martes, 2 de mayo de 2017

LOS ÁNGELES DE MANUCHO



CIUDAD DE ÁNGELES

Misteriosa. Así es la ciudad que Manucho describe en sus creaciones. Quizás pocos escritores hayan logrado crear una relación tan profunda con Buenos Aires, quizás muchos menos hayan sabido describir tan bien sus rincones y concebir historias cargadas de magia en los escenarios porteños.

Los ángeles están escondidos en las fachadas de las antiguas casas, en las plazas, en los cementerios y las iglesias porteñas. Ángeles de piedra o de madera, ángeles pequeños y otros más grandes. Algunos yacen olvidados, descuidados o mutilados, otros tuvieron la suerte de ser restaurados y cuidados por sus sucesivos dueños. Lo cierto es que los seres alados, pese al paso del tiempo, siguen custodiando las calles y los barrios de la ciudad.
En 1970, Mujica Lainez decidió, con Raúl Shakespear, redescubrir a los ángeles de Buenos Aires, y para ello enlazó, años antes de morir, diversos manuscritos de su autoría con las fotografías en blanco y negro de Shakespear. El objetivo era crear un nuevo libro como Más letras e imágenes de Buenos Aires que el escritor de Bomarzo había armado con el fotógrafo Aldo Sessa. El libro Ángeles de Manucho se presentó recién ahora, terminado por el creador de las imágenes y Silvia Páez, que se encargó de la búsqueda y selección de textos.
"Las casas pueden derrumbarse para dejar sitio a construcciones despojadas que ignoran la alegría en sus fachadas sin generosidad. Donde no hay huecos, orlas, repisas ni volutas, donde roe a la arquitectura la avaricia estética, no hay nidos para ángeles", acusa el escritor en uno de sus manuscritos, al ver cómo la nueva tendencia arquitectónica despojaba de las presencias angelicales a la ciudad. Él los rescató, antes de que sigan desapareciendo.
Así como el hombrecito que habitaba el azulejo azul -en uno de los cuentos de Misteriosa Buenos Aires- logró burlar a la muerte hablándole de su vida en Francia, los pequeños ángeles de Manucho parecen volver a engañarla hablándole de Buenos Aires.
El escritor revive en este rincón de Recoleta, aunque él mismo haya escrito con encanto de calígrafo la frase que Shakespear eligió para finalizar el libro: "La muerte, es la reina de la vida", aunque todos los ángeles de la ciudad y todos los recuerdos de Manuel Mujica Lainez se esfuercen por hacernos creer lo contrario.

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