viernes, 5 de noviembre de 2021

CRÍTICAS DE TEATRO


Mis palabras propone un encuentro de seres vulnerables
La obra de Marcelo Allasino tiene su punto más alto en las actuaciones de Agostina Prato y Nahuel Monasterio
L. G. 
Mis palabras, de Marcelo Allasino Luzmaira L Maldonado


Mis palabras. Dramaturgia y dirección: Marcelo Allasino. Elenco: Agostina Prato y Nahuel Monasterio. Escenografía: Ignacio Riveros. Música y sonido: Nico Diab. Vestuario: Uriel Cistaro. Iluminación: Leandra Rodríguez. Dibujos: Clara Esborraz. Videos: Ramiro Rodríguez y Julio Constantin. Cámaras en vivo: Sol Muñoz y Camila Morales. Sala: Centro Cultural San Martín, Sarmiento 1551. Funciones: los viernes, sábados y domingos, a las 20. Duración: 90 minutos. 
Una historia de calores enmarcada en la frialdad. Demasiado ardor para tanta oscuridad. En la sala B del C.C. San Martín, austera y minimalista, se escucha un crepitar metálico de micrófonos, el espejado negro de varias pantallas, una escenografía que alude a un estudio de grabación, centro de monitoreo u oficina judicial. En ese lugar, aparece el calor y el color de una chica ‘’diferente’' cuyas palabras húmedas no encajan en esas superficies rectas y lisas impotentes para la recepción.
Ella es Cintia, quien va a un taller literario para personas con discapacidad. No sabemos qué tiene, sólo se la escucha hablar con lentitud, como si la intensidad de las palabras le pesara. No esconde lo que siente y lo escribe con fruición, vestida de dorado para el esplendor del amor que explota en su interior. Él es José Luis, un balbuceante profesor en búsqueda de más horas para el currículum y su subsistencia, contratado por una institución irresponsable en el cuidado de la vulnerabilidad. El encuentro de estos seres es estimulante en palabras pero riesgoso para los cuerpos que no se adaptan a límites no elegidos. La incomunicación provoca víctimas aun cuando las intenciones no sean conscientes.
En fragmentos del presente y pasado, se reconstruye el hecho con escenas dialogadas y monólogos testimoniales, más las imágenes en las pantallas. Todo este dispositivo documental –algo sobredimensionado en cuanto a su función dramática– encuadra la historia cuyo mayor sostén reside en las destacadas actuaciones de Agostina Prato (de Rafaela) y Nahuel Monasterio (de Río Cuarto, trabajó en ficciones audiovisuales), dirigidos con precisión por el autor santafesino Marcelo Allasino quien después de mucho tiempo dedicado a la gestión cultural, retomó el camino creativo en 2020 con La tortuga, una de las primeras experiencias realizadas para el streaming.

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En La teta, la amistad femenina es el foco de una obra sutil y efectiva
Escrita y dirigida por Alice Penn, la obra tiene como protagonistas a dos estupendas actrices mendocinas, Antonella Lorenzo y Julia Pérez Ortego
L. G.
La teta. con dramaturgia y dirección de Alice Penn; con las actuaciones de Antonella Lorenzo y Julia Pérez Ortego


La teta. Dramaturgia y dirección: Alice Penn. Elenco: Antonella Lorenzo y Julia Pérez Ortego. Escenografía: A. Penn. música: Carli Aristide. Vestuario: A. Penn, A. Lorenzo y J. Pérez Ortego. Sala: El camarín de las musas, Mario Bravo 960. Funciones: los viernes, a las 17. Duración: 70 minutos. 
A Alice Penn, la cartelera porteña la conoce como la responsable de los libros y las letras de canciones de musicales para toda la familia (Leyenda pirata, Los tres mosqueteros, Marco Polo). Pero en paralelo, en el circuito independiente, toca otras cuerdas desde hace años, incluidos los doce que pasó en Mendoza, donde escuchó muchas historias y conoció a dos actrices jóvenes, Julia Pérez Ortego y Antonella Lorenzo, las protagonistas de La teta, un cuento de vecinas surgido a partir de un chisme que la autora y directora recrea en la obra.
Las tragedias pueblerinas no son asunto de dioses. Detrás de paredes sencillas, hay dolores que nadie atiende. En los intersticios de ese entramado, cuando los hombres no están, dos amas de casa y madres se encuentran de a ratos, visita de vecinas hasta hace poco amigas en la escuela pero, en el presente, separadas por el tabique de la vida matrimonial.

Una escena de La teta, en El camarín de las musas

Las dos amamantan pero mientras una desborda, a la otra ‘’la leche no le baja’' y no logra alimentar a su bebé. Dar la teta, entonces, se convierte en un acto sanador, el pecho compartido de una mujer en ayuda de otra, la unión íntima de lo más preciado para romper la cárcel del silencio. La teta, título corto y contundente, foco de asociaciones y sentidos, es la llave que abre una puerta sellada por mandatos opresivos.
Si bien es una puesta realista, la aparición del hombre de la casa es aludida por ruidos, una sucesión regular de puñetazos, del mismo modo que el hambre infantil se denota con un llanto no convencional, muy agudo, realizado con violines: en ambos casos, esta presencia sonora de lo no dicho provoca un efecto desolador, aún más angustiante porque contrasta con los diálogos colmados de creencias populares, la risa como un oasis, los recuerdos adolescentes, el casete de Raffaella Carrá. Y dos actrices estupendas para construir, en esa sumatoria de detalles domésticos, un vínculo ancestral y poderoso como la amistad femenina.

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Una gloria pasada que se recuerda con humor
G. I.



Dramaturgia: Adriana Tursi. intérprete: Julio Feld. vestuario: Laura Feld. escenografía: Luciana Abruzzini. iluminación : Diego Bellone. dirección: Leopoldo Minotti. teatro: El Jufré. Jufré 444. funciones: Sábados 19:30 hs. duración: 48 minutos.

Un jugador de fútbol entra al vestuario con la bronca de haber tenido una mala actuación en su partido homenaje. El momento, pensado para el recuerdo de la carrera y el afecto de los suyos se ha transformado en la excusa para comentar con un compañero convenientemente mudo el viaje de años que lo han llevado hasta ese punto.
El espacio está construido en forma eficaz con tres elementos: un banco y dos casilleros metálicos que, por su desgaste, dan buena cuenta de la humildad del club. Un genérico Juventud Unida, que puede remitir a casi cualquier localidad, es el nombre del equipo. Contrasque ta también con el personaje, un deportista entrado en años que recuerda sus épocas de gloria. Y en ese recuerdo, empieza a desandarse la historia nacional. La dramaturgia de Adriana Tursi, que dialoga con los universos de Fontanarrosa, encuentra las zonas donde lo futbolístico se vuelve metáfora de un derrotero nacional. Se asiste, así, al relato de una carrera
fue a los tumbos y que, sinembargo,parecedialogar con las aspiraciones del país: un amor imposible de consumar, una promesa eterna que no termina de cumplirse y el deseo de volver a salir a la cancha, con la esperanza de que esta vez puede ser distinto. El texto es ingenioso y guarda imágenes potentes, pero es en la habilidad de Julio Feld, el actor que se pone en la piel del futbolista Tata Castiñeiras, donde se centra la propuesta. Con dicción clara y notable habilidad de cuentacuentos, transforma en hecho vivo y compartido la breve historia de un proyecto propio que es, también, el de la nación y, también, de los espectadores..

http://indecquetrabajaiii.blogspot.com.ar/. INDECQUETRABAJA

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