martes, 18 de diciembre de 2018

ARTE Y LA FIEBRE AMARILLA


La síntesis de un drama
Se denomina "Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires" y seguramente fue pintado en 1871. El 8 de diciembre de ese año fue expuesto en el foyer del Teatro Colón de Buenos Aires y caló profundamente en el espíritu de los porteños debido a que casi todos los asistentes tenían muertos que llorar como causa de la epidemia; más allá de que la obra es de una calidad rara vez alcanzada en estas latitudes.

Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, Juan Manuel Blanes, 1871, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay.
El ejercicio de la profesión siempre ha exigido una generosa dosis de autosacrificio y altruismo, no siempre reconocida por aquellos a quienes los médicos han tratado de ayudar. Esta obra del pintor uruguayo Juan Manuel Blanes está inspirada en la lucha contra la fiebre amarilla, enfermedad que había sembrado de muerte y desolación a muchos países de América, especialmente Buenos Aires, donde en 1871 más del 15% de la población había muerto por esta causa en escasos cuatro meses. Ante el abandono de las autoridades, una Comisión Popular se hizo cargo de la ciudad y organizó la asistencia médica y social de los afectados.
El 8 de diciembre de 1871, en el Foyer del Teatro Colón, el pintor Juan Manuel Blanes presentó su tela “Episodio de la Fiebre Amarilla”.
El cuadro, hoy célebre, sacudió a la ciudad que aún tenía las llagas abiertas por tanto sufrimiento. Blanes había sabido expresar la miseria, el horror y el heroísmo de aquellos días. Su composición era equilibradamente alegórica. En una miserable pieza de conventillo yace una mujer muerta de fiebre amarilla, mientras un niño de pocos meses busca los pechos de su madre. Al fondo se desdibuja el cadáver de un hombre. Las puertas de la habitación están abiertas y contra ellas se destacan las figuras de dos miembros de la Comisión Popular. En el centro del cuadro, el Presidente de dicha Comisión, el imponente Dr. José Roque Pérez mirando a la joven y al niño, las manos unidas en un gesto de conmiseración, tristeza e impotencia. A su lado, un joven Dr. Argerich de barbas cerradas se descubre ante su majestad, la muerte. Un muchacho pobremente vestido es testigo de la escena con fingida indiferencia. No se atreve a mirar a la víctima, ¿cuántas escenas como ésta habrá presenciado a lo largo de esos meses? Atrás, un miembro de la Comisión no quiere entrar, ya ha visto demasiado.
Se propuso que el gobierno argentino comprase esta obra que tan exactamente había sabido captar el dolor de Buenos Aires, pero el cuadro ya había sido vendido al gobierno uruguayo. Se iniciaron negociaciones que no llegaron a buen puerto. La pintura se quedó en el Museo de Montevideo.
pudo idear íntegramente la escena, cuyos caracteres son un compendio de la catástrofe, pero vale preguntarse ¿Tomó el artista el cuadro de la realidad?
Escobar en su libro Bajo el horror de la epidemia da fecha y lugar al drama: habría ocurrido el 20 de marzo en la calle Balcarce 384. “(…) Corrió el sereno hasta la sede de la Comisión Popular y volvió con dos de sus miembros, los doctores Pérez y Argerich, quienes levantaron a la criatura y la condujeron a la Casa de Expósitos (…)”.
los informes, esta mujer se llamaba Ana Bristiani, era italiana, y tenía a su marido enfermo en la Boca del Riachuelo.
fugaz y trágico paso por este mundo se proyectó impensadamente a la posteridad, rescatada por la inspiración y el pincel de este artista, que supo reflejar en sus trazos la síntesis de una época. Esta trascendencia es la sutil diferencia que convierte una pintura en una obra maestra.



Boceto para Un episodio de la fiebre amarilla en Buenos Aires, circa de 1871, Juan Manuel Blanes, Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay.

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