lunes, 1 de mayo de 2017

HOY ES NUESTRO DÍA...FELICIDADES A TODOS LOS COMPAÑEROS TRABAJADORES


Diez ficciones sobre el mundo del trabajo
Como escenario, como crítica, como denuncia: el trabajo está presente en novelas que convierten la rutina, la arbitrariedad, la pobreza y la supervivencia en experiencia literaria
En la literatura, como mediación, espejo o escudo, el trabajo se representa de manera indirecta, crítica o utópicamente. "Muchas figuraciones del mundo del trabajo en la literatura argentina se enfocan en las desigualdades de clase, en la explotación y en condiciones que violentan a los trabajadores -dice Sandra Gasparini, investigadora y doctora en Letras por la UBA-. En 'El matadero', Esteban Echeverría representa el mundo de los mataderos porteños, en las afueras de la ciudad, para hablar de Rosas y su aparato de violencia. Más adelante, en El juguete rabioso (1926), de Roberto Arlt, el ingreso de Silvio Astier en el mundo del trabajo se da en una miserable compraventa de libros opuesta a su fantasía de patentar inventos. Las humillaciones allí padecidas generan el ensueño de un incendio reparador que no llega a propagarse."
Las ideologías entran en conflicto a la hora de mostrar el mundo del trabajo en ficciones realistas. "En`Emma Zunz' (1949), de Jorge Luis Borges, una operaria de una fábrica de tejidos busca justicia a través de la venganza -agrega Gasparini-. Emma urde una trampa para culpar a quien (antes gerente y ahora dueño de la textil) involucró a su padre en un desfalco que lo llevó a la quiebra y al suicidio. La excusa para el encuentro es delatar secretos de una inminente huelga." Gasparini menciona otras dos huelgas históricas en ficciones locales: Los dueños de la tierra (1958), de David Viñas, y Seis buitres (2016), de Celso Lunghi, que narran dos episodios en los que los peones de la Patagonia trágica y de La Forestal en el Chaco santafesino luchan contra con las condiciones infrahumanas de trabajo.
"Cuentos de la oficina (1925), de Roberto Mariani, un clásico de temática social y vinculado con la literatura boedista, está poblado de seres que aguardan expectantes la inminencia de la 'patada patronal' -señala Rocco Carbone, profesor de la Universidad Nacional de General Sarmiento e investigador del Conicet-. Sus personajes están emparentados conceptualmente con el Erdosain de Los siete locos y Los lanzallamas de Arlt. La oficina es retratada como el espacio del trabajo y la repetición, es el ´aquí' opresor que presupone un ´allí' feliz. Lo que separa estos dos lugares es la puerta o la ventana de la oficina. Y en ese cruce de coordenadas el empleado es el hombre pequeñoburgués presionado por la alienación urbana y el eterno riesgo de la proletarización."
¿Cómo se representa el trabajo en obras literarias del siglo XXI? Elegimos diez títulos de escritores argentinos en los que esa cuestión se discute y sirve de impulso para la fantasía o la reflexión.
De este lado del charco. Mariana Komiseroff, Conejos, 2015


Cuando Mariana Komiseroff publicó su primera novela, la escritora Ana Ojeda la incluyó en la tradición de "escrituras de la pobreza" del Río de la Plata, en la que también aparecen nombres como Álvaro Yunque y Elías Castelnuovo. "Muchas veces como lectora me pregunté de qué viven los personajes literarios -señala Komiseroff-. En De este lado del charco traté de responderlo con el desarrollo de la ficción. El personaje principal, el Nari, trabaja desde muy chico en una panadería del centro y por la distancia se queda a dormir ahí; es una comodidad en un contexto en el que no cabe cuestionar el trabajo infantil. La madre, que trabaja durante muchas horas en casas de familia, debe delegar el trabajo doméstico, que incluye el cuidado de los más chicos, en la hija más grande. Mantener una familia en una casa que se inunda, en la que hay que sacar agua de una bomba manual en el patio, implica un trabajo extra más allá de la labor que se ejerce para sobrevivir. Es el trabajo extra, no remunerado, que implica ser pobre."

El hombre de las ideas. Pablo Schiaffino, Dakota, 2016


Alfredo de los Palotes, protagonista de la primera novela de Pablo Schiaffino, teme que el desempleo pueda aumentar las probabilidades de suicidio. "El trabajo era dinero, pero el dinero es siempre más que dinero -observa el autor, que es, además, economista-. El trabajo se cruza en la obra como el eje organizador y fundamental de la vida moderna; es el espacio donde los seres humanos pasan la mayor parte de su vida, es lo que tranquiliza a cada uno de los personajes sobre su propia existencia. Hay, sin embargo, una distinción elemental entre los oficios tradicionales de la clase media y las auténticas vocaciones. Sin importarle el dinero, Alfredo quiere elegir un trabajo que lo reafirme en su ser y, además, lo convierta en exitoso. Pero no tiene talento. Sueña, anhela, elige dentro del mundo de los oficios: es una suerte de Bouvard y Pécuchet del mundo laboral. El resto de los personajes no tiene esa posibilidad de elección: el trabajo es trabajo y tiene que hacerse. A cambio, se les garantiza cierta satisfacción material y un umbral mínimo de amor propio."

