscópica” es el nombre del capítulo firmado por Viñuela donde destaca el diálogo como motor en la vida y obra de esta intelectual. “Frente al proceso en ciernes de deshumanización del hombre, abrazó este modelo de gran apertura y actitud de diálogo con la cultura de su tiempo”, señala la autora. En este estudio se destaca también el antisectarismo, el vínculo con los jóvenes, su exploración por el género del ensayo de indagación nacional, la espiritualidad y el equilibrio entre una vida contemplativa y de acción, virtudes y rasgos propios de la personalidad de Ocampo. Además, la responsable de esta edición señala que Ocampo era “feminista, pero ajena a feminismos ideologizados”, es decir, que Ocampo “supo dar visibilidad a vocaciones femeninas acalladas, con un discurso afirmativo nada resentido y alejado de enfrentamientos. En sus Testimonios supo dar espacio a figuras como Isadora Duncan, Nancy Astor, Emily Davison, Abigail Smith, Susana Soca”.
Victoria Ocampo, una de las intelectuales más destacadas del siglo XX
“Como humanista, el primer movimiento del alma de Victoria será siempre el discernimiento de sus propias inclinaciones y el cotejo de los convencionalismos familiares, sociales, estéticos y sociopolíticos, con las íntimas convicciones, vocaciones y responsabilidades que la animaron”, escribe Vigliani de la Rosa. Esta publicación, Victoria Ocampo, los rostros de una humanista, es la primera del Instituto de cultura del Centro Universitario de Estudios Superiores (CUDES) y de su programa la Diplomatura en Cultura Argentina. A este valioso estudio se le debería sumar otro reciente homenaje que es la nueva antología de la serie Testimonios, seleccionada y prologada por Irene Chikiar Bauer.
“El haber abierto camino a la mujer en todas sus expresiones y de hacerlo en un alto nivel de calidad es uno de los legados de Ocampo. Siempre me emociona releer lo que le escribió a Virginia Woolf, en 1924, cuando le confiaba lo que era estar en una etapa de desbroce: «Creo que nuestra generación, y la que sigue, y aun la que está por nacer, están destinadas a no realizar este milagro, sino a prepararlo y a volverlo inminente. Creo que nuestro trabajo será doloroso y se lo desconocerá. Creo que debemos resignarnos a ello con humildad, pero con fe profunda en su grandeza, en su fecundidad (…) Nuestros sacrificios están pagando lo que ha de florecer dentro de muchos años, quizá siglos.»”, señala Viñuela. Pero, nuevamente, la necesidad de acudir al diálogo, el valor que le otorga a esta herramienta en desuso, es la mayor enseñanza que le transmite Ocampo a las generaciones posteriores: “El dicho que le gustaba repetir, let´s agree to differ, tiene hoy una inusitada vigencia”, concluye la editora.
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Las cartas de Victoria Ocampo a Jacques Maritain: “Un pájaro en busca de la luz”
La publicación de “No sé rezar” es el testimonio de una época y, sobre todo, de una lucha religiosa
P. G.
"No sé rezar", reciente publicación de Sur
No debería pensarse que, por escasa, la correspondencia que mantuvieron Victoria Ocampo y el filósofo católico Jacques Maritain sea una curiosidad bibliográfica. Pasa más bien lo contrario. La minuciosa pesquisa de María Laura Picón, responsable del volumen No sé rezar. Cartas y otros textos 1936-1943, traducido por Juan Javier Negri, deja entrever (y lo entrevisto resulta en ocasiones más persuasivo que lo visto) la lucha religiosa de Ocampo, su agonía, diríamos con Unamuno.
Hay por lo menos dos maneras de leer esta correspondencia; maneras que, por otro lado, lejos de excluirse se implican. Una es histórica y consiste en seguir entre líneas, o en las líneas mismas, el efecto que tuvo en la Iglesia católica argentina la visita de Maritain en 1936, cuando Ocampo lo conoció, para hablar en los Cursos de Cultura Católica. Picón refiere los pormenores en su introducción y hay un estudio detallado de Roberto Bosca, “La herejía democrática. El impacto de Maritain en el magisterio social”. Baste decir que el Maritain que llegó no era el del muy leído Antimoderne, que su cercanía con la revista Sur, de corte liberal, fue indigesta y que, además, su neutralidad en la Guerra Civil española (definida por algunos nacionalistas católicos de “guerra santa”) provocó perplejidad. Hubo una discusión en otra revista, Criterio, en la que el sacerdote Julio Meinville impugnó a Maritain, y también una defensa matizada de Leonardo Castellani en Sur (número 23). Parece demasiado para alguien neutral.
