domingo, 30 de julio de 2023

IMPERDIBLES DEL CINE

Legalmente rubia está disponible en Prime Video, Movistar Play, Google Play y Apple TV+.


Legalmente rubia: la estridente comedia que venció los prejuicios de su época y se convirtió en un clásico
Legalmente Rubia
Esta película de 2001 es mucho más de lo que parece, con Reese Whisterspoon en un inolvidable protagónico, muy buenos personajes secundarios y una mirada nada liviana sobre una chica rubia y algo frívola que se propone ser abogada
Javier Porta Fouz
En What Time Is It There? (2001), de Tsai Ming-Liang, se incluyen algunos fragmentos de Los 400 golpes (1959), de François Truffaut. La insoslayable película francesa es clave para el relato de la película asiática: en ella, el protagonista Hsiao-kang (Lee Kang-sheng) compra la ópera prima de Truffaut en DVD pirata y la ve desde la cama, es una película-refugio para él. Junto a Hsiao-kang vemos la escena en la que Antoine Doinel (Jean-Pierre Léaud) pasa la noche fuera de casa y roba una botella de leche y se la toma. Si uno observa ese fragmento directamente en Los 400 golpes, se escucha todo el tiempo la música incidental de Jean Constantin. Pero en el fragmento que vemos “citado” en What Time Is It There? la música está al comienzo pero es retirada de forma disimulada, aprovechando el ruido del motor de un auto, y desde ahí no hay más música. Es decir, Tsai toma la película de Truffaut y dice que la está entrecomillando, pero en realidad modifica la cita para que no haya tanta música incidental. El realismo estilístico de Tsai no soportaba tanta música, ni siquiera dentro de una cita.
Al revisar hoy en día Legalmente rubia (también de 2001), uno fantasea que un procedimiento análogo de retiro de música incidental -extradiegética- podría hacerse con esta película, para que sus virtudes puedan llegar a nosotros de forma más límpida, más directa, menos adornada con la molesta permanencia de una música demasiado presente, demasiado enfática, demasiado obvia. Legalmente rubia ya es una película del siglo XXI, cuando en ese rango de producción se había intensificado el uso banal, irreflexivo, con escaso criterio estético, de música anodina que nos explica lo que ya vemos en la imagen y ya entendemos de los diálogos. Legalmente rubia mejoraría notablemente con un tratamiento musical menos televisivo y más cinematográfico, que le hiciera más honor a sus méritos como comedia con personaje protagónico inolvidable.
En el momento de su estreno no faltaron críticas -incluso en Argentina- que se burlaron de la película y del personaje de Elle -Reese Witherspoon, probablemente en el papel de su vida- porque consideraron que película y protagonista eran algo así como tarada y la rubia tarada, respectiva y literalmente. Pero cualquiera que hubiera visto, en ese momento o años después, Legalmente rubia con un mínimo de atención se podía dar cuenta de que claramente no era el caso, que ni la película ni la protagonista eran taradas. Legalmente rubia nos dice de forma rítmica y veloz -rasgo de inteligencia y claridad narrativas-, mediante acciones, reacciones y diálogos que Elle es inteligente (lo mismo que planteaban por esos años, sobre otras chicas agraciadas, Los ángeles de Charlie, de McG, y Dulces y peligrosas, de Francine McDougall).
Apenas comenzado el relato, a Elle intentan venderle un vestido de diseño viejo a precio inflado y ella se da cuenta de la trampa no solamente por su prodigiosa memoria para archivar datos consignados en su biblia -la revista Cosmopolitan- sino porque descubre las contradicciones en el discurso de la vendedora. En ese momento, Elle está intentando comprar un vestido para la que supone será la noche en la que su novio le propondrá casamiento. Las cosas no resultan así porque el señor en cuestión cree que las rubias llamativas y vestidas con colores estridentes son por definición imbéciles, y la deja para buscar una menos rubia y menos llamativa, más acorde con la imagen que quiere proyectar para su vida de familia de prosapia de la costa este.
