martes, 23 de mayo de 2017
¿TE TOMÁS UN FECA?
Café Rivas
Estados Unidos 302 (esq. Balcarce)
El amor a primera vista existe, y te puede suceder en el Café Rivas.
Al menos eso fue lo que se siente apenas ves su fachada: un edificio antiguo enmarcado por una santa rita fucsia, con un reloj colgante que parece invitarte a detener el tiempo con un café.
El Rivas no siempre se llamó así. En la misma locación existió antes, con parecida fisonomía, el bar Los Loros, y en la planta alta funcionaba el café concert El Nacional.
No fue declarado notable, sin embargo está en una esquina histórica, y así lo anuncia una placa que señala que en ese sitio se encontraba el vértice S.E del tramado urbano de Buenos Aires, en la fundación de Juan de Garay de 1580.
Una vez adentro te encontrás con un espacio íntimo y elegante.
A mí me recuerda a los cafés de Viena por el mobiliario de líneas curvas, su madera, las lámparas art deco y su decoración sobria.
La barra curva se extiende a lo largo del salón. Copas y botellas añaden reflejos al ambiente. El esterillado del balcón, lo vuelve aireado.
Contra un ventanal, una lámpara engalana el secretaire donde se exhibe pastelería.
Tiene un entrepiso pequeño que balconea sobre el salón, ocupado por tres mesas y un piano.
En una de sus paredes cuelga un cello.
Es como una caja de música.
Me siento envuelta en madera. Y también por un rato sumergida en un submundo europeo en pleno barrio de San Telmo.
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