La vida despareja en 16 rounds
Ring / Libro: Léonore Confino / Traducción y versión: Kado Kostzer / Dirección: Catherine Schaub / Intérpretes: Rosario Audras y Diego de Paula / Música: Bastien Burger / Vestuario: Julia Allègre / Escenografía: Elodie Monet / Video: Mathias Delfau / Iluminación: Francisco Hendryckx / Sala: Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamente 1034 / Funciones: martes, a las 21.30; y sábados, a las 20.30, en marzo; martes, a las 21.30, en abril / Duración: 75 minutos
De pronto, casi sin previo aviso, estalla en la cartelera teatral porteña una suerte de ensayo o tratado escénico, condensado en 16 escenas, sobre peripecias reconocibles de la pareja humana en el siglo XXI, básicamente en Occidente. Escenas que el propio título de la obra invita a considerar como rounds, y así remitirse al vocabulario del boxeo: se suceden en Ring, con ritmo incesante, entre personajes femeninos y masculinos, pequeños combates cotidianos en los que no faltan fintas, ganchos, clinches, golpes bajos... También hay quien gana temporariamente por puntos y quien tira la toalla o se queda en la lona.
La autora Léonore Confino hace las veces de árbitro y jurado desde una perspectiva inclemente, tirando a pesimista, sobre comportamientos más o menos habituales de mujeres y varones en situación de pareja. Un enfoque crítico que no deja de lado el humor implícito, bastante negro por momentos, al que le sacan brillo la precisa dirección de Catherine Schaub y las interpretaciones. En particular, la de Rosario Audras, actriz exquisita nacida en Buenos Aires y radicada desde hace años en París, que hace dos años vino a presentar -también en el Portón- una joya escrita y dirigida por la venezolana Lupe Gehrenbeck, Gregor Mac Gregor. Con otro elenco pero con los mismos elementos de la puesta, Ring se ofreció exitosamente en Francia, y parte del equipo viajó para preparar acá el estreno en tiempo récord. Por lo que cabe confiar que en sucesivas funciones la afinación será aún mayor.
Este variopinto abanico de viñetas sobre lo frágil y complejo de las relaciones de pareja en la actualidad se abre con una imaginaria escena bíblica: Adán (conformista) y Eva (descontenta) platican. Ella, aburrida del zoo y el verdor del Paraíso, protesta: "¿Por qué nos condenaron a vivir juntos?". Por cierto, hasta no hace mucho, los matrimonios arreglados en que la mujer era entregada al marido elegido eran como una sentencia a perpetuidad, sin que se tuviera en cuenta la dicha o desdicha de los casados. Pero, como agudamente lo va evidenciando Ring, las cosas han cambiado en forma radical: hay más simetría, bajó mucho el umbral de tolerancia y subieron los anhelos de satisfacción; la mujer ya no intenta ser el reposo del guerrero, sino que se ha vuelto ella misma guerrera. No hay reposo posible para la pareja a través de los rounds de esta obra, el contrato es siempre revocable porque la pasión es perecedera y el cotidiano ayuda a disolverla, con la participación de mezquindades, celos y recelos, en los que, muy probablemente, el público se sienta reflejado en más de una ocasión.
Es ésta una tragicomedia impecablemente coreografiada en la cual, en las distintas parejas que van apareciendo luego de la original bíblica, los personajes se llaman, en todos los casos, Ariel y Ariel, nombre sin género que podría evocar el mito del andrógino, aquellas almas gemelas separadas por Zeus que todavía se siguen buscando. El cuadrilátero donde tienen lugar los diferentes asaltos es una tela blanca que se prolonga en la pared del fondo. Una cama y un banco estilizados y funcionales, también blancos, entran, se mueven y salen como único mobiliario. Sobre el níveo fondo se proyectan imágenes depuradas, sugerentes y alusivas, que incluyen la página ampliada de un libro.
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