sábado, 29 de julio de 2023

LO QUE SUENA


La banda británica liderada por Damon Albarn sorprende con un disco de baladas y ritmos para bailar bajo una luz tenue
Sebastián ChavesDamon Albarn le da forma a un disco de baladas y estilo crooner
Cuando la balada viene por vos / Viene como yo”, “Cuando la balada viene por mí / Viene como vos”. Es tiempo de baladas para Blur, para los personajes de sus canciones, para Damon Albarn y hasta para su guardaespaldas, Darren “Smoggy” Evans, a quien hace referencia el título del reciente disco de Blur: The Ballad of Darren. Y así lo canta Albarn en los versos citados al inicio de este párrafo. La canción, claro, se llama “The Ballad” y su letra trata sobre una separación: “Acabo de mirar hacia el interior de mi vida / Y todo lo que vi fue que no ibas a volver”, comienza el tema dominado por un piano y la voz del líder del grupo en modo crooner desaliñado.
Y si la nostalgia es lo primero que resuena como humor principal del disco, se trata, en todo caso, de una nostalgia trastocada y capaz de mirar hacia adelante. No solo en lo que respecta a las letras sino también en el sonido. Porque si The Ballad of Darren tiene cosas de Lou Reed y la forma de cantar de Albarn por momentos suena como si Ian Dury cantara standards de jazz en un crucero, también hay algo del Alex Turner más reciente. “Creo que es genial, canto mucho como él en este disco”, le dijo Albarn a la revista alemana Musikexpress sobre el líder de Arctic Monkeys. Es como si para cantar la nostalgia en tiempo presente, Albarn (55) hubiese elegido prestar atención a cómo lo hace alguien casi 20 años más joven que él (Turner tiene 37).
Y así, en esa zona que es temporal y es temblorosa, se sostiene The Ballad of Darren, el disco más corto en la historia de Blur, nacidos en el auge del CD y sus más de 70 minutos de capacidad, ahora escriben acorde a las dimensiones del vinilo y definen su mundo actual, por primera vez, en menos de 50 minutos. Si el presente es una fugacidad que solo puede materializarse si hay pasado y futuro, el cuarteto londinense lo construye con la fragilidad de quien hace equilibrio en un trozo de hielo que flota en el océano. Blur suena como si esa búsqueda por mantener la verticalidad uno descubriera que en realidad está bailando un lento (una balada). Bailando a los tumbos y medio torpe, pero bailando al fin.
Entre pianos, coros y guitarras que dosifican su descarga, Blur hizo de The Ballad of Darren su disco de pop lounge. Si “St. Charles Square” y “Barbaric” ponen a la guitarra de Coxon y a la voz de Albarn atravesada por una cámara para recuperar el pulso de la época en la que todo parecía reducirse a reclamar el trono del britpop en la disuputa con Oasis, “Russian Strings” las resignifca como una visita a un pasado del que no reniegan pero que, excepto por sus shows en vivo, hoy es un ropaje no visten. El piano, el ritmo de balada y los arreglos por detrás que parecen explotar en slow motion (hay algo del Radiohead de AMoon Shaped Pool en eso) vuelven a poner al disco en su camino baladístico. “I’m hitting the hard stuff” (una expresión que equivale a “Me entregaré al alcohol”), resuena hacia el final de las estrofas con Albarn llegando a su registro más bajo. Todo lo que es tocar fondo.
Entonces “The Everglades (For Leonard)” con sus aires folks le da un poco de luminosidad al disco, como si el crucero hubiese echado amarras en un puerto y para llevar a sus pasajeros a un picnic en la campiña. “Far Away Island”, “Avalon” y “The Heights” sostienen el pulso baladista del disco con más protagonismo de Coxon, mientras que “The Narcissist” y “Goodbye Albert” son los pasajes más uptempo de la segunda mitad. Todo, siempre, teñido por la mirada hacia el pasado, las despedidas en tiempo presente y la forma en la que eso sienta las bases para una nueva etapa a futuro. Si Gorillaz es el post humanismo según Albarn, The Ballad of Darren parece ser su versión humanista íntima, pero sin el individualismo ni el colorismo de su faceta solista. Aunque sea un humanismo íntimo, se construye de manera colectiva, como si la responsabilidad de interpelar a su generación, esa generación X que creció entre la desilusión de un siglo XX que terminaba sin sueño futurista a la vista pero también con el optimismo que hay en la fase final del desencanto. Como si cantar y encarnar baladas fuese, a fin de cuentas, un acto de resistencia algo que, en este contexto de la música global, no se puede contradecir.

THE BALLAD OF DARREN
”THE BALLAD”, ”ST. CHARLES SQUARE”, “BARBARIC”, ”RUSSIAN STRINGS”, ”THE EVERGLADES (FOR LEONARD)”, ”THE NARCISSIST”, ”GOODBYEALBERT”,”FARAWAYISLAND”, “AVALON”, ”THE HEIGHTS”, ENTRE OTROS

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