lunes, 29 de octubre de 2018

LA PÁGINA DEL MORDAZ,


EL CALVARIO DE LOS OVITZ
Una persona enana no puede realizar tareas pesadas o que exijan esfuerzo físico. Por su aspecto tampoco puede integrar la recepción de un hotel o de una empresa. Con suerte puede estar detrás del escritorio de una corporación o de la administración pública. Lamentablemente muchos enanos terminan realizando actividades circenses. No fue ese el destino de los Ovitz, quienes decidieron montar su propio espectáculo.
En el poblado de Rozalvea Transilvania, vivía la más numerosa familia de enanos que la historia recuerda. El padre Shimson Elzik Ovitz que era enano, se había casado dos veces y de ambos matrimonios surgieron 10 hijos, 7 de los cuales eran diminutos como él. La más joven era Perla quien había nacido en 1921.
Cuando Shimson falleció, la madre los estimuló para que armaran una troupe teatral. En Europa del Este los judíos son muy aficionados a la música y desde pequeños tocan instrumentos, especialmente el violín, y los Ovitz no eran excepción a la regla.

Los Ovitz
Perla tocaba una pequeña guitarra de 4 cuerdas que parecía un juguete. Sus dos hermanas Rozika y Franziska manejaban con destreza sendos violines que medían la cuarta parte de un violín convencional. Frieda marcaba el compás con el címbalo, Micki se desempeñaba con el cello y el acordeón y Elizabeth estaba a cargo de los timbales. Finalmente Avram, el hermano mayor se encargaba de las partituras, presentaba el grupo y cumplía funciones de gerente.
Las crónicas no nos informan sobre el lutier que fabricó tan diminutos instrumentos, el hecho es que de las pequeñas manos de los enanos surgían deliciosas melodías. Sarah, Leah y Arie, los tres hermanos restantes, de tamaño normal, cumplían las funciones de tramoyistas, asistían con el vestuario y armaban los escenarios.
Con el nombre de “Lilliput Troupe”, el ensamble musical recorrió pueblos y ciudades de Europa Central en una carrera exitosa. Los espectáculos duraban dos horas y consistían en tonadas populares del momento, escenas de humor de breve duración y sobre todo música.

Los Ovitz en plena actuación
Así transcurrieron 15 años de vida feliz, holgada y aventurera hasta que hallándose en Hungría, realizando actuaciones, las tropas alemanas invadieron el país. Para los nazis, los Ovitz tenían dos razones para ser exterminados: eran judíos y deformes. En la desquiciada mente de Hitler con su megalomanía de la raza superior, los Ovitz eran seres despreciables a los que se debía borrar del planeta. El destino era ingresar al programa de eutanasia involuntaria llamado Aktion T-4 que bajo el eufemismo de "Solución Final", formaba parte de la eliminación de todos los judíos y gitanos de los países conquistados.
El 19 de mayo de 1944, cuando descendieron del vagón, donde milagrosamente no murieron aplastados por los demás prisioneros, fueron despojados de sus ropas y completamente desnudos los introdujeron en una gran cámara semioscura que los prisioneros creyeron que era un gigantesco cuarto de lavado. Miraron hacia el techo esperando ver una lluvia de agua, cuando súbitamente empezaron a oler gas. Gritando y jadeando en busca de aire se abrazaron entre ellos y algunos cayeron al suelo desvanecidos.
El gas Zyklon-B, fabricado por laboratorios Bayer, tarda 15 minutos en matar a cualquier ser vivo. Los Ovitz en su confusión y desesperación perdieron la noción del tiempo, podían haber transcurrido segundos o minutos cuando escucharon una voz que gritaba ¡¿Dónde está mi familia de enanos?! Se escucharon ruidos de cerrojos y el rechinar del portón que se abría. Un hombre estaba parado en la puerta y daba órdenes, era Joseph Mengele.

