jueves, 27 de diciembre de 2018

UN ÁNGEL VOLÓ AL MÁS SABROSO DE LOS PARAÍSOS



Nació en Galicia, creció en Castelar, le cocinó a todo un país: Choly Berreteaga, la mujer que enseñó el amor en forma de buñuelosEste miércoles 26 de enero murió a los 91 años la mujer que les mostró a varias generaciones de argentinos cómo cocinar rápido, fácil y rico. Y les enseñó mucho más que eso...
Choly Berreteaga
1963. Una mujer se planta frente a las cámaras con una sonrisa amable, y con una seguridad envidiable para una debutante explica en minutos la receta para preparar la pizzonda, un pan típico del sur de Italia relleno de queso, panceta y jamón. Cuando termina, el cerebro de los camarógrafos debate con sus estómagos si seguir con la transmisión en vivo o abandonarla para abalanzarse sobre ese pan que se ve y huele sabroso.
En el corte, y entre mordiscos golosos, alguno se acerca y le pregunta el nombre a la desconocida cocinera: "María Esther, pero todos me dicen Choly, Choly Berreteaga". Esa mujer que por sugerencia de su sobrina se animó a escribir una carta para participar en la sección "Hoy colabora usted", del programa Buenas tardes, mucho gusto, se convertiría en un ícono de la televisión argentina y llegaría a cumplir más de 50 años al frente de la pantalla. Además editaría medio centenar de libros y sería pionera en desarrollar una forma de cocinar en tiempo real, con ingredientes accesibles pero con resultados comparables a los mejores restaurantes.
La historia de María Esther Brañeiro, su verdadero nombre, comenzó en Galicia, donde nació el 9 de octubre de 1934. Luego su familia se mudó a la Argentina y se instalaron en el centro porteño. Cuando cumplió 15 años, contrajo neumonía. Su madre se desesperó: su marido había fallecido tres años antes y no quería afrontar una nueva despedida. Eran tiempos sin penicilina ni antibióticos y la hija no mejoraba, entonces para ayudar a la cura un médico recomendó instalarse en Córdoba, o bien en Castelar. Sin dudarlo su mamá alquiló una casa en esa localidad bonaerense; la niña se curó, la casa les gustó y se instalaron.
Eran tiempos donde Castelar todavía era más pueblo que ciudad, y Choly solía andar a caballo con sus amigas, dar largos paseos en bicicleta o en patines, ir a bailar al Club Argentino y, sobre todo, disfrutar de unos emparedados exquisitos y la mousse de chocolate que le preparaba su mamá. Fue ella la que le transmitió el amor por la cocina y por cocinar, porque en su casa nunca faltaba un plato servido para el amigo que llegaba o la persona que lo necesitaba.
La adolescente creció, se enamoró y se casó con Tiburcio Berreteaga, un vasco fuerte que había peleado en la Guerra Civil española. Durante muchos años Tibu -como lo llamaban- tuvo un negocio de repuestos de autos en Constitución. La vida transcurría tranquila, pero los años de guerra pasaron factura en la salud del esposo que se enfermó de los huesos. Los tratamientos eran costosos y el dinero comenzó a escasear, así que Choly anunció: "Voy a trabajar".
Como había recibido clases de francés pero también de cocina, se ofreció para dar cursos culinarios en una escuela de oficios de la zona. Sus alumnos quedaron encantados con esa docente que les enseñaba de manera sencilla a preparar platos deliciosos pero que les aseguraba que, para que salieran perfectos, el secreto no estaba ni en la preparación ni en los ingredientes, sino en el amor. "Cocinar es un acto de amor, porque uno lo hace pensando en el otro", les repetía, más como lema de vida que como latiguillo.
Choly en “Buenas tardes, mucho gusto”
Y quizás en esa sencillez para preparar y explicar sus platos radicó su éxito en la televisión. Porque cuando Choly mostraba sus recetas no se sentía una artista ni una estrella. Hablaba el mismo lenguaje de las personas que la escuchaban. Así, en medio de las recetas, compartía anécdotas cotidianas de su vida, de su marido, de sus hijos; si se caía algún cucharón o una preparación no salía perfecta, simplemente miraba a cámara y decía sonriendo: "Soy humana. A usted también le pasa, señora, ¿no?". Y seguía hablando como si nada, o como toda una amiga cocinando con amigos.
Cuando le preguntaban sobre su estilo, Berreteaga explicaba que siempre buscó "alimentar el espíritu de la gente, no solo el estómago"; por eso entre indicaciones de ingredientes intercalaba alguna recomendación del último libro que estaba leyendo o alguna frase que le había impactado. En tiempos de televisión en vivo, sin posibilidad de regrabar o editar escenas, Choly preparaba platos exquisitos en apenas tres minutos. Para eso ensayaba en su casa tomando el tiempo con un reloj despertador. Al verla, sus hijos le preguntaban: "Mami, ¿estás jugando a Buenas tardes, mucho gusto?". Las clases en la escuela de Castelar también le sirvieron. "Me mentalicé de que estaba dando una clase, pero bien sintetizada. Los productores me preguntaban si había estado en televisión antes, y no: mis prácticas televisivas habían sido en una escuela del suburbano".



