miércoles, 17 de febrero de 2016

EVITA PERÓN; PACO JAMANDREU


La tarde en que llamé al portero eléctrico del edificio de Retiro donde en un cuarto piso vivía Paco Jamandreu, el modisto de Eva Perón en sus días de actriz y también vestuarista de Isabel Sarli en los films de Armando Bo, me recibió en una habitación rodeada de búhos en miniatura. 

Transcurría 1994, y durante ese año lo visité con frecuencia tanto para entrevistarlo como para que me prestase un vestido de novia para mi única experiencia de vestuarista: ataviar a Sir James (drag queen y anfitrión del club El Dorado) en su participación en un video de la banda de rock Los Telépatas. En una de esas visitas, además de la visión y el aprendizaje de un ardid antiedad tan casero como exprés (disponer trozos de cinta scotch en los pómulos para posar ante alguna cámara), me llevé un ejemplar de La cabeza contra el suelo, sus memorias publicadas por Corregidor en 1978, que dispuse en mi biblioteca junto a Música para camaleones, de Truman Capote.
Su debut en el mundo de la moda remite a los quince años, cuando abandonó la casa de sus padres y su pueblo, 25 de Mayo, acarreando una maleta con sus dibujos de moda y algunas ropas. 

"Después de instalarme en el cuarto de arriba de una pensión de Suipacha al 300 mandé unos dibujos de moda a la revista El Mundo con el seudónimo André. Un tiempo después descubrí que se habían publicado junto con un mensaje que solicitaba su presencia." El director de esa publicación, Roberto Tálice, le encomendó escribir sobre moda y cine. El modisto con un notorio parecido a Peter Lorre -silueta pequeña y ojos grandes y de batracio- fundamentó su método de diseño en dibujar cientos de veces un vestido hasta dar con el modelo correcto. La categoría estética que se desprende de sus desfiles remite al music hall emparentado con la moda y también a una técnica que podría calificarse de action drawings -Paco dibujaba en vivo sobre el escenario-, por el cual anticipaba sobre un bastidor el vestido que luego aparecería en escena, cual si fuera una mezzasoprano, rodeado de una big band de modelos y de personajes del espectáculo.
El disparador de tales extravagancias fue el imaginario circense aprehendido por Paco en la infancia transcurrida en su pueblo, y del que destacó en sus memorias: "Todos los años llegaba al pueblo el circo de Méndez, y se instalaba frente a la Casabuela". Cada año, Paco junto con sus dos hermanos, observaba la descarga de los viejos baúles con artificios y parafernalia.

 Durante las conversaciones familiares de su infancia anunciaba que se iba a marchar con la troupe del circo para dibujarles los vestidos. Pero años más tarde, y en ocasión de la apertura de su primera casa de modas, en un petit hotel situado en Pacheco de Melo y Ayacucho, se refirió del siguiente modo: "Luces brillantes, ambiente perfumado, música que se esfuma. Sombreros de plumas que parecieron incendiarse con las luces. Estolas de visón. Tocados de pailletes. Escotes que dejaban los hombros al aire. Faldas según el new look 1948. Mozos de guantes blancos que van y vienen. Alfombras, espesas alfombras rojas donde se hunden los finísimos tacos de los zapatos de satén".


De la proliferación de canastas de flores enviadas a modo de ofrenda y buenos augurios por artistas, periódicos y revistas, pero también por fabricantes de telas y de gente de la élite, enfatizó las que llamaban notoriamente la atención: una muy grande con lilas firmada por The count and the countess Toptani (Tilda Thamar y su marido) y la más grande de todos, provista de ramilletes de rosas rojas y con el augurio Suerte y mucha suerte y la firma: Eva Perón.

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