jueves, 2 de marzo de 2017
RENOVACIÓN DEL PLANETARIO
El Planetario llegará renovado a los 50 años tras una inversión de $ 95 millones
Será equipado con pantallas de mayor calidad, dispositivos robóticos y simuladores; estará cerrado al menos seis meses
Los años 60 estuvieron marcados por la revolución de la exploración espacial luego del lanzamiento del satélite soviético Sputnik, a fines de los 50. El boom se replicó en todo el mundo y en la Argentina se materializó con la inauguración del planetario Galileo Galilei, en 1967. Hoy, a pocas horas de otro hito de la astronomía, el descubrimiento de un nuevo sistema solar, el ícono porteño inicia una etapa de reconstrucción tecnológica y arquitectónica para continuar un legado de divulgación que ya lleva medio siglo.
Se trata de un plan para mejorar la infraestructura y los servicios con la incorporación de pantallas interactivas, realidad aumentada, dispositivos robóticos, simuladores y nuevos equipos de proyección con el objetivo de dotarlo de elementos innovadores de cara a su 50° aniversario.
La puesta en valor del edificio y de su entorno, en los bosques de Palermo, ya comenzó y demandará al menos seis meses, durante los que permanecerá cerrado al público. La reapertura está prevista para el tercer trimestre del año.
"El Planetario tiene el mismo valor que una escuela porque los contenidos astronómicos se pueden sacar de Internet, pero acá hay gente especializada que puede contar e interpretar la información. En las redes circula cualquier cosa y si no hay educadores formados en ciencia, se puede interpretar mal", explica el coordinador del área de Divulgación Científica del Galileo Galilei, Mariano Ribas.
Todos los años unas 500.000 personas se acercan al lugar para vivir una experiencia sensorial con el cielo sobre sus cabezas bajo una cúpula de 20 metros de diámetro, la más grande de todos los planetarios de la Argentina; además de en Buenos Aires, funcionan en Rosario, La Plata, Malargüe (Mendoza) y La Punta (San Luis), entre otras ciudades. Al menos la mitad de los visitantes del Galileo Galilei son alumnos de escuelas primarias y secundarias. "El Planetario llena una falencia educativa porque los contenidos sobre astronomía son mínimos en las escuelas", plantea Ribas.
Dos operarios cierran el cerco perimetral que rodea el Planetario para el inicio de la renovación.
Espectáculos audiovisuales de astronomía, observaciones astronómicas por telescopio, cursos, conferencias, exposiciones, visitas guiadas al edificio y al museo son algunas de las atracciones que ofrece hoy el planetario porteño, cuyo nombre fue sugerido por la Sociedad Italiana Leonardo da Vinci y por la Federación General de Sociedades Italianas de la República Argentina. Además, el organismo edita la revista de ciencia Si Muove -de publicación trimestral- y organiza actividades a pedido para grupos de personas ciegas o sordas.
Toda la oferta se mantendrá vigente cuando se reabran las puertas del espacio renovado. El proyecto, canalizado a través del Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología de la ciudad y avalado por la Comisión Nacional de Museos, prevé cuadriplicar la calidad de la pantalla principal del interior del domo (será de 8K), restaurar todo el edificio y modernizar la ambientación. "Queremos llevar el Planetario al siglo XXI. Hoy es un gran espacio para la divulgación, pero queremos potenciarlo para que también sea una referencia ineludible para la innovación y la tecnología", sintetiza el ministro del área, Andy Freire. El presupuesto inicial es de $ 95 millones. El Ministerio de Ambiente y Espacio Público realizará las obras en todo el entorno del parque, en una superficie de 55.000 metros cuadrados.
Al hablar del Planetario se hace referencia al edificio entendido como una institución y también al proyector de estrellas que se encuentra en medio de la sala con el cual se reproduce en la cúpula el aspecto del cielo con alto realismo. El primer dispositivo fue un Zeiss IV adquirido a la empresa alemana Carl Zeiss de Oberkochen en 1960; en 2011 se sustituyó por un planetario japonés: el Megastar II, que está siendo utilizado en la actualidad.
Como explica Ribas, el Galileo Galilei se originó en los años dorados de la exploración astronómica "con viajes a la Luna y en el amanecer de la era espacial que nace en 1957, cuando los soviéticos lanzaron el Sputnik". Por esos años, las autoridades municipales planteaban la necesidad de construir un centro de divulgación y un acuario en Buenos Aires. El acuario nunca se concretó, pero el proyecto del Planetario germinó rápidamente.
El edificio fue encargado al arquitecto Enrique Jan, que integraba el equipo de profesionales de la Dirección General de Arquitectura de la entonces Municipalidad de Buenos Aires. La primera actividad oficial fue un coloquio sobre la exploración cósmica entre el 19 y el 22 de diciembre de 1966. "Investigadores de las ciencias fundamentales y de la ingeniería espacial abren hoy el diálogo con representantes de las ciencias jurídicas y sociales", fue el mensaje. Sin embargo, su nacimiento se festeja el 13 de junio de 1967: ese día se realizó la primera función para un grupo de alumnos.
M. G.
Alejandro Gangui
¿Quién busca, como yo, tus muertas horas ¡oh, noche!, y tus estrellas, fingiendo que son ellas las lágrimas de luz con que tú lloras? Manuel M. Flores (La noche, 1874)
Las estrellas son más que lágrimas de luz que nos regala la noche. Pero las grandes ciudades lentamente nos han ido robando ese regalo. Imaginar el cielo, percibir sus cambios lentos y tranquilos, estas y otras actividades se han vuelto cada vez más raras para quienes vivimos dentro de la burbuja ciudadana. Quienes nos resistimos a este destino miramos con cariño a los planetarios. Son como las cuevas de los milagros. Nunca estamos seguros de con qué se nos sorprenderá, pero entramos en ellos con curiosidad y siempre nos vamos con la mente en ebullición de imágenes.
Cuando empieza el espectáculo, nos olvidamos de la ciudad. La inquietante oscuridad de ese nuevo cielo se cubre de una miríada de estrellas. Como por arte de magia, percibimos sus luces, titilantes, como fuegos lejanos que pueblan el firmamento y que se distribuyen por esa invisible bóveda que nos rodea.
El Planetario es, sin dudas, un lugar para el asombro y para despertar la curiosidad. Pero es, además, un aula abierta al cielo, donde niños y grandes pueden plantearse nuevas preguntas sobre lo que perciben, y todo de manera lúdica y atractiva.
El cielo de hoy, el del día en que yo nací, cualquier cielo que imaginemos, el proyector del Planetario lo puede mostrar. Con su ayuda también podemos viajar por todo el globo terrestre. Presenciar, por ejemplo, un amanecer en París, y ver cómo el sol se despega del horizonte hacia la derecha, mientras que aquí en Buenos Aires lo hace hacia la izquierda.
Los planetarios son fundamentales para la divulgación de los conceptos básicos de la astronomía y de la ciencia en general, ya sea que pensemos en el movimiento de los astros, que conjuga la matemática y la física, o en la biología y la química atmosférica de los tan novedosos exoplanetas. El escenario natural para comenzar a hacerse preguntas es un diáfano cielo estrellado o, a falta de éste, un planetario. Son sitios únicos y que, al menos por un rato, nos vuelven a poner en contacto con el universo.
El autor es investigador del Conicet y escribió Entre la pluma y el cielo. Ensayos e historias sobre los astros
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