El desacople de los precios locales de los internacionales, ¿una política viable?
Santiago Bulat
Mariano Enriquez
1. Desacople. La discusión sobre el “desacople” de precios internacionales a los locales vuelve todo en loop en la Argentina. Es lógico, para cualquier economía es deseable que lo que se consume sea barato y que lo que se vende al mundo sea caro y no se consuma localmente, para que así entren dólares. Si efectivamente desacoplar precios fuera tan simple y no tuviera consecuencias, los países lo harían permanentemente. Pero “desacoplar” no es otra cosa que generar alguna distorsión en el mercado, ya sea subsidiando el precio de un bien importado para que el consumidor pague más barato, o interviniendo las exportaciones para que suba la oferta y baje el precio local. Pero la magia no existe y lo gratis tampoco.
2. Restricciones. Las prohibiciones y restricciones a la exportación están generalmente no admitidas por la Organización Mundial de Comercio. El GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) de 1994 prohíbe a los miembros aplicar restricciones a la exportación que no sean derechos o impuestos. Sin embargo, ciertas políticas están dentro del alcance de esta medida general, que permite “prohibiciones o restricciones a la exportación aplicadas temporalmente para prevenir o aliviar la escasez crítica de alimentos u otros productos esenciales”. En una crisis o emergencia, un país miembro puede restringir la exportación para garantizar que haya suficiente suministro de productos claves o que estén disponibles a un precio más bajo que el mundial. Sin embargo, los efectos negativos pueden ser sustanciales, sobre todo si el país es un gran exportador del bien en cuestión.
3. Políticas. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura resalta dos tipos de políticas. Primero, las vinculadas al comercio y a la gestión del mercado: la reducción o eliminación de aranceles de importación, las restricciones e impuestos a la exportación y las restricciones a la tenencia de stocks por parte de comerciantes privados. Estas últimas, cuyo objetivo es controlar los precios a corto plazo, se aplicaron ampliamente en los años 70 y 80, y se discontinuaron por sus desventajas. El segundo tipo de políticas es el apoyo directo a los consumidores y grupos vulnerables a nivel micro: transferencias en efectivo, entrega de vouchers para personas en situación de vulnerabilidad, y medidas de más largo plazo, que tienden a facilitar el acceso a los insumos y a mejorar las tecnologías y la infraestructura para aumentar la producción de alimentos.
4. Consecuencias. Cuando un gran exportador prohíbe o restringe la venta de un producto, la oferta mundial baja y el precio aumenta. La caída del precio interno reduce el incentivo de los productores para fabricar los bienes en el país, y el precio internacional más alto crea un incentivo para el contrabando, lo cual afecta aún más la oferta, las cuentas fiscales y la correcta asignación de precios. Además, se genera un quiebre en las relaciones con los compradores, que optarán por cambiar de proveedor ante el incumplimiento. Y será difícil volver a abrir mercados.
5. Excepción. La intervención en un mercado exportador, si se hace, debe ser excepcional, por un corto plazo y, sobre todo, creíble. El cese de exportaciones como política lleva a una merma en la producción y en la entrada de dólares, algo que se vincula con un tipo de cambio real más alto y, por ende, con salarios más bajos.
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