sábado, 3 de noviembre de 2018

LA PÁGINA DE JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ,

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Un artículo de Carlos Manzoni que relata la asombrosa vida 
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del músico mexicano José Alfredo Jiménez, que sin saber tocar ningún instrumento, compuso más de 300 canciones.

JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ


Fue uno de los más grandes compositores de México sin haber estudiado nunca música y sin saber siquiera tocar un instrumento.
A él se le deben más de 300 canciones, que componía silbando y que le valieron 16 discos de oro, entre otro centenar de premios.
Pero por desgracia, José Alfredo Jiménez, que de él se trata, no pudo con un vicio que lo llevó a la tumba con solo 47 años: la bebida. Cuando llegó su hora, hacía ya tiempo que había elegido su propio epitafio: “La vida no vale nada”.
José Alfredo Jiménez nació el martes 19 de enero de 1926, en Dolores Hidalgo, estado de Guanajuato, México, a 243 kilómetros de la capital de ese país.
Era hijo de Agustín Jiménez, que tenía una farmacia, y de Carmen Sandoval, ama de casa. Tuvo tres hermanos: Concepción, Víctor e Ignacio.
Vivió hasta los 10 años en su ciudad natal, hasta que en 1938, dos años después de la muerte de su padre, se fue a Ciudad de México, más impulsado por la necesidad que por otra cosa.
Ahí lo recibió su tía Refugio, a quién llamaba Cuca y a quien consideró siempre su segunda madre. Poco después, llegaron su mamá y sus hermanos.
A los 11 años empezó a mostrar su talento: como se dijo, componía sin tener ningún conocimiento de música puesto que nunca había estudiado.
Según Miguel Aceves Mejía, que le apadrinó en sus primeras grabaciones profesionales, no sabía tocar ningún instrumento y ni siquiera conocía los términos “vals” ni “tonalidad”.
¿Cómo componía, entonces? “Silbando, método que utilizó hasta su muerte en sus rancheras, corridos y huapangos. Él imaginaba la música en su cabeza. Ya cuando lo veía muy pensativo ni le hablaba, porque me daba cuenta de que estaba preparando algo”, cuenta su hijo José Alfredo Jiménez, en comunicación , desde México.
Siempre corrido por la necesidad económica, debió trabajar en múltiples oficios, entre los que se destacaron el de camarero y el de jugador de fútbol. Sí, jugador de fútbol.
Debutó como arquero a los 18 años y llegó a jugar en Primera División con los clubes Oviedo (amateur) y Marte (un equipo del ejército, de primera división), pero dejó las canchas por los escenarios y los estudios de grabación.
“El Cuervo”, como se lo conocía en el ambiente futbolístico, decidió tomar la pluma, el papel y el micrófono para cantarle a México.
Su hijo relata cómo fue su retiro del fútbol. “Él me contaba que una vez estaba en una posada y alguien lo escuchó cantar. Entonces le ofreció 100 pesos para que fuera a cantarle serenata a su novia. Mi padre fue a cantar y siguió tomando tequila hasta la madrugada. De ahí se fue directo a jugar un partido y le metieron nueve goles, así que fue su despedida del fútbol”, recuerda José Alfredo (h).
Así fue que en 1947 debutó en la radio XEL, de la mano de Alfonso Esparza Oteo, con el Trío Los Rebeldes. Quiso el destino que a principios de 1950 el restaurante en el que trabajaba, La Sirena, fuera frecuentado por Andrés Huesca, gran artista mexicano que cantaba en “Andrés Huesca y Los Costeños”.
José Alfredo le cantó la canción “Yo” y él la llevó a RCA Víctor, donde fue grabada por Mariano Rivera Conde, el director artístico.
A partir de esa fecha, 22 de febrero de 1950, se catapultó a la fama. Se cree que compuso más de 300 canciones; muchas de ellas interpretadas por el Mariachi Vargas de Tecalitlán, una famosa agrupación de música folclórica mexicana.
Pero hubo más de 1000 intérpretes que cantaron sus canciones, entre las que se destacan El rey, Si nos dejan, Te solté la rienda, Camino de Guanajuato, Ella, Amanecí en tus brazos, La media vuelta y Que te vaya bonito.

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