domingo, 28 de noviembre de 2021

EL SILENCIO DE KRISTINA SIEMPRE OCULTA SU MALDAD Y SOCIOPATÍA


El silencio de la jefa alimenta la fantasía de la rebeldía
Con Cristina callada, quienes rodean a Alberto Fernández creen estar frente a la gran oportunidad; se los ve en estos días esmerados en pintarle al Presidente una personalidad renovada

Francisco Olivera

Más que ganar el debate público o convencer al resto del Gobierno, Roberto Feletti quiso quedarse con la última palabra. No volvió a hablar del tema ni le contestó a Kulfas, pero repitió sus argumentos en un tuit. El ministro de Desarrollo Productivo, su jefe en el organigrama, lo había acusado esa mañana, la del miércoles pasado, de estar planteando algo que no estaba confirmado, un aumento en las retenciones a la exportación de carne que sin dudas perturbaría al sector agropecuario. “Pensó en voz alta”, lo cuestionó Kulfas en Radio La Red. Como si nada hubiera ocurrido, el secretario de Comercio insistió por escrito horas después, en un posteo que incluía una foto suya en la que, sonriente, le estrechaba la mano a Grabois: “Es imprescindible adoptar medidas que nos permitan desacoplar el impacto de los crecientes precios internacionales de los alimentos sobre el mercado interno”, publicó. Ya no pensaba en voz alta, sino por escrito. Y lo hacía con la imagen más provocadora para el asunto en cuestión: el saludo a un partidario de la reforma agraria.
Grabois es un díscolo del Frente de Todos. Está, por ejemplo, plenamente convencido de que sus compañeros y la oposición van a avalar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero aun así pretende que los diputados de su espacio exijan bastante a cambio. “Un plan plurianual de garantías para el pueblo pobre de la Argentina: que 9 millones de personas tengan un salario básico universal”, se dijo el martes en C5N. Es imposible que el organismo acepte. “Pero Juan, eso está abiertamente en contra de lo que el Fondo Monetario les reclama a las países que refinancian su deuda”, lo interrumpió el periodista Alejandro Bercovich. “Entonces no votaremos el acuerdo. En ese caso, no cumpliremos con la disciplina partidaria”, contestó.
Feletti y Grabois juegan con el silencio de Cristina Kirchner. Saben que en aquellos temas en los que ella no se ha pronunciado taxativamente vale incomodar al propio espacio. A su manera, Sergio Berni ha usado siempre ese método. Es probable que Feletti sea, sin embargo, el menos espontáneo y osado de los tres: en el gobierno bonaerense ya dan por hecho que todos sus movimientos tienen el respaldo del Instituto Patria, y que irá ganando posiciones en la administración nacional no bien Guzmán cierre el acuerdo con el FMI y pueda despedirse de manera más o menos decorosa. Al contrario de lo que supone Hebe de Bonafini, el secretario de Comercio no parece estar tan solo.
Esta situación de ambivalencia no envalentona solo a los críticos de “las corporaciones” y “formadores de precios”. Con la jefa callada, quienes rodean a Alberto Fernández creen también estar frente a la gran oportunidad. Los que prefieren el camino de Occidente, diría Luis D’Elía. Se los ve en estos días esmerados en pintarle al Presidente una personalidad renovada. Dicen, por ejemplo, que la semana pasada, durante la comida posterior a la marcha que le organizaron el Movimiento Evita y la CGT, y delante de intendentes y funcionarios, Alberto Fernández le atribuyó a la famosa carta de Cristina Kirchner gran parte de la pérdida electoral. Es lo que este sector se propone remontar. “Ahora viene otra etapa”, les anticipó Juan Manzur a empresarios del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp) con los que almorzó anteayer en el Alvear. Lo escuchaban Alejandro y Betina Bulgheroni, Rubén Cherñajovsky, Martín Cabrales, Patricio Neuss, Carlos Mundin, Gustavo Weiss, Guillermo Dietrich, Daniel Funes de Rioja y Adelmo Gabbi, entre otros.
En el discurso, después de agradecerles a los anfitriones y transmitirles el saludo de Alberto Fernández, el jefe de Gabinete elogió el capitalismo y dijo que el Gobierno acordaría con el Fondo. “El peronismo no adhiere a ninguna visión que critique o incluso demonice a las empresas o los sectores productivos –insistió–. El justicialismo es la fuerza central que hoy anima al espacio político Frente de Todos. Es el justicialismo el corazón del Frente de Todos”. Los empresarios celebraron. Eduardo de Pedro, el único funcionario kirchnerista del recinto, había tenido que retirarse minutos antes. “Lo importante no es lo que Manzur dijo que era, sino lo que no dijo que era”, sonrió uno sentado a la misma mesa.
Pero la aprobación empresarial tampoco fue eufórica. Al contrario: dista bastante de la que el establishment económico llegó a mostrar, por ejemplo, a fines de 2019 en San Miguel de Tucumán, delante del mismo orador. Consumada la derrota en las legislativas, y cuando faltan todavía dos años para el final del mandato, estas nociones elementales de oferta y demanda no parecen más que intenciones de dudoso cumplimiento. Es una sensación parecida a la que sienten últimamente algunos dirigentes del PJ ante la promesa de hacer internas en el partido, en la que Berni no termina de creer, o la de revocar o reinterpretar la ley para que los intendentes puedan ser reelegidos al menos una vez más.
Esta atmósfera de incertidumbre les da a ciertas reuniones un carácter meramente protocolar. ¿Quién decide y a quién hay que creerle? El miércoles, durante el asado con que Kicillof les agradeció a los jefes comunales la recuperación en el conurbano, no hubo una sola palabra sobre los mandatos municipales. “Es que esas cosas no se hablan en una mesa de cien: se conversan de a pocos”, dijo a la nacion uno de los invitados. ¿Habrán evitado el tema para no incomodar a Massa, público objetor de la iniciativa? En la noche del encuentro en Olivos después de la marcha, el líder del Frente Renovador, que había llegado en helicóptero con el Presidente, aclaró delante de todos que no estaba en condiciones de pedirles a los diputados de su espacio apoyo para revocar una ley votada por ellos mismos.
Los intendentes dicen que, aunque no se ha manifestado todavía en público, Máximo Kirchner les dio respaldo en privado. “En su momento, sus diputados votaron en contra de esa ley de Vidal y Sergio”, agregó uno. Es un tema difícil de abordar para todos. Y piantavotos para la clase media, un sector que viene golpeado por la caída en el salario real y, esta semana, las restricciones para viajar. Hay varios jefes comunales de Juntos por el Cambio que quisieran ser reelegidos, pero también prefieren callar o gestionarlo en voz baja mientras se expresan públicamente contra la ley. Los oficialistas pretenden convencer dentro del Frente de Todos con cálculos sobre cada distrito. “No es lo mismo que vaya Ferraresi en Avellaneda que su delfín, Alejo Chornobroff: hay, entre uno y otro, diez puntos de diferencia que se suman en todos los municipios y pueden permitir ganar la provincia”, explicó un intendente.
Kicillof tampoco habló del tema. Lo más probable es que vuelva a acatar lo que, oportunamente, resuelva Cristina Kirchner. Nadie ha sido desde la última crisis interna más obediente que él. Es su gran diferencia con Alberto Fernández: el gobernador no se permite siquiera la fantasía de rebelarse.

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