viernes, 22 de marzo de 2019

IDENTIDAD CULTURAL,


Victoria Pueyrredón o Mamá Totó, la "tía de Martín Fierro"
Victoria Pueyrredón
Así como cuando murió José Hernández, los diarios anunciaron "Murió el senador Martín Fierro", podemos llamar a Victoria Pueyrredón como titulamos esta nota. Homenaje cercano al Día de la Mujer, a quien fue en su género extraordinaria, bienhechora y admirada por los paisanos.
Nació el 23 de diciembre de 1806, día en que la Iglesia conmemora a Santa Victoria, aunque algunos dicen que además de la coincidencia de su nombre como era tradición con el del santo del día, tenía que ver con el triunfo sobre las tropas británicas, acciones en las que habían intervenido su padre, don José Cipriano Pueyrredón, y sus tíos al frente de los gauchos reclutados por cuarenta leguas alrededor de la ciudad. Por su madre doña Manuela Caamaño, pertenecía a una antigua familia de la zona de Baradero, en cuya parroquia Santiago Apóstol fue bautizada ese mismo día.
Tenía seis años cuando su padre acompañó a su tío Juan Martín, confinado a San Luis en diciembre de 1812. En la "Aguadita" de San Luis perdura el recuerdo de doña Manuela y también el de su hija por la asistencia filantrópica a los paisanos del lugar, donde los Pueyrredón permanecieron varios años, hasta que algunos sinsabores y en busca de seguridad, se instalaron en Buenos Aires en la quinta del pago de la Costa, en San Isidro, propiedad de su tío sacerdote, donde frecuentó la sociedad porteña y adquirió una esmerada educación, la lectura de los clásicos españoles y franceses, éstos en su idioma.
En 1830 se casó con su primo Mariano Pueyrredón, hijo de su tío Diego. Con el dinero que le había legado su padrino compró la chacra de Perdriel en el partido de San Martín. Para entonces fallecidos sus padres, fue la protectora de su pequeño hermano Adolfo, como también confidente de sus hermanas, que mucho tiempo pasaban en su compañía. Prueba de ello es que el 10 de noviembre de 1834 Isabel dio a luz en esa propiedad a José Hernández, a quien igual que a su hermano Rafael enseñó las primeras letras.
La compañía duró hasta 1840, en que se exilió en tiempos de Rosas con su marido y otros parientes en Brasil, avisados por un paisano que simulando estar borracho le expresó "mañana por la tarde va a venir la Mazorca y aquí nadie va a contar el cuento". Victoria regresó del exilio en después de Caseros, ya viuda con los restos de don Mariano y por la previsión de haberse llevado los títulos recuperó la propiedad que habían desmantelado.
Pasó en esa residencia muchos años, gozando de la familia, rodeada de nietos, sobrinos y sobrinos nietos, mientras se dedicaba también a la beneficencia impulsando el asilo de ancianos, escuelas, y otras obras que no solo contaron con su apoyo espiritual sino también material. Allí le llegó una carta de su sobrino Pepe como se lo llamaba familiarmente a Hernández, en la que con 30 años le pedía permiso para contraer matrimonio, a quien consideraba su "mamá".
Una buena cantidad de cartas inéditas nos revela su edificante intimidad, el compromiso de mantener la unidad familiar, las preocupaciones por la salud de unos y las consultas al primo Nicanor Albarellos, afamado médico; los estudios de otros, la soledad de la viuda de su hermano Manuel Alejandro y comentarios por el manejo de la chacra y los campos, preocupaciones por lluvias o sequías.
Falleció el 19 de abril de 1888, a los 82 años en su chacra de San Martín. Sus restos fueron acompañados en silencioso cortejo hasta el cementerio de local, por más de cien gauchos de a caballo, que de alguna manera rendían homenaje a "Mamá Totó", que había sido "la tía de Martín Fierro". Como bien afirmó Hialmar Edmundo Gammalsson, "sin duda José Hernández fue un producto -para darle un nombre- del matriarcado criollo, en el que la mujer es el centro del hogar".

R. L. E.

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