jueves, 23 de junio de 2016

¡¡SALVEMOS AL MOLINO!!!



Por su cercanía con el Congreso Nacional, la Confitería del Molino fue punto clave de reunión de personalidades vinculadas a la política: Agustín P. Justo, José Félix Uriburu, Marcelo T. de Alvear, el príncipe Humberto I, el príncipe de Gales, Eva Perón, Lisandro de la Torre, Alfredo Palacios y José Ingenieros, entre otros.


La costumbre era que los clientes abrieran una cuenta corriente y que su dueño, el italiano Cayetano Brenna, los atendiera personalmente de levita y recordara a la perfección lo que cada uno de ellos solía tomar y comer. También pasaron por sus dorados salones personajes de la cultura, como Leopoldo Lugones, Amado Nervo, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y Ramón Gómez de la Serna, las sopranos Lily Pons y María Barrientos, Niní Marshall, Libertad Lamarque, Carlos Gardel y hasta Madonna, quien eligió el lugar para filmar un video.


Además de conversar y bailar, al Molino se acercaba la gente que quería degustar los postres más deliciosos de Buenos Aires. En sus mejores años, unos 250 mozos atendían las mesas. Eran épocas donde no existía el concepto de lo light y la gastronomía del local seguía a rajatabla la tradición de repostería europea que introdujo Brenna. Entre sus platos célebres estaba el Leguisamo, una sabrosa combinación de bizcochuelo, hojaldre, merengue, marron glacé y crema imperial con almendras. Según cuenta la historia, el postre se llamó así debido a que Carlos Gardel se lo encargó a Brenna especialmente para regalárselo a su amigo Irineo Leguisamo.


Otras exquisiteces del lugar fueron la Copa Melba, el merengue, el panettone de castañas, el marron glacé y el imperial ruso, conocido en Europa como postre argentino, un invento de Brenna en homenaje a la exterminada dinastía de los Romanov. Estaba elaborado con merengue francés relleno con crema de manteca y almendras. Durante algunos años, los clientes llegaron a hacer hasta una cuadra de cola para llevarse cajas de panettone.


Fue expropiada en 2014 para restaurarla y reabrirla en julio de este año; pero ni siquiera fue tasada para fijar cuánto se pagará a los dueños; un informe revela riesgo de derrumbe en la cúpula
Una malla metálica evita que los desprendimientos de la fachada de la confitería caigan sobre los peatones.
La Confitería del Molino, monumento histórico nacional, continúa abandonada pese a las promesas de su recuperación y reapertura para el Bicentenario de la Independencia, cuando el emblemático inmueble cumplirá 100 años.


El deterioro avanza día tras día en el edificio situado en Rivadavia y Callao, frente al Congreso, sin que haya definiciones sobre su futuro. Peor aún: las obras de reparación ni siquiera comenzaron. Tan sólo se colocó una malla protectora para evitar la caída de la cúpula, la mampostería y los vitrales sobre los peatones que caminan por esa esquina. El inmueble está deshabitado y clausurado desde hace dos décadas.
La Confitería del Molino, obra del italiano Francisco Gianotti, es un típico exponente de la belle époque, inaugurado el 9 de julio de 1916 en coincidencia con los festejos del Centenario. Estuvo alcanzada por cinco leyes y decretos que, durante sucesivos gobiernos, intentaron rescatarla del olvido, pero ninguna de estas normas logró efectivizar la restauración.
Finalmente fue expropiada a fines de 2014, cuando se anunció su reapertura para este año. Como muestra de las demoras en el trámite, el Tribunal de Tasaciones de la Nación -organismo encargado de valuar la propiedad- no ingresó todavía para determinar el monto que el Estado deberá abonar a los actuales dueños, descendientes de los fundadores, los Rocatagliatta.



"El Molino es parte de un complejo de tres edificios, de ocho pisos cada uno, construidos con hormigón armado. El conjunto estaría valuado en 15 millones de dólares, pero dudo de que el Gobierno quiera desembolsar en estos momentos ese dinero y, por eso, estarían demorando la tasación", aseguró el ex director del Casco Histórico de la Ciudad Luis Grossman.


Según el arquitecto, que hace algunos años estuvo en contacto con inversores extranjeros interesados en transformar el inmueble en un hotel, tiene un total de 7700 m2 cubiertos; en la zona, el metro cuadrado cotiza alrededor de 2000 dólares.
Desde el Ministerio del Interior y Obras Públicas, que debe encargarse de la expropiación, según el decreto 376/2016, no respondieron las reiteradas consultas de la nacion sobre el futuro del edificio bicentenario.
"Un verdadero peligro"
Tuvimos acceso a un informe técnico elevado en enero de este año a ese ministerio en el que, entre otras cosas, se advierte el peligro de que la cúpula se desprenda y caiga. "La aguja de chapa de zinc de remate del pináculo representa un verdadero peligro, tiene la base cortada, con peligro de voladura", alertaron los expertos. La estructura se levanta justo arriba de las aspas del molino, emblema de la confitería por la que pasaron personajes célebres de la política y de la cultura como el príncipe de Gales, el escritor Oliverio Girondo y la cantante MadonnaLa malla que envuelve hoy el edificio fue colocada luego de que la nacion revelara en agosto último la existencia de constantes desprendimientos de materiales de la fachada. Según los técnicos, la parte alta sigue presentando en su conjunto mampostería con pérdida de revoques, gran debilitamiento estructural, desprendimientos del cielo raso, pérdida de hormigón y una escalera caracol corroída y con peldaños cortados.
Hallaron además "gran cantidad de escombros y vidrios colgando, sectores sueltos de chapa de la marquesina, penetración de agua de lluvia directa, luminarias sueltas, perdida de cohesión, frentines de balcones desprendidos, rajaduras, grietas y ornamentos con peligro de desprendimiento, pérdida de revestimientos, de mayólicas y de tejuelas cerámicas". Los especialistas no accedieron al interior, porque los dueños prohíben la entrada desde hace años.


En la década del 90, decretaron la quiebra; en 1992 el inmueble fue declarado área de protección histórica (APH) de la ciudad y, en 1997, el conjunto arquitectónico se convirtió en monumento histórico nacional. Como se dijo, en 2014 la ley 27.009 lo declaró sujeto a expropiación para su puesta en valor. El entonces presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, prometió reabrirlo para los festejos del Bicentenario.
Tras el recambio gubernamental, en febrero de este año se estableció que el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda debe liderar el trámite de expropiación. Una vez comprado el inmueble a sus dueños, se lo transferirá en forma definitiva y sin cargo al Congreso de la Nación, que será la dependencia encargada de restaurarlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.