Uno de sus lemas: "La cocina se puede simplificar". Así fue como escribió Cocina fácil para la mujer moderna, recetas de elaboración sencilla, con ingredientes simples de conseguir y sin demasiado tiempo de preparación. El libro se convirtió en un exitazo de ventas con sucesivas ediciones, y desde hace 40 años se sigue manteniendo en los catálogos. "Cocina fácil… lleva un millón 500 mil ejemplares vendidos. Primero me llamaron de la editorial y me dijeron que preparara una maqueta del libro. Yo no quería el texto clásico, era aburrido, así que en cada capítulo le puse lo que me parecía importante, cómo con lo que te queda en la heladera hacer un plato y poder ampliarlo. Así fue que salió ese libro… Tuvo tanto éxito, y no cobré regalías. No sabía qué iba a pasar, por el libro me pagaron un montón, pero imaginate lo que ganaron ellos con el correr de los años sin pagar regalías", contó alguna vez para el sitio Castelar Digital.
Una de las tantas publicaciones de Choly Berreteaga: “600 recetas fáciles”
Además de Cocina fácil, Choly editó 52 libros con recetas y la novela La casa olvidada. "Cuando leés mucho tenés cosas que sacar de la cabeza. Mi nieta encontró lo que había escrito, un cuaderno viejo, y me dijo que lo publique. En ese momento yo tenía 30 libros de cocina editados; imaginate una novela. Después de tantos éxitos, aunque sea una bazofia me lo iban a publicar. Y se vendió…", decía, con humildad. La novela narra la historia de Clara, una chica que se muda a vivir en un pueblo cercano a la Capital; las vivencias de la protagonista son muchas veces las de Choly.
Su temperamento alegre y su personalidad honesta ("Jamás preparo un plato en la tele que no haya probado yo antes", aseguraba), hizo que ganara muchos amigos en el medio. En tiempos donde la palabra sororidad no existía, pero sí el prejuicio de que las mujeres que trabajan juntas se convierten en rivales, fue amiga de las dos grandes estrellas de la cocina de la época: Blanca Cotta y Petrona Gandulfo.
Tampoco miraba con desconfianza a los cocineros jóvenes; al contrario, le gustaba compartir programas con ellos porque "siempre traen propuestas e ideas nuevas". Pero Choly no solo experimentaba el cariño y el afecto de sus pares, también el de miles de personas que encontraban en sus recetas una manera fácil de cocinar.
Era frecuente que por la calle distintas personas desconocidas la pararan para solicitarle una receta, pedirle algún truco, pero sobre todo decirle gracias, ya que después de ver sus programas le ponían más cariño y ganas a la preparación de los platos. Es que Choly lograba transformar la fatídica y cotidiana pregunta "¿Qué cocino hoy?" en un momento de disfrute cotidiano y de expresión de cariño tan eficaz como el mejor de los abrazos. Porque como ella afirmaba, "la cocina es el amor en forma de buñuelos".
Una de las últimas apariciones de Choly Berreteaga: en “MasterChef Junior”, como invitada
En su vida, la mujer de la sonrisa constante atravesó momentos muy duros. La temprana muerte de su papá y la enfermedad de su esposo la golpearon, pero no la vencieron. "Hay que ser fuerte para los demás, no dejarse vencer. Cuando se fue mi esposo, estuve tres veces internada, y la última fue terrible. Tuve un síncope y estuve en terapia. Yo digo que uno sigue por el entorno. Si no tenés entorno, te dejás morir. Te quedás en la cama y chau. Gracias a Dios, tengo un entorno de mucho cariño". Y agregaba: "Perdí seres muy amados desde muy chica. Eso me enseñó a sacar lo positivo de todo lo malo. Lo único que no se puede solucionar en la vida es evitar que esa gente que amás se vaya un día".
Choly, la mujer de las mil recetas, solía compartir otra, sencilla y fácil, para lograr una linda vida. "Primero, no criticar, ser amplia y generosa con la vida, día a día. Después, disfrutar todos los días de que te podés levantar, te podés manejar sola. Y por último, ser generoso consigo mismo".
Será cuestión de conseguir los ingredientes y animarse a prepararlos. Y disfrutarlos, así como lo hizo Choly.

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