Leer y escribir. Ariel Bermani, Emecé (reed. en Interzona), 2006


"No sé por qué, pero mis personajes no tienen una buena relación con el trabajo -dice Ariel Bermani, narrador y editor-. Ahora que pienso en esto, creo que sólo trabajan los de la biblioteca de Leer y escribir y eso de que trabajan es una manera de decir. Bartel, el protagonista de la novela, se pasa las tardes en la biblioteca, pero como si fuera un usuario más. Lee. Nunca se lo vio atendiendo a un usuario. Tal vez porque nunca entra nadie en la biblioteca. De todas maneras, no es posible saber si Bartel se levantaría de su silla para atender a alguien, si ese alguien existiera. El director duerme, las chicas (que también se ocupan de la atención al público) conversan y se pintan las uñas. Jopia no va o va cuando no tiene otra cosa para hacer. Tampoco trabajan los empleados de servicios generales. Es más, tienen un sistema que les funciona a la perfección: bloquean la entrada de los hipotéticos lectores para no dejarlos pasar." Bermani publicó este año en Santos Locos su primer libro de poemas: No sé nada de ballenas.

La vida interesante. Máximo Chehin, Bajo la Luna, 2014


"Hay algo frecuente en la dinámica de las grandes empresas: suelen tomarse decisiones, ejecutarse cambios, darse marchas y contramarchas cuya lógica es completamente incomprensible para los empleados -comenta Máximo Chehin sobre su primera novela-. Lo sorprendente es que la gente en general toma estos cambios, de los que muchas veces es víctima, con absoluta normalidad, e incluso llega a justificarlos. En La vida interesante busqué llevar esa situación al límite del absurdo, con un protagonista que no tiene jefe hace meses, a quien le asignan un proyecto sin objetivos y cuyo vínculo más fuerte es con dos personas que viven en las antípodas y con quienes nunca habla. Este personaje busca salvarse de la alienación tratando de escaparse del trabajo, pero lo alienante está en el sistema en que vive. La novela deja voluntariamente afuera el componente de camaradería y amistad que también es parte de la experiencia laboral." El escritor tucumano ganó este año la primera edición del premio de Fundación El Libro por un libro de cuentos editado con el título Salir a la nieve.

El oficinista. Guillermo Saccomanno, Seix Barral, 2010


"En el despacho del jefe, con sus ventanales que enmarcan las nubes oscuras, la única luz proviene de la lámpara del escritorio. Del jefe sólo se ven sus manos gigantes y el anillo imponente. El resto del cuerpo permanece en la penumbra. Quien entra a este despacho se siente en inferioridad", se lee en esta distopía levemente desquiciada del presente. La novela es una suerte de antiépica de un hombre dispuesto a soportar cualquier clase de humillación y peligro para conservar el empleo en una oficina, donde examina presupuestos, autoriza pagos y estudia la contabilidad de una empresa capitalista comandada con mano de hierro soviética. Protagonizada casi exclusivamente por tres personajes (el jefe, la secretaria y el oficinista), que en parte conforman un angustiante triángulo amoroso, El oficinista representa una rareza en la obra del autor del barrio de Mataderos, aunque se puede decir que su reciente libro de cuentos, Cuando temblamos, de 2016, retoma algunos ejes temáticos y discursivos. En 2010 la novela recibió el premio Biblioteca Breve.

Ladrilleros. Selva Almada, Mardulce, 2013


Después del éxito de El viento que arrasa, su primera novela, la escritora entrerriana dio a conocer una historia ambientada en la atmósfera soñolienta y por momentos opresiva de un pueblo del monte chaqueño. Allí dos personajes jóvenes, Pajarito Tamai y Marciano Miranda, reconstruyen sus vidas al borde del último suspiro en un descampado, luego de una pelea fatal. Ambos han crecido juntos, mancomunados por la falta de padres (en el mejor de los casos) y la aceptación a golpes de una suerte mezquina. La estructura de la novela revela de a poco la comunidad que los personajes habitan. En ella, los mayores repiten las tareas de los antepasados, sin esperanza alguna, mientras los jóvenes pelean, roban lo que pueden, toman alcohol, compiten en masculinidad y esquivan el trabajo. Durante la agonía de los dos protagonistas, emergen los recuerdos y las escenas de la vida de las dos familias de ladrilleros, a las que la ley narrativa confina en un universo sin salida. Aunque se trata de una novela costumbrista, Ladrilleros mitiga con el uso poético del lenguaje una mirada sombría sobre las clases populares.