Reese Whiterspoon en, posiblemente, el rol de su vida
A partir de este conflicto inicial y contundente planteado en pocos minutos, Elle se desespera y decide intentar recuperar a su exnovio inscribiéndose en su misma carrera: nada menos que abogacía en Harvard, para cuyo examen de admisión tendrá que prepararse en tiempo récord. Y logra ingresar para sorpresa de unos cuantos, pero nada sorprendente para alguien tan inteligente y con la velocidad mental de Elle, descollante en cualquier actividad que le interese hacer. Elle es linda, rubia, sabe combinar toda su indumentaria y adora el rosa; de hecho, Legalmente rubia se adelantó muy explícitamente en más de veinte años al prometido festín rosado de la nueva película de Barbie.
Filmada en pantalla ancha por el joven director Robert Luketic, su lugar de origen nos conectaba con cierta tendencia de películas australianas inmediatamente anteriores llenas de colores vivos, como por ejemplo El casamiento de Muriel, de P. J. Hogan, Las aventuras de Priscilla, de Stephan Elliott, y Humo sagrado, de la neozelandesa pero residente en Australia Jane Campion. Probablemente con esos fucsias y esos rosas, llamativos y orgullosos de serlo, con esa luz bien contrastada, con ese desenfado para la puesta en escena del poder de la rubia en el camino de las leyes (“Una rubia muy legal” se llamó en España) la película haya tenido el poder de activar detractores inmediatos. Eran tiempos en los que no pocos críticos etiquetaban negativa y un tanto irreflexivamente este tipo de propuestas de “poder femenino”. Si bien hoy en día hasta se podría llegar a pensar que las respuestas con poca reflexión son moda pero con el signo cambiado (toda película de “poder femenino” es mirada positivamente), lo cierto es que hace veinte años una película con apariencia de solemnidad tenía mejores perspectivas de aceptación de la “gente seria” que una película con muchos colores y con posibilidades de conseguir risas.
Alanna Ubach, Reese Witherspoon y Jessica Cauffiel, en una escena de Legalmente rubia
Legalmente rubia fue una película escrita por una escritora rubia -que estudió abogacía en Stanford- y guionada por mujeres -las mismas de la muy recomendable 10 cosas que odio de ti-, una comedia de tono ligero para temas serios y una comedia realmente en colores. Una comedia que a la vez era también una película de juicio, que hasta citaba a la imprescindible Cuestión de honor en la pregunta veloz que es respondida de forma incriminatoria por un testigo. Legalmente rubia es una comedia, parecida a las clásicas de Howard Hawks por la rapidez de las acciones, la determinación y tozudez de su protagonista, la velocidad de los diálogos y de cada respuesta (sobre todo las que se dan entre mujeres), la falta de detenimiento en planos generales, la perfección de los personajes secundarios (están por ahí Luke Wilson, Selma Blair y Jennifer Coolidge).
Legalmente Rubia
Legalmente rubia, que se parece un poco a Ni idea, de Amy Heckerling, es además la historia del triunfo personal de Elle, quien para tratar de encajar en el universo profesional de los abogados comienza a cambiar su tradicionalmente colorido vestuario hasta que cae en la cuenta de que muchos de los oscuros códigos de la profesión son también oscuros en otros aspectos y entonces se enfrentará a su primer juicio de estricto rosa. Legalmente rubia es una película de Hollywood que va más allá de su hilo argumental mínimo y concentrado, que despliega sus sentidos en una tradición, que se ubica en la senda de otra protagonizada por una chica linda, decidida, impetuosa y con mucho dinero, una película que filmó el mencionado Hawks en 1938 con Katharine Hepburn, Cary Grant, un fox-terrier y un leopardo, Bringing Up Baby, esa en la que una adorable revoltosa ponía todo patas arriba, al igual que la rubia Elle, que incluso se anima a contradecir a Aristóteles.

Legalmente rubia está disponible en Prime Video, Movistar Play, Google Play y Apple TV+.

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