jueves, 25 de mayo de 2017
UNA BELLEZA....LECTURA RECOMENDADA...Y VISITAS; TAMBIÉN
CORDOBA.- "Las cosas tienen vida y construyen la historia". Con esa convicción José María Chema Forte, periodista español con largos y estrechos vínculos con Córdoba -durante años acompañó al equipo de rally internacional de España a estas tierras y fue corresponsal de Cadena 3- recorre 13 casas-museos de personalidades muy diferentes que vivieron en esta provincia.
El resultado es el libro Casas museos de Córdoba que se presentó en la Feria del Libro de Buenos Aires. No es un texto de historia ni de turismo, es un paseo que mezcla los lugares con sus dueños, que permite reconfigurar sus vidas en ese momento y ambiente.
Por sus páginas desfilan -con las fotografías de Fino Pizarro- los lugares donde vivieron el compositor español Manuel de Falla y el Che Guevara, ambas en Alta Gracia; la del santo José Gabriel Brochero, en el pueblo de Traslasierra que lleva su nombre, y la del ex presidente Arturo Illia en Cruz del Eje.
También están la de los pintores Fernando Fader en Loza Corral, y Lino Spilimbergo, Eugenio Rivolta y Guido Buffo en Unquillo; la de los escritores Manuel Manucho Mujica Lainez en Cruz Chica y Leopoldo Lugones en Villa de María de Río Seco; la de Atahualpa Yupanqui en cerro Colorado; la del ex gobernador cordobés Amadeo Sabattini en Villa María y la de la joyita del tango, Ada Falcón, en Salsipuedes.
Forte apunta que la intención es aportar la idea de que Córdoba (y el país) tienen un tesoro en esas casas que hay que cuidar, preservar y, también, sacar partido desde lo cultural y lo turístico.
"Son tesoros un poco ocultos -incluso pasa en la Capital Federal con la casa de Carlos Gardel-. Hay que pensar que con impuestos de argentinos se mantiene la casa de San Martín en Francia, y acá cuesta sostenerlas. En otros países sirven para la memoria, para la historia y hasta para la controversia, pero generan recursos".
Un ejemplo concreto de los problemas para sostener estas casas es la de Mujica Lainez en Cruz Chica (cerca de La Cumbre). La fundación creada por su viuda para resguardar el legado estuvo a punto de cerrar el museo por falta de dinero para sostenerlo. Una entidad privada, hace pocas semanas, se comprometió a aportar 40.000 pesos mensuales por un año y la salvó.
Aunque todas las casas tienen algo que las hace distintas, que describen a sus dueños, para Forte El Paraíso de Manucho es el que alberga las colecciones con "mayor valor artístico y cultural; sus colecciones de pinturas y objetos, sus libros, muchas primeras ediciones". El escritorio de campaña que San Martín le regaló a la bisabuela de Mujica es uno de los elegidos por Forte.
La foto de tapa del libro es la casa de Illia, "donde habita la dignidad". Estilo art déco, combina recuerdos de sus años de médico en Cruz del Eje y de su paso por la política; cuando -en 1983- murió, la familia la cerró. Casi dos décadas pasaron hasta que se rescató como monumento histórico y se abrió al público.
"Junto a la de Sabattini son un faro para el buen comportamiento. La de Illia es la única propiedad que legó a su familia; me parece que destila su obsesión por las cosas rectas. Es un mensaje de honestidad, de decencia", describe Forte.
Mucho por hacer
A Forte -como le pasa en general a quienes visitan estas casas museo- le sorprende la poca disponibilidad de libros de calidad sobre los personajes o el lugar y la escasez de la memorabilia y el marketing típicos de estos lugares (imanes, fotos, tazas, remeras).
Para dar una noción de lo que significan económicamente en otros países las casas museos, menciona que las de Salvador Dalí en España en 2014 recibieron 1, 5 millones de visitantes que generaron ingresos por 14,9 millones de euros (cuatro millones de beneficio).
"Fue lo más rentable de España ese año, muy por delante de El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza y el Guggenheim", explica y aclara que las casas de Dalí son privadas. "Si Villa Carlos Paz recibe un millón de visitantes en verano, imagina lo que sería que el 10% hiciera 40 km hasta Alta Gracia para conocer a Falla o al Che". Menciona que hay un circuito natural entre las casas de Spilimbergo, Rivolta, Buffo y Falcón. Todas en no más de 50 km y, sin embargo, no hay un polo cultural-turístico armado.
También evoca los parecidos de las historias de Claude Monet y de Fader. Así como el impresionista se retira, enfermo, al pueblo de Giverny y allí diseña sus jardines y pinta, Fader llega al norte cordobés en busca de una mejoría para su tuberculosis, arma su jardín y eterniza el paisaje.
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