Nadie baile el tango. Luisa Peluffo, Gárgola, 2009


"En Nadie baila el tango, Inés deja a Julito, su marido, por violento y encuentra una opción de trabajo preparando caterings en su casa -cuenta Luisa Peluffo, autora que reside en Bariloche desde 1977-. Le gusta cocinar, eso le permite sobrevivir. Inés recuerda a Nieves, la lavandera y planchadora de su infancia y su oficio humilde y mal pago. De hecho Nieves se ve obligada a traficar cigarrillos importados para subsistir. El marido de Inés, que en los años 70 fue un turbio empresario trepado a la bicicleta financiera (y quizá delator al servicio de los militares), en democracia enseña tango a los turistas." Cuando escribía Nadie baila el tango, l a autora escuchaba tangos interpretados por la pianista Arminda Canteros. "En los años 30 la contrataron en una radio, con una condición: usar un seudónimo masculino, Juancho. Aunque la pianista inspiradora no aparece en mi novela, es el iceberg que sustenta la evocación del trabajo de la mujer en un contexto machista." Peluffo trabajó como periodista en Buenos Aires y dictó talleres de escritura en Bariloche. Recibió el Premio Regional de Narrativa, el de Literatura del gobierno porteño y el Emecé.

El trabajo. Aníbal Jarkowski, Tusquets, 2007


"Escribí El trabajo a partir de la crisis económica y social que provocó el menemismo -recuerda Aníbal Jarkowski, narrador y docente-. Todas las mañanas, de camino al colegio donde doy clase desde muy temprano, veía las largas filas de desocupados que se presentaban a entrevistas laborales con vanas ilusiones. Yo cotejaba con los avisos en el diario y veía que las veinte, treinta personas que formaban la fila se postulaban a una única vacante. Cuando la oferta era para un puesto de secretaria, recepcionista, empleada, veía que en pleno invierno las mujeres se presentaban con minifaldas y zapatos de tacos altos para cumplir con el sórdido ideal de la ´buena presencia'. Recuerdo también que veía a las mujeres vestidas así en el subte, a la mañana, impecables para presentarse en las oficinas del microcentro, y a la nochecita volvían aplastadas por el cansancio. Mi padre, después de décadas como matricero en una fábrica metalúrgica, también había sido despedido y andaba extraviado buscando un nuevo trabajo cuando ya tenía más de sesenta años. Creo que el resentimiento me sostuvo durante todo el tiempo en que escribí la novela."

Lo que no se sabe, Giselle Aronson, Modesto Rimba, 2016


"Desde el origen quería que Javier tuviera un trabajo sin horarios preestablecidos y que su actividad implicara cierto despliegue creativo -dice Giselle Aronson sobre el protagonista de su segunda novela?. Y que lo hiciera dentro de su casa. Así llegó la idea del luthier con un taller en la planta baja de su hogar. Jimena apareció dueña de un bar desde el principio, incluso desde antes de que Javier se prefigurara en mi mente. Cuando Jimena lo invita a cenar, tiene que hacerlo en su propio bar, le resulta más práctico que una salida. La vida de los personajes transcurre sin diferenciación entre el ámbito laboral y los demás espacios. Porque la vida de muchos de nosotros es así: conocemos personas, recibimos noticias, lloramos, nos desesperamos, recordamos, nos estremecemos, nos gustamos, besamos, nos puteamos. Todo eso y más pasa durante las horas de trabajo. No es sencillo deslindar la vida laboral de todo lo demás; para quienes no trabajan en una oficina o con horarios específicos, eso es casi imposible, ficticio y hasta injusto." Lo que no se sabe transcurre en un barrio del oeste del conurbano bonaerense.

Hospital Posadas, Jorge Consiglio, Eterna Cadencia, 2015


La cuarta novela de Jorge Consigilio lo consagró como un narrador sólido y provisto de una lente de aumento para detectar fisuras en el entorno. "En Hospital Posadas, el trabajo se presenta como un fenómeno complejo que articula dos aspectos que se complementan -señala el autor-. Por una parte, es un espacio en el que los protagonistas se están mirando y midiendo constantemente. Es un campo de tensiones, un lugar de ensayo de estrategias y de calibración de reacciones; allí sobrevive el ?lector' más perspicaz, el que puede anticiparse a la reacción de los otros. En este sentido, el trabajo, puro movimiento, dispone una dialéctica en la que se deben combinar intuición y agudeza. Por otra parte, el trabajo es dador de identidad y espacio de legitimación social, pero también importa por las puertas casuales y repentinas que abre. Los personajes acceden a los pliegues más recónditos de sus destinos a través de esos espacios. Ya en otro orden, los ámbitos de trabajo de la novela ?salas de hospitales, oficinas, bares y calles? sostienen, en un nivel superficial, la estabilidad cotidiana, aunque por debajo son un tembladeral, la más pura incerteza."
D. G.

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