Joseph Mengele
Con el último aliento de vida fueron retirados rápidamente de la cámara de gas y los lavaron hasta revivirlos completamente. La historia que sigue está basada sobre testimonios de los mismos protagonistas y de otros sobrevivientes del campo de concentración. Pese a que los testigos, perdieron en parte la noción del tiempo que allí estuvieron, ya que les costaba recordar y más aún relatar los horrores a los que fueron sometidos, se pudieron rescatar relatos de quienes sufrieron más allá del sufrimiento. En las declaraciones e interrogatorios a los enanos, los jueces y abogados del juicio de Nuremberg respetaron la recomendación del historiador y sobreviviente del holocausto Yehuda Bauer: “nunca cuestione o discuta con un sobreviviente”.
Cualquier prisionero que ingresaba a Auschwitz y tenía la desgracia de conllevar una deformidad o trastorno genético, pasaba a formar parte de la colección de Mengele y se transformaba en conejillo de Indias. Cuando Mengele los vio manifestó regocijado: “ahora tengo trabajo para 20 años”.
Los enanos fueron trasladados a un extremo del campo y separados del resto de los prisioneros. No iban a ser exterminados, al menos inmediatamente, pero a cambio, Mengele los sometería a crueles experimentos donde era evidente que aquel criminal descargaba su sadismo asociado a su curiosidad científica. Sin embargo, a diferencia de otros prisioneros con deformidades, que luego de varios experimentos eran exterminados, Mengele tomó especial cuidado de que sus experiencias no mataran a los Ovitz porque una familia de 7 enanos era una muestra experimental valiosa.
El grupo tenía sentimientos fuertemente mezclados, cuando Mengele aparecía para llevar a uno de ellos a la mesa de experimentos, quedaban paralizados de terror, pero si no aparecía en varios días los angustiaba la posibilidad de que hubiera terminado con ellos y pronto morirían.
No los raparon y conservaron su propia ropa, esto último porque no había talle que les sirviera. Durante meses fueron sometidos a crueles experimentos sin anestesia alguna como, punciones óseas, punciones lumbares, extracciones dentarias, inyección de agua a temperaturas próximas a la ebullición en los oídos, seguidos de agua fría, mediciones antropométricas extenuantes, exámenes ginecológicos y extracción frecuente de sangre.
Sufrieron una gran acumulación de radiación, debido a las numerosas radiografías que les sacaron y estaban siempre aterrorizados imaginando el próximo experimento o que el diabólico científico quedara satisfecho con sus investigaciones y los mandara a la cámara de gas. Sin embargo, lo que más los espantaba era que sus esqueletos o sus cuerpos embalsamados terminaran detrás de una vitrina en el museo de ciencias naturales de Berlín.
Si Mengele pretendía demostrar que eran una raza degenerada, al sobrevivir a todos esos experimentos, junto con el permanente trauma psíquico, no hizo más que demostrar lo contrario. Difícilmente el propio Mengele hubiera sobrevivido a los 8 meses de continuas torturas como las que aplicó a los enanos.
Llegó un momento en que pasaron varios días sin ver a Mengele y pensaron que los experimentos habían terminado y serían llevados a las cámaras de gas. La realidad era que los rusos, venían avanzando con fuerza arrolladora y estaban a las puertas de Auschwitz. Los alemanes se habían fugado después de destruir los crematorios y llevarse toda la documentación de los prisioneros hacia Alemania. No debían quedar rastros de la infamia más grande que registra la historia.
Los rusos se compadecieron de los enanos, les donaron un carro y les señalaron la dirección a Cracovia. Fue un día de enero de 1945. Después de muchas penurias, regresaron a su primitivo hogar en Rosalvea, pero en la casa no quedaba nada, hasta las tablas del piso habían sido arrancadas en busca de dinero y joyas. Europa se había convertido en una pesada carga y en 1949 emigraron a Israel. Durante varios años realizaron actuaciones siempre exitosas, hasta que ya casi ancianos abandonaron los escenarios.

Los Ovitz en Israel con dos de sus hermanos de estatura normal
La diminuta talla de los Ovitz no hizo impacto en sus expectativas de vida. Rozika, la primera en nacer, alcanzó la edad de 98, su hermana Francisca 91 y Perla falleció en 2001 a los 80 años. De ella queda el registro de sus últimas palabras ante el tribunal de crímenes de guerra: “En mis sueños estoy de nuevo en Auschwitz. Las peores pesadillas son cuando Mengele no aparece”.


Yehuda Koren and Eilat Negev The dwars of Auschwit. The Guardian 23/3/2013.
Warwick Davis. I wept to learn about the ‘Seven Dwarfs of Auschwitz’. The Sun, a New United Kindom Company, 05/04/2016
Juan Forn. Por gracia del Diablo. 18/11/2017.

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