CINCO EDIFICIOS RACIONALISTAS
Son edificios diseñados entre los años 30 y 40, de líneas simples, altos, luminosos y que se funden con el paisaje urbano; son fieles reflejos de ese movimiento arquitectónico que se diseminó por el mundo
Córdoba 1184. Para muchos, el antecesor del edificio Kavanagh
Buenos Aires es conocida por sus elegantes y recargados palacios de la Belle Époque. Pero también los edificios modernos de las décadas del 30 y del 40 dejaron su huella. Blancas, simples, altas, luminosas, estas construcciones se funden con el paisaje urbano, siendo fáciles de distinguir, pero muchas veces difíciles de encontrar.
Más allá de los míticos rascacielos como el Kavanagh o el Comega, si uno mira a lo alto descubrirá que existen torres, antes llamadas casas de renta, un fenómeno socioeconómico en el cual quienes invertían para levantar estos departamentos eran, en su mayoría, profesionales y comerciantes exitosos que pretendían vivir cómodamente de alquileres en el momento de su retiro.
Si bien al hablar de un edificio moderno se lo relaciona de inmediato con el racionalismo, el concepto es amplio y abarca diferentes estilos, entre ellos, el racionalista, explica la arquitecta María Isabel “Cocó” de Larrañaga en el libro Arquitectura moderna en Buenos Aires (19281945). Un estudio de la casa de renta, coeditado por el Fondo Nacional de las Artes y la Editorial Octubre. Existen los edificios modernos de influencias francesas en lo que se denomina la Serie Blanca-Náutica, la alemana de la Bauhaus en la Serie Blanca-Racionalista, y la Roja, que incorpora un matiz regionalista con protagonismo del ladrillo visto, y la Internacional, vinculada a obras emblemáticas de Le Corbusier de los años 30, según sostiene Sergio López Martínez, otro de los autores.
Es decir que nuestra arquitectura posee la calidad de “mestiza”, en la que se funden estilos “para formar un híbrido distintivo de una época precisa: los años 30 y 40”, señala Alberto Petrina, coautor de la obra.
Un ejemplo proveniente de la vertiente déco neoyorquina es el imponente edificio de la avenida Córdoba 1184, en la esquina de Libertad, a cargo de los arquitectos Gregorio Sánchez, Ernesto Lagos y Luis María de la Torre, construido entre 1930 y 1931. Si bien para algunos se trata de un ensayo anticipatorio del Kavanagh, por su estilo y por la situación de esquina, el edificio no posee la escala ni los desafíos técnicos de ese rascacielos.
A pesar de estar rodeado por antenas, cables y aparatos de aire acondicionado, con lo cual perdió parte de su original distinción, no deja de ser una obra histórica, vin- culada también al estilo monumentalista, en el cual se elevaban los remates de las fachadas para darle mayor importancia, con un juego de volúmenes sobresalientes en algunos pisos, que podrían remitir a las pirámides. También impacta la entrada, con un imponente vano de medio punto recubierto de franjas de mármol travertino superpuestas.
Otra obra emblemática es la de Arroyo 804, situada en una esquina muy particular de Retiro, en la que el frente se desarrolla sobre tres calles: Juncal, Esmeralda y Arroyo; data de 1934-1935. Se trata de una de las construcciones más importantes del racionalismo en la Argentina, el edificio Minner, del húngaro Jorge Kálnay, que recibió este encargo de un edificio de renta por parte de la familia homónima. Es una construcción de diez pisos, con fachadas de revoque blanco y líneas puras.
“La pronunciada curva de la esquina, acusada por los balcones en voladizo, compone una imagen dinámica y expresiva, siendo este edificio un ejemplo de las preocupaciones urbanísticas del arquitecto”, remarca el sitio Moderna Buenos Aires, creado por el Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo.
En otra esquina cercana, en la avenida Alvear 1402, la obra de Pablo Pater y Alberto Morea es un exponente del estilo náutico originado en los años 30, “cuando hace su irrupción todo un repertorio estético evocador de los transatlánticos de lujo de la época –como el Normandie–, que se traslada a la arquitectura bajo la forma de curvas depuradas, ojos de buey o barandas cromadas”, señala Petrina. Data de 1938-1939.
En Palermo, en la Avenida del Libertador 3590, esquina Fray Justo Santa María de Oro, con vista al Parque 3 de Febrero, el llamado edificio Palermo, del ingeniero Antonio Vilar, es una obra maestra de la escuela clásico-moderna de Buenos Aires, de líneas despojadas, vidrio, revoques blancos, carpinterías metálicas y mármol boticino lustrado, como signos de elegancia detrás de la aparente simpleza de la arquitectura moderna. Es de 1935-1936.
Entre las obras que reciben la influencia de Le Corbusier, en Belgrano, en Virrey del Pino 2446, el edificio Los Eucaliptos, de Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, es uno de los más fieles exponentes de ese estilo, gracias a su planta y fachada libres, los pilotis o columnas, su terraza-jardín y parasoles, señala el libro. Data de 1942-1943.
Ubicado en una zona completamente residencial, ocupando un amplio terreno y con un conjunto de eucaliptos en su acceso, esta vivienda colectiva está, sin dudas, bajo la influencia de las ideas de la arquitectura moderna. Para acceder al edificio se atraviesa el jardín por un camino sinuoso, para que el usuario capte desde diferentes perspectivas la arquitectura del edificio. Para poder conservar los eucaliptos, los incluyeron en la obra, atravesando losas, rodeándolos con vigas.
Más allá de los casos antes mencionados, Moderna Buenos Aires propone salir a recorrer la ciudad y descubrir nuevos ejemplos de obras pertenecientes a este estilo de arquitectura. Por lo general tienen muy buena iluminación, un edificio eficiente debería poder pasar la mayor parte del día sin necesidad de recurrir a la luz eléctrica.
También se integran a la naturaleza, procurando no afectarla, con diseños que presenten aberturas opuestas para facilitar la higiene y la circulación del aire, con espacios comunes confortables y aprovechables, y con lugares flexibles, poco estructurados, que permitan transformar esos sitios para otros usos a lo largo del tiempo.
V. M.
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