lunes, 31 de julio de 2023

SALUD, ANHEDONIA


Anhedonia, la afección que aqueja a los adolescentes
Se caracteriza como la falta de sentido, la incapacidad de experimentar placer y la pérdida de interés; se asocia con el mayor uso de redes sociales; el papel de los adultos
Lucila MarinSe aconseja a los padres estar atentos a señales como la alteración del sueño
Incapacidad para experimentar placer y pérdida de interés o satisfacción en casi todas las actividades. Así definen a la anhedonia, una afección difícil de detectar en la adolescencia porque sus características coinciden con los síntomas típicos de esta etapa.
“Es fundamental pensar la cuestión de la anhedonia desde la falta de sentido, como si nada valiera la pena. La adolescencia, estructuralmente, es un momento de duelos y de búsqueda de nuevos sentidos y ese camino requiere acompañamiento”, describió Natalia Ledesma, magíster en Psicoanálisis especializada en educación.
“Es absolutamente normal en los adolescentes que se produzcan ciertos estados como de intenso narcisismo y conexión solo consigo mismo, pero cuando esto empieza a provocar una particular dificultad en relación con lo que tiene que ver con la escuela, el vínculo con los amigos, el lazo social y con fenómenos adictivos de tipos electrónicos o plataformas en donde el adolescente no es demasiado libre de elegir o regular, ahí hay que encender las alarmas”, describió Jorge E. Catelli, psicoanalista miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
“Pueden plantearse el exceso de tecnología y el uso de las redes como causa de la anhedonia, y esto luego lleva a alteraciones del ciclo del sueño, falta de apetito, inhibiciones, falta de concentración, abulia. También se puede pensar que los duelos que transita el adolescente pueden dar un tono melancólico, apático y esta disposición emocional lo lleva a las redes. Es un círculo vicioso”, analizó Ledesma, también profesora de enseñanza media y superior en Psicología en la Universidad de Buenos Aires.
Y sumó: “No es demonizar las redes ya que existen distintas maneras de relacionarse con ellas, pero el exceso de imagen, la ausencia de la dimensión corporal y el uso codificado de la palabra requieren una apropiación singular, la construcción de sentidos para no quedar mudos. El mundo interior adolescente es turbulento y puede ser muy angustiante; las redes pueden ser una anestesia frente a tanta conmoción. Una manera de estar sin estar”.
Un estudio de la Red Educativa Itinere exploró el impacto de las redes sociales en el bienestar emocional y detectó que a mayor consumo de redes sociales más propensión a la anhedonia. El 51,26% de los estudiantes encuestados mostraron un score de anhedonia por encima de estudios similares en otros países.
Es importante aclarar que la investigación, que dirigió el fundador de la Red, Darío Álvarez Klar, fue realizada en un universo de dos colegios de zona norte de Buenos Aires, es por esto que instan a ampliar el alcance y que otras instituciones se sumen a la iniciativa.
“El dato duro permite mejorar prácticas, detectar situaciones y sobre todo para los adultos aprender a adquirir herramientas con otros profesionales. Trabajamos con adultos, científicos, con jóvenes, con sus familias y en esos diálogos difundir información permite encontrar soluciones y compartir prácticas que tengan que ver con el bien común”, describió Álvarez Klar.
Según contó, decidieron hacer la investigación porque al indagar luego de la pandemia detectaron que el uso excesivo de la tecnología elevaba los síntomas que permiten determinar la afectación emocional en adolescentes, como trastornos de sueño y depresión.
Implementaron la “semana de bienestar”, en la que buscan formas para estar mejor como mindfulness o aplicaciones que enseñan a meditar. Y además, hablan con otros jóvenes. “Cuando traés un especialista en grooming o bullying tiene alguna relevancia, pero a la par tiene que haber un testimonio”, precisó.
Remarcó: “Hay que hablar más desde la responsabilidad y no desde el miedo”. Y sumó: “Creemos mucho en la prevención, que no es evitar que las cosas pasen. Tiene que ver con saber qué hacer. No naturalizar, por ejemplo, que alguien esté triste. Buscamos instalar esas conversaciones desde la escuela para pensar cuando estoy mal, qué puedo hacer”.
Catelli usó dos metáforas para describir el rol de los padres. “El adulto debe ser una buena estación de servicio. Tiene buena accesibilidad y en cuanto requiere algo, puede desviarse y acercarse a buscar auxilio. Padres, madres, familias, deben ser en ese sentido quienes estén disponibles y con buenos indicadores que puedan señalizar los peligros y los riesgos a los que los niños están expuestos como, por ejemplo, al tener acceso a un dispositivo y a las redes”, describió.
Y siguió: “A veces aun teniendo una buena estación de servicio no hay posibilidades de que niños y niñas se acerquen y ahí tiene que estar el adulto atento para ir a ver cuándo tiene que ir a buscarlo, cuándo tiene que acercarse para intervenir activamente”.

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