domingo, 30 de diciembre de 2018

ECONOMÍA


La economía impone otro discurso a los políticosEl debate económico va más allá de 2019 y debería apuntar a consensos para cortar el circuito de bajo crecimiento, alta inflación y pobreza 
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Ver la realidad sin anteojeras y llamar a las cosas por su nombre podría ser un buen consejo para que dirigentes políticos, sindicales y empresariales recuperen credibilidad. Sobre todo después de un 2018 dramático y agobiante, en el que quedaron destrozados todos los pronósticos económicos. Y a las puertas de 2019, cuando el fuerte ajuste fiscal y monetario acordado con el FMI coincidirá por primera vez en mucho tiempo con un año de elecciones presidenciales y la grieta política agrega incertidumbre -interna y externa- sobre el rumbo de la Argentina a mediano plazo.
Tanto Mauricio Macri cuanto los candidatos del peronismo que buscan sucederlo tendrán que adaptar sus discursos políticos a esta realidad y levantar la puntería. Las soluciones mágicas quedaron en el prontuario de estrepitosos fracasos que desembocaron en crisis económicas.
El plan "doble cero" (emisión monetaria y déficit fiscal sin intereses) promovido y supervisado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) a cambio de un préstamo récord, es un programa de emergencia rudimentario para evitar males mayores tras la espiralización cambiaria e inflacionaria de este año. Algo así como llamar a los bomberos para apagar un incendio que amenazaba con propagarse, ante el fin del gradualismo financiado con abundante endeudamiento en los mercados externos (US$30.000 millones anuales) que se cortó abruptamente en abril.
¿Había una mejor alternativa? Nadie la formula. La consigna "No al FMI", enarbolada por la oposición populista más radicalizada, es más testimonial que realista. Oculta que, sin los desembolsos condicionados y programados del organismo, otro default sería inevitable y desembocaría en otro estallido económico. Si la crisis de este año, que sólo ahora se está encauzando, arrojó una suba del dólar de 100%, de la inflación a casi 50% anual y de la pobreza a 33,6% (con casi 2,2 millones de personas más en doce meses), no hace falta demasiada imaginación para advertir las consecuencias de dicho escenario.
Pero aun descartando esa hipótesis, la gran incógnita sigue siendo qué podría suceder a partir del 10 de diciembre de 2019, cualquiera sea el resultado electoral. El economista Carlos Melconian define a esa instancia como un punto de partida más que de llegada. Principalmente, para diseñar un plan articulado que ataque los problemas estructurales y permita retornar a los mercados para renovar los vencimientos de deuda, que serán más pesados en 2022 y 2023 cuando haya que reembolsar el préstamo del Fondo. 
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Mientras tanto, hay doce meses por delante sin riesgo de cesación de pagos y con la chance de reducir los déficit "gemelos" (en las cuentas fiscales y externas) para fortalecer los cimientos macroeconómicos. No es lo mismo que empezar por el techo, como intentó el gobierno de Macri en sus dos primeros años de gestión, con el agregado de atraso cambiario y sin haber logrado frenar la inflación. Aún con su rigidez, el programa con el FMI prevé reducirla a un digito anual a fin de 2021. En todo caso, es el costo de la escasez de consenso político (y demanda social) para ubicarla en niveles civilizados, como los que hoy registran más del 90% de los países desarrollados y emergentes.
Por ahora, el debate económico se limita al corto plazo y se basa en estimar en cuántos trimestres y de qué forma (V,U, L) podrá terminar la actual recesión en comparación con ciclos anteriores, tras la caída del PBI del orden de 2,5% con que cerrará 2018 al reeditarse la "maldición de los años pares" desde 2012.
