lunes, 1 de mayo de 2017

IDENTIDAD CULTURAL



En la zona de Itatí, en Corrientes, a fines de 1790 eran abundantes las quejas de capataces de estancias y vecinos del poblado, por el accionar delictivo de unos mozos conocidos como los Quitalas. Luego del robo de unos caballos en la estancia de la Limosna de Nuestra Señora de Itatí, el rapto de un esclavo y de mujeres llevadas a la fuerza, se solicitó a las autoridades que se envíe una orden para que los capturen.
No pasó mucho tiempo que se reportaron los siguientes robos: Roque Sánchez, 18 caballos, al "Porteño", 21, y a Pascual Mendieta 20, pero lo que activó el accionar de la Justicia fue la presentación del soldado miliciano de la Plaza y Guardia de la Costa del Paraná, Vicente Ojeda quien dice que los llamados Quitalas le robaron los 30 caballos que utilizaban en el servicio militar en su Plaza.
Los mozos Quitalas eran los hermanos Juan y Bautista Gauna, detenidos gracias a la actitud llevada a cabo por el alcalde Antonio Hidalgo; desgraciadamente los reos se fugaron de la cárcel en el 92. Llegado el pedido de captura por parte del juez comisionado de Las Lomas, se le informó a la Comandancia que debía auxiliar en la captura de los hermanos Gauna, vivos o muertos, con milicias, pólvora y balas.
Los Quitalas estaban ocultos en los montes con una banda de forajidos que robaban ganado y caballos, no había hacienda segura en la jurisdicción, ni los jueces comisionados de la Campaña tenían el valor para perseguirlos. Además, las grandes estancias, que habían pertenecido a los jesuitas, estaban bajo una pésima administración, por ello hubo una gran pérdida de cabezas de ganado, esta situación generaba tierra fértil para los bandoleros.
Don Joaquín Legal y Córdova, que estaba a cargo del mando de Armas en Corrientes desde el 17/9/1790, tomó parte en los escritos de solicitud de captura.
Por dichos del sargento de Guardia Roque Maciel quedó escrito que el 26/11/1794, a la noche, este militar pasó a la Ensenadita con una partida de ocho hombres; haciendo guardia en los alrededores del rancho de los reos; y en horas de la madrugada a sus espaldas arremetió a caballo a toda carrera Juan Gauna a los tiros, los milicianos no se quedaron atrás y como dijo Maciel ahí nomás el reo "quedó en la estacada". Al escuchar el tiroteo del rancho salieron Bautista Gauna, un tío, un santiagueño y tres más, todos con dagas, armas largas y bien provistos de municiones, se tirotearon, a la vez que lanzaban cruentas amenazas por la muerte de Juan; los milicianos luego de aguantar el tiroteo, los fueron siguiendo a caballo, hasta abandonar la persecución por falta de recursos. Los maleantes se refugiaron en un rancho a orilla del camino a una legua de distancia.
Tal era el repudio que se le tenía a los Quitalas, que se le pidió consejo al párroco para no dar sepultura en sagrado al cuerpo del reo Juan.
La causa, que se encuentra en el Archivo General de la Nación, quedó caratulada como "Testimonio sobre la muerte del famoso ladrón Juan Gauna".
E. T. 

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