miércoles, 16 de mayo de 2018

LA OPINIÓN DE MARCELO LONGOBARDI

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MARCELO LONGOBARDI
El nudo gordiano de la política argentina
La única llave que abre esa puerta dramática y que conecta los problemas con la solución, se llama liderazgo. No hay otra llave que pueda resolver esa ecuación dramática.
Nos hemos referido en este espacio muchas veces al conjunto de razones que explican este momento económico de Argentina. También nos hemos referido a los curiosos formatos con los que el gobierno del presidente Macri ha encarado su acción política y económica en la Argentina. Y a la responsabilidad o irresponsabilidad de gran parte de la dirigencia política argentina en su conjunto, tanto peronistas como radicales, en estas dramáticas circunstancias.
De hecho, hace algún tiempo hicimos un comentario que reflejaba el conjunto de distorsiones macroeconómicas que de modo simultáneo tiene Argentina: las tiene todas. Tenemos déficit fiscal, déficit comercial, atraso en tarifas en los servicios públicos, alta tasa de inflación, exceso de impuestos, exceso de costos en la operación comercial y económica, altísimas tasa de interés, subsidios, atraso cambiario.
Cuando pasa que tenemos todos los problemas macroeconómicos juntos y de manera simultáneos, cada vez que el gobierno mueve un aspecto, y se le complica el otro.
En este debate estábamos los argentinos cuando ocurrió esta crisis, que en el plano cambiario y financiero vive la Argentina en los últimos días. El diagnóstico de este último tramo de la crisis incluye diversos aspectos. Cada uno enfatiza de acuerdo a lo que mejor le parece.Pero de alguna manera, son todos confluyentes.
Ha ocurrido de modo simultáneo también un conjunto de factores: la suba de la tasa de interés en Estados Unidos, que afecta el endeudamiento de un país que no tiene recursos para subsistir; el tema tarifario en el Congreso con el peronismo tirando de la cuerda; lo que yo llamé el “Efecto Cornejo”. Alguna de ellas ha actuado como un detonante.
Alguno de estos elementos que están sobre la mesa ha actuado como un detonante, que ha generado una dinámica bastante enloquecida. Dramática, de acuerdo a la descripción que hizo el periodista Pablo Wende. O de un país que se ahogó en un vaso de agua, de acuerdo a lo que describió Martín Redrado.
Sea por lo que sea, y con independencia de cuál ha sido el detonante de esta situación, evidentemente algo dramático ocurrió frente a lo cual el gobierno se complicó con el BCRA y se gastaron reservas de más.
Estamos claros que mucha gente sugiere algo sensato. Debió haberse dejado correrr el tipo de cambio. Pero volvemos al principio. Como tenemos todos los males juntos, si dejás correr el tipo de cambio, se te complican los precios, en un país que está intentando luchar contra la inflación.
En el mundo se valoriza el dólar, caen las monedas. Eso en el caso de Argentina impacta sobre su problema central, que es la inflación.
Por la razón que fuese, y con independencia de si el diagnóstico de Wende o de Redrado son los correctos, algo complicado ocurrió.
En este contexto, el presidente Macri ayer tuvo que resolver acudir al FMI. Es cierto que Argentina necesita fondos para financiar su famoso Estado y también al sistema de reducción del nivel de déficit fiscal con el cual argentina ha resuelto convivir, que se llama gradualismo
Argentina ha resuelto convivir con un agujero negro y ese sistema requiere ser financiado con fondos del exterior. En Argentina no hay fondos para esto. Las trampas a la que acudió Cristina Kirchner ya estaban todas agotadas. No se puede emitir más guita, no se pueden sacar recursos al sector productivo.
No había otra alternativa que aprovechar el único aspecto disponible que la señora de Kirchner dejó sin romper, que era el crédito internacional porque no lo podía tomar. No porque no quisiera, sino porque no podía porque nadie le prestaba.
Este es el contexto en el cual el presidente Macri ayer resolvió, con un nudo en el estómago, anunciar la vuelta al FMI. Debe haber sido una decisión costosa y bastante dramática para el interior del gobierno.