De todos modos, hay otros aportes conceptuales valorables desde el ámbito privado y académico que pueden servir para evaluar la próxima campaña electoral. Al inaugurar hace dos meses el último Coloquio en Mar del Plata, el presidente de IDEA, Javier Goñi, advirtió que las recurrentes crisis cíclicas argentinas "hacen dudar de nuestra capacidad como sociedad para dejar esta suerte de adolescencia eterna y alcanzar finalmente una madurez sustentable. Como en la cinta de Moebius, empezamos permanentemente de nuevo, una y mil veces, para terminar en el mismo lugar", afirmó. La consigna del tradicional encuentro empresarial fue promover un cambio cultural a nivel individual ("Soy yo y es ahora") y balancear la urgencia de reformas en distintos planos (institucional, judicial, ético, educativo, competitividad, integración social, etc.), con la paciencia, constancia y resiliencia para obtener resultados.
En el seminario ProPyme, organizado por el Grupo Techint la semana última, el economista José María Fanelli (profesor de la UBA y la Universidad de San Andrés), sostuvo que los dos problemas económicos a resolver en 2019 son recuperar el crecimiento y la generación de empleo privado y bajar la tasa de riesgo país para asegurar la sustentabilidad de la deuda pública.
Pero también planteó que la Argentina está encerrada en una "trampa de bajo crecimiento", que no podrá romper con los mismos instrumentos aplicados desde 2012 y una inflación muy alta.
Fanelli atribuye esa "trampa" a cuatro factores. Uno, la influencia internacional (guerra comercial, tasas de interés y ahora la incógnita del "efecto Bolsonaro" en Brasil). Otro, la restricción política que implica la pobreza, en una "economía dual" con diferencias de productividad y una sociedad fracturada con marcada disparidad de ingresos, donde coexisten el conurbano bonaerense y Vaca Muerta, los "unicornios" tecnológicos y jóvenes con bajo nivel educativo sin acceso al mercado laboral y que en cada caso requieren de políticas específicas. El tercer factor es el exceso de gasto público primario, que en 15 años creció casi 17 puntos de PBI e implica una alta presión tributaria, sobre todo con un PBI per cápita que se redujo desde 2012 al igual que la inversión y mucho más las exportaciones, mientras subieron el consumo y las importaciones. Y el cuarto es que no se crea empleo privado asalariado (a diferencia del sector público), aunque crece el número de trabajadores en casas particulares y el de monotributistas independientes, lo cual mantiene la dualidad y la pobreza.
En este marco, la trampa surge de un circuito donde el elevado gasto público impide bajar el déficit y la presión tributaria, lo cual se traduce en bajo crecimiento, débil demanda de empleo privado, que agudiza la pobreza y genera una baja movilidad social, debilita la gobernabilidad e impide reformas, con lo cual vuelve a aumentar la presión sobre el gasto público.
A juicio del economista, es clave no atrasar el tipo de cambio real para fomentar las exportaciones, las inversiones en Vaca Muerta con el mismo fin y sostener las importaciones (sin alentar el atesoramiento de dólares ni el turismo al exterior). También reducir el gasto público en 5 puntos del PBI como lo prevé el acuerdo con el FMI, no tanto para bajar la presión tributaria sino para asegurar con un menor déficit primario la sustentabilidad de la deuda y que la Argentina pueda retornar a los mercados internacionales para renovar vencimientos. Paralelamente, el consumo no debería crecer más que el PBI y éste no volver a la W de los últimos años, ya que si la economía mantiene una expansión promedio de 2,2% hasta 2023 volvería a crear empleos, que definió como la puerta de entrada al capitalismo. 
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Para Fanelli, la alta tasa de riesgo país (en 750 puntos básicos) derivada de que los mercados crean en una vuelta del populismo, podría reducirse a través de acuerdos políticos "para construir futuro y credibilidad a través de reformas". Su argumento es que los activos del sector privado en el exterior (US$320.000 millones) superan a los pasivos del sector público y su retorno depende de la confianza en la política económica.
En este caso, el problema reside en quienes serían los protagonistas de esos acuerdos frente a un electorado dividido en tercios, uno de ellos de indecisos. El oficialismo podría alcanzar mayorías en el Congreso sólo si se impusiera en primera vuelta, mientras el peronismo está lejos de resolver su crisis de liderazgo, salvo en el bastión kirchnerista del conurbano bonaerense.
N. SC

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