viernes, 9 de noviembre de 2018

EL CHURRO YA ES ARGENTINO


Sí, el churro se puso de moda: la ruta de los imperdibles de Buenos Aires
La ciudad se subió a la tendencia que reina en otras ciudades gastronómicas. Cada vez abren más lugares que los tienen como estrella de la carta.
Los churros se pusieron de moda en Buenos Aires.
Un poco ayudó Instagram, como inagotable fuente del food porn. ¿Y qué hay más food porn que un churro? En la red social, cada uno de los hashtags alegóricos tiene cientos de miles de resultados, desde distintos rincones del mundo. "Los churros están de moda, pero no solo en Buenos Aires, en todas las grandes ciudades gastronómicas", decreta la la joven pastelera Yamila di Renzo, del resturante Alo's.
A nivel local, la tendencia se empieza a sentir fuerte. El churro ya no es una indulgencia veraniega, para la ronda de mate de la tarde en la playa, sino que aparece en la carta de restaurantes, en los mercados y hasta en locales especializados, que lo tienen como único producto. Tampoco es lo que conocíamos: a los clásicos rellenos de dulce de leche o bañados de chocolate, se suman nuevos sabores y versiones saladas.
Acá el recorrido que hicimos en busca de los mejores de Buenos Aires:
Los nuevos
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Juan Pedro Caballero
Es la última apertura, un pequeño refugio en Palermo para comer churros al paso. Ambientado con azulejos naranjas, madera en las paredes y un par de barras, el lugar tiene cierto aire madrileño. Además de los clásicos de chocolate y relleno de dulce de leche, tienen versiones más jugadas -y riquísimas- como el lemon pie, el de chocolate amargo con sal y chile y el de ricotta y pistachios, inspirado en un cannoli. "Lo pensamos mucho y finalmente decidimos usar sabores clásicos de la pastelería aplicados a un churro. Más adelante vamos a ofrecer versiones saladas", dice la pastelera Yamila di Renzo. También tienen chocolate caliente y café para acompañar. Es de los mismos dueños de Chori, La Carnicería y NIño Gordo.
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La churretería
La celebrada renovación del viejo mercado de San Telmo, también incluye -entre opciones de comida asíatica, suiza, árabe, francesa y mexicana- un local dedicado exclusivamente a los churros: La churretería. El lugar no dice nada, es muy sencillo y hasta un poco desangelado. Pero el producto sí es para celebrar. Marcelo Pardal, uno de los dueños, cuenta que un viaje a Madrid -con la consabida visita a la mítica confitería San Ginés- lo inspiró para arrancar. La estrella de la casa es el churro estilo madrileño, más largo y finito, que llega con un topping de chocolate caliente. Aunque no faltan los de estilo argentino –simples, con dulce de leche o crema pastelera– y algunos más osados –para la polémica– como los de masa con Oreo y los salados, en versiones de cheddar y bacon, roquefort con jamón y cuatro quesos.
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Los Galgos
Lo que empezó como un chiste se convirtió en uno de los hits del invierno en el café Los Galgos. "La respuesta fue mucho mayor de lo que esperaba", confiesa el empresario gastronómico Julián Díaz, al que se le ocurrió servir sus propios churros, hechos en el momento y con un chocolate espeso y untuoso, luego de un viaje a comienzos de año a España. "La idea era reivindicar este churro más tradicional", cuenta. Súper frescos, se fríen en el momento y se sirven durante un horario acotado: de 4 a 6 de la tarde. Estarán hasta que duren las bajas temperaturas y volverán -promete Díaz- el invierno que viene.
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Lardo & Rosemary
Inaugurado en 2017 por dos chefs de la joven guardia (Paul Feldstein y Victoria Rabinovich) en Lardo & Rosemary impusieron una versión bastante personal de los churros y condenadamente rica. La masa es similar a una choux francesa, a la que se le da forma de espiral. Los churros salen en una porción de tres y con una salsa de pimienta rosa y caramelo picado. "A la gente les encanta, se vuelven locos", dice Paul, sobre los churros, uno de los platos más instagrameados de Lardo.
Los clásicos
El Burladero
En este restaurante español de Recoleta, los churros son parte del deber ser. Clásico de clásicos, están en la carta desde siempre y se sirven tanto al mediodía como a la noche, a modo de postre. Son un poco más chicos que los clásicos argentinos y bien azucarados. En la porción vienen seis y se acompañan con dos cuencos: uno de dulce de leche y otro de chocolate.
Los churros de El Burladero, un clásico.
La Giralda
Es verdad que este café de avenida Corrientes, punto de reunión por generaciones de intelectuales y bohemios, tuvo tiempos mejores. Pero la nostalgia tira: sus mesas diminutas de mármol -ideales para citas románticas- su aire cincuentoso, los habitués solitarios que siguen leyendo libros.... Los churros, obviamente, son la carta ganadora: no los hacen in situ (los provee Estrella de Galicia ), pero son toda una tradición.
La Giralda y los churros con chocolate caliente, un infaltable de avenida Corrientes.
Para comprar y llevar
Olleros
Ubicada en Chacarita, es una de las fábricas de churros más conocidas de las ciudad y solo el aroma ya te desarma a varios metros de distancia. Fue fundada hace más de 50 años por tres amigos y hoy la continúan sus nietos, que elaboran el producto a la vista para dar garantía de que todo es fresquísimo y artesanal. Súper crocantes, los venden simples o rellenos de dulce de leche y crema pastelera, además de bañados con chocolate.

Dato extra: El Sol de Galicia
La verdad es que la mayoría de las confiterías y panaderías no elaboran sus propios churros, sino que los encargan a Estrella de Galicia o a El Sol de Galicia, la fábrica más grande de la ciudad, fundada por inmigrantes españoles en la década del ´50. Además tiene un local de venta minorista(con horario algo estrafalario: de cinco de la mañana a 1 del mediodía), donde se pueden comprar fresquísimos y crocantes churros: además de los clásicos y los rellenos, tienen minichurros y berlinesas.
C. B. 

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