Argentina necesita financiar sus gastos con deuda. Alguna tasa razonable y habrá que bancarse los condicionamientos, que por otra parte Argentina nunca cumple. Y de hecho los condicionamientos que el FMI puede llegar a poner son los que el presidente Macri ha intentado infructuosamente poner sobre la mesa sin éxito.
La controversia que ocurrió a partir de ayer a la tarde como consecuencia de esta situación ratifica este principio central que regula el comportamiento de los argentinos ante el desastre económico que hemos hecho en los últimos años. Los argentinos no queremos la enfermedad y no queremos los remedio.
El nudo gordiano de la política argentina.
Hay mucha intolerancia a las enfermedades y mucha intolerancia para los remedios. La única diagonal que conecta una cosa con la otra y que puede resolver este dilema gramático se llama liderazgo político.
La única llave que abre esa puerta dramática y que conecta la solución con los problemas se llama liderazgo. No hay otra llave que yo conozca que pueda resolver esa ecuación dramática.
Dicho sea de paso, los que rechazan este anuncio ayer son básicamente las personas que viven del estado. Eso me resulta un poco gracioso. Debieran examinar qué es lo que están haciendo con ellos mismos. A Macri se le acabaron los recursos para bancar a 17 millones de argentinos que no laburan. Se acabó la guita, se terminó. Esa plata va a ir a financiar el agujero negro de la gente que protesta contra el FMI.
Dicho esto, es bastante visible que el gobierno del presidente Macri se empantanó de tanto andar por la banquina. De tanto convivir con la crisis, el gobierno se contagió y ahora parte de la responsabilidad recae sobre el gobierno en general y sobre lo que queda del equipo económico, en particular.
Si miramos la lista de los países que tienen acuerdos con el FMI el día dei hoy, esa lectura debiera servirle a la dirigencia política argentina en su conjunto como una especie de espejo que les relata qué es lo que hicieron con la Argentina.
La lista es papelonesca. Ahí encontramos a Bosnia, a Costa de Marfil, a Gabón, a Jordania, a Georgia, a República de Moldavia, Ucrania, Sierra Leona, Ghana, Túnez, Togo, Nigeria, Camerún, Afganistán, Irak, Jamaica y Kenia.
Saco de la lista a México y a Colombia, que tienen acuerdo con el fondo pero que no lo usan.
Me parece que esta lista debiera ser repartida entre los senadores, diputados, los gobernadores, los concejales, intendentes, el gabinete, el equipo económico, para que todos sean conscientes en dónde hemos caído.
La decisión del presidente Macri en esta coyuntura y en este contexto, es una decisión razonable. Peor era el escenario de una corrida bancaria.
En esta instancia, y con independencia de que la cuestión de fondo puede actuar como una caja pandora, es cierto que es razonable y me imagino que tomada de una manera muy costosa por el presidente. No había mucha alternativa.
La conducción económica de la argentina ha quedado complicada, por no decir algo peor. Hay una discusión que también esta abierta respecto de cómo debiera ser la conducción económica. Macri no quiere roles diferentes. El formato que él tiene es el que a él le va.
Este formato es el que está y yo no creo que sea cambiado.
Es obvio que el presidente Macri tiene ahora un desafío muy complicado en frente. Son estos desafíos los que demuestran si un líder está a la altura. Esta desconexión que hay entre la enfermedad y los remedios es la que un líder político debe cerrar. Esta ecuación sigue estando desconectada en la Argentina.
La gente, la oposición y el gobierno no quieren saber nada con tomar un remedio que implique una reducción seria de nuestro inviable nivel de gasto, un programa antiinflacionario como corresponde.
El papel de un líder político es cerrar esta brecha entre la enfermedad y el remedio. Los argentinos estamos complicados con ambas cosas. No queremos la enfermedad y no queremos tomar el remedio. Y este es el verdadero dilema que tiene enfrente la Argentina, en general, y el presidente Macri, en particular.

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