Sin embargo, ése es precisamente el asunto de la “Carta sobre la independencia” (Sur, n° 22) en la que Ocampo sintió que Maritain hablaba por ella. Escribía Maritain: “De izquierda o de derecha: a ninguno pertenezco […] La independencia del cristiano atestigua de la libertad de la fe frente al mundo”. Maritain da aquí ese salto de lo político a lo teológico, o de la razón a lo supraracional, para tomar su idea en otro ensayo fundamental suyo que publicó Sur (número 31) “De un nuevo humanismo”. En la primera de las cartas conservadas, le dice Ocampo: “Si usted pudiera captar la atención de los católicos como ha logrado captar la mía, si puede hacerse oír entre ellos como lo ha hecho conmigo, nada me habría alejado de ellos”. También aquí hay otro salto, el de la política a algo menos público, la fe herida de Ocampo. Le dirá Maritain un año después: “La inquietud que hay en usted, ese gran vacío que hace que usted se debata como un pájaro en busca del aire libre, he aquí lo que a nosotros nos parece un signo de que los espíritus del cielo no la pierden de vista…” Maritain habla por él y por su esposa Raïssa, que le dirá en 1943, después de que Ocampo pida una lista de vidas de santos para que lea su amigo Aldous Huxley, y ella misma: “¿Me equivoco, querida Victoria, pensando que para usted Dios no es un ausente?”.
Quedará para una indagación futura hasta dónde y en qué medida influyó Maritain en las posteriores conversaciones espirituales de Ocampo con Thomas Merton.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
"No sé rezar", reciente publicación de Sur
No debería pensarse que, por escasa, la correspondencia que mantuvieron Victoria Ocampo y el filósofo católico Jacques Maritain sea una curiosidad bibliográfica. Pasa más bien lo contrario. La minuciosa pesquisa de María Laura Picón, responsable del volumen No sé rezar. Cartas y otros textos 1936-1943, traducido por Juan Javier Negri, deja entrever (y lo entrevisto resulta en ocasiones más persuasivo que lo visto) la lucha religiosa de Ocampo, su agonía, diríamos con Unamuno.
Hay por lo menos dos maneras de leer esta correspondencia; maneras que, por otro lado, lejos de excluirse se implican. Una es histórica y consiste en seguir entre líneas, o en las líneas mismas, el efecto que tuvo en la Iglesia católica argentina la visita de Maritain en 1936, cuando Ocampo lo conoció, para hablar en los Cursos de Cultura Católica. Picón refiere los pormenores en su introducción y hay un estudio detallado de Roberto Bosca, “La herejía democrática. El impacto de Maritain en el magisterio social”. Baste decir que el Maritain que llegó no era el del muy leído Antimoderne, que su cercanía con la revista Sur, de corte liberal, fue indigesta y que, además, su neutralidad en la Guerra Civil española (definida por algunos nacionalistas católicos de “guerra santa”) provocó perplejidad. Hubo una discusión en otra revista, Criterio, en la que el sacerdote Julio Meinville impugnó a Maritain, y también una defensa matizada de Leonardo Castellani en Sur (número 23). Parece demasiado para alguien neutral.
Sin embargo, ése es precisamente el asunto de la “Carta sobre la independencia” (Sur, n° 22) en la que Ocampo sintió que Maritain hablaba por ella. Escribía Maritain: “De izquierda o de derecha: a ninguno pertenezco […] La independencia del cristiano atestigua de la libertad de la fe frente al mundo”. Maritain da aquí ese salto de lo político a lo teológico, o de la razón a lo supraracional, para tomar su idea en otro ensayo fundamental suyo que publicó Sur (número 31) “De un nuevo humanismo”. En la primera de las cartas conservadas, le dice Ocampo: “Si usted pudiera captar la atención de los católicos como ha logrado captar la mía, si puede hacerse oír entre ellos como lo ha hecho conmigo, nada me habría alejado de ellos”. También aquí hay otro salto, el de la política a algo menos público, la fe herida de Ocampo. Le dirá Maritain un año después: “La inquietud que hay en usted, ese gran vacío que hace que usted se debata como un pájaro en busca del aire libre, he aquí lo que a nosotros nos parece un signo de que los espíritus del cielo no la pierden de vista…” Maritain habla por él y por su esposa Raïssa, que le dirá en 1943, después de que Ocampo pida una lista de vidas de santos para que lea su amigo Aldous Huxley, y ella misma: “¿Me equivoco, querida Victoria, pensando que para usted Dios no es un ausente?”.
Quedará para una indagación futura hasta dónde y en qué medida influyó Maritain en las posteriores conversaciones espirituales de Ocampo con Thomas Merton.
http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA
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