lunes, 15 de febrero de 2016

HISTORIAS DE VIDA...


Hermelindo Castro es agente sanitario en Pampa Argentina, Chaco.Foto:Gentileza Médicos del Mundo

Termina de hacer la cama y se siente agitada como si hubiera corrido una carrera. Cierra los ojos y cuando los abre no sabe dónde está, el mareo la desconcierta. Por unos segundos, Carmen Quispe no recuerda que vive en el Impenetrable chaqueño y que su marido está en el campo trabajando. No es la primera vez que le pasa. Carmen ya naturalizó ese puñado de síntomas, pero lo que no sabe es que tiene un nombre: mal de Chagas.

Los chequeos médicos son inexistentes cuando hay que dar de comer a una familia y un día de visita al hospital es un día de trabajo perdido. El acceso a la salud de un habitante de la colonia El Tacuruzal, en el Chaco, está representado por "la salita" ubicada a 20 minutos en auto o una hora caminando desde la zona de casas. Allí no lo espera un médico: hay un agente de salud y, según el día de la semana, una enfermera. La siguiente opción es el hospital de Tres Isletas, a una hora y media en auto o camión, o el de la localidad de Sáenz Peña. Sin embargo, si la complejidad del problema es aún mayor, su destino será el hospital Ferrando de Resistencia, a cuatro horas de viaje.

Se estima que el 41% de los argentinos no tiene cobertura privada de salud y el 37% accede al sistema estatal, cifras que se calculan a partir de encuestas poblacionales, ya que en el Ministerio de Salud no existe un registro permanente sobre la utilización de sus servicios a nivel nacional. En medio de estos porcentajes están aquellos que no pueden afrontar los costos del sistema privado y quienes no utilizan el sistema público ya sea por aislamiento o porque éste se encuentra colapsado.
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Casos como el de Carmen Quispe se replican en muchos rincones del país, con enfermedades desatendidas que van despertando síntomas sin haber sido prevenidas a tiempo. Recién cuando el síntoma despierta y preocupa -y sólo a veces- sigue la visita al médico, cuando ya es tarde para tratamientos.
Síntomas desatendidos
"Las enfermedades desatendidas son las enfermedades de la inequidad, de la pobreza, las que no se quieren ver", afirma Marcelo Abril, director de Programas y Proyectos de Mundo Sano, una institución de la sociedad civil que promueve mejoras de salud en los sectores más vulnerables. Ponen el foco en las enfermedades que no están en mira para el desarrollo de nuevos medicamentos: Chagas, dengue, helmintiastis, leishmaniasis e hidatidosis.
Mundo Sano realiza campañas de concientización contra el dengue.Foto:Gentileza Mundo Sano
Desde Mundo Sano están convencidos de que estas enfermedades son desatendidas porque las comunidades donde se encuentran son desatendidas. Con la convicción de que el verdadero trabajo se hace cuando hay verdadera integración con lo local, los profesionales de la organización cuentan con sedes en Tartagal, Pampa del Indio, Añatuya, Clorinda y Puerto Iguazú.
"Hace más de dos años que no viene un médico acá", decían las mujeres cuando, el año pasado, visitaron comunidades rurales con un ecógrafo móvil para detectar quistes hidatídicos. Con apoyo del hospital local Dante Tardelli y profesionales del hospital Muñiz de Buenos Aires, realizaron 600 ecografías en una semana. Fruto de esa experiencia se detectaron unos cinco quistes, pero también 10 embarazos avanzados y desconocidos por las propias futuras madres.
Por su parte, para que el derecho a la salud sea para todos, la organización internacional Médicos del Mundo trabaja con equipos multidisciplinarios en distintas áreas del país. Trazan programas a largo plazo con un mínimo de dos años, a través de los cuales se instalan en territorio trabajando desde, con y para la comunidad.
"Hay hábitos en las comunidades rurales que no contribuyen a la salud, pero no los combatimos, sino que construimos desde el encuentro", explica Victoria Cavoti, vicepresidenta de Médicos del Mundo, y agrega: "Tratamos de entender por qué duermen con los animales adentro, qué cosmovisión tienen de la naturaleza... no por nada tienen casas de barro, que en invierno dan calor y en verano son frescas".
Así, mediante entrevistas con referentes clave, reuniones con vecinos y talleres con interlocutores interculturales, van saneando prácticas sobre el cuidado y la limpieza del hogar para poder erradicar enfermedades, especialmente el mal de Chagas y el dengue. En esa riqueza de intercambios, los mismos profesionales de la organización aprenden técnicas de la medicina natural que los habitantes heredaron de sus antepasados aborígenes.
Hermelindo Castro se levanta todos los días a las 5.30 de la mañana en El Toroltay, una comunidad aborigen toba ubicada en la provincia del Chaco. Se sube a su moto y viaja 28 kilómetros hasta la salita de salud ubicada en Pampa Argentina, donde se desempeña como agente sanitario capacitado por Médicos del Mundo.
"Para que una ambulancia llegue a donde vivimos, tarda dos o tres horas, y a la gente de mi comunidad no le queda otra que viajar por sus propios medios. Atiendo a las personas y también recorro las casas para llevar salud a la gente, soy como un referente. Hay que buscar la forma de que puedan ser atendidos, y por eso quiero aprender más sobre salud pública", explica Hermelindo, quien, a los 26 años, trabaja por su comunidad y asiste a cursos dictados por el Ministerio de Salud en el hospital de Castelli, a 37 kilómetros de su casa.
Al desafío del acceso a la salud y la falta de infraestructura hay que sumar las limitaciones del recurso humano. Marcelo Abril, de Mundo Sano, explica: "Es complicado porque la universidad forma a los médicos de acuerdo con los estándares de la medicina del siglo XXI para sociedades urbanas, y lamentablemente hay gente que sigue viviendo como en el siglo XIX, con enfermedades que quedan fuera del estudio".
En una Argentina extensa, con poblaciones aisladas, el acceso a la salud todavía no es para todos. Y en esos "todavía" hay profesionales y voluntarios con iniciativas como Mundo Sano, Médicos del Mundo, Umana, para que todas las Carmen Quispe sepan a tiempo qué es lo que sucede con su cuerpo y puedan convertirse en protagonistas de su propia salud.
Personal de Médicos del Mundo atiende en el norte argentino.Foto:Gentileza Médicos del Mundo





Después de años de ejercer la profesión de ginecólogo, Jorge Gronda cambió rotundamente el modo de vivir su vocación. Por un emprendimiento de su padre, tuvo que viajar a la Puna jujeña, y conoció la realidad de las mujeres campesinas que allí vivían: aislamiento, pobreza económica y salud a la deriva, sin atención pública ni privada.
"Sentí que me decían «doctor, venga a cuidarnos que nos estamos muriendo»", recuerda Gronda sobre ese baño de realidad. Cada uno de los casos pasó a tener un rostro con nombre y apellido, y lo que comenzó como un voluntariado para poder brindar salud tuvo que convertirse en algo más grande para dar respuestas integrales a tanto abandono.
Así nació Umana: un sistema solidario de salud que por una suscripción anual de $ 100 permite acceder a una cartilla de médicos de todas las especialidades, pagando cada consulta entre $ 90 y $ 120. Umana no es una obra social ni prepaga. Es un servicio innovador que brinda acceso a un sistema de salud de excelencia a bajos costos, transparentando la relación de los médicos y sus pacientes de una manera sencilla y eficiente.
El usuario solicita su turno sin órdenes ni trámites burocráticos y el médico recibe su pago directo del paciente en el momento de la consulta, eliminando la complejidad del sistema financiero de las prepagas.
Hoy funciona en Jujuy y Salta con 70.000 usuarios, 30 médicos de 21 especialidades, y convenios con farmacias, laboratorios y centros de imágenes.
Zonas urbanas
Umana no rompe con el obstáculo geográfico porque funciona en zonas urbanas que cuenten con todas las especialidades de médicos. Sin embargo, sí permite que las personas puedan coordinar sus turnos y los de sus familias para que el viaje hasta el médico sea eficiente con la certeza de la atención segura.
Los miembros del grupo familiar pagan $ 90 anuales, tomando como concepto de familia todas aquellas personas que viven bajo el mismo techo.
Mientras una consulta médica sin obras social cuesta aproximadamente $ 350, con Umana el monto ronda entre los $ 90 y los $ 120.
Un tren que es hospital de niños
El Tren Alma llega hace 35 años a localidades del norte argentino (Salta, Santa Fe, Chaco, Tucumán y Jujuy) que no tienen servicios permanentes de atención médica pediátrica.Básicamente, desarrolla dos actividades: atención primaria de la salud para chicos y adolescentes de 0 a 18 años -incluyendo servicios odontológicos y medicamentos- y educación sanitaria dirigida a toda la comunidad.Las personas interesadas en conocer más sobre la fundación y sus actividades puedan ingresar en www.fundacionalma.